El espolín y su uso en el
traje de fallera.
Vicent
Ferrandis Mas.
Marzo del 2012.
Notas
a esta publicación.
De
nuevo me esfuerzo en una nueva publicación, que ya de entrada, veo
que por mucho que diga y me esfuerce intentando demostrar la verdad
sobre el traje tradicional valenciano, sé que ninguna o muy poca
repercusión va a tener sobre el estado general de la cuestión.
En
el, como el lector podrá apreciar al leerlo, solo intento informarle
de tres asuntos, que podriamos decir están intimamente ligados a la
indumentaria tradicional e historica de los valencianos. En esta
ocasión y aunque no sé exactamente porque, comence a escribirlo en
castellano y finalmente he decidido a dejarlo así.
Lo
primero, es establecer que el traje tradicional, nada tiene que ver
con el traje de fallera.
El
segundo, es dejar claro que el traje de fallera, ya tiene una
trayectoria que merece que se le tenga en cuenta como un traje
festivo, aunque no sea ni tradicional ni historico. Todos podemos
tener claro el concepto de que un traje festivo, no tiene la
necesidad de ser una perfecta adaptación de un traje historico.
Valga como ejemplo el traje de los moros y cristianos, tan corriente
en nuestras tierras.
Es
indudable que los moros (propiamente dichos musulmanes) españoles o
andalusies, de los que aunque no queramos creerlo, probablmente
descendemos una buena parte de los españoles, no vestian como los
vemos en nuestras representaciones festivas. Y bien podemos decirlo
de los cristianos; que comparsa de cristianos viste como en la epoca
de la Reconquista. En cualquier lugar podemos encontrar comparsas de
Granaderos, Española antigua, Contrabandistas, Estudiantes,
Labradores, Mosqueteros, de Zuavos que eran argelinos mercenarios a
las ordenes de Napoleón y que terminaron siendo la guardia personal
del Papa o sirviendo en España en las guerras carlistas.
Definitivamente
podemos decir que se trata de simplemente trajes festivos, expuestos
a transformaciones impuestas por la dirección que tome la cupula
directiva de dicha fiesta. Por lo tanto, es la politica de la fiesta
la que a la larga impondrá como debe ser dicho traje.
En
el caso de nuestra fallera, será finalmente la Junta Central Fallera
la que impondrá una normativa. Lo cierto es que actualmente, dicha
J.C.F, no tiene un criterio demasiado claro con el asunto y deja
identificar el traje festivo fallero con el tradicional valenciano,
con lo que cae en un tremendo error y crea confusión. Por otro lado,
los comerciantes, siguiendo esta misma linea, han pasado a titular
sus comercios como de indumentaria valenciana y hacer indumentaria
fallera. Por tanto están potenciando la misma confusión.
No
contentos con esto, los comerciantes, avidos de establecer
diferencias en su competencia entre ellos, inventan cada vez mas
diferencias y novedades para que el posible cliente vaya a ellos y
asi engrosar todo lo posible sus ganancias, sin preocuparles para
nada el mal que puedan hacer culturalmente. Por otro lado, la
decadencia tecnica y encarecimiento de los tejidos, tambien juega en
contra del asunto.
Para
paliar un poco lo anteriormente dicho, intentaré indicar una serie
de caracteristicas de lo que debia de ser un traje de fallera, con
visos historicos de la epoca y clase social que intenta imitar.
Finalmente
intentaré dar una serie de descripciones de los tejidos que se deben
de utilizar para ellos y a la vez recordar al lector que el
Colegio del Arte Mayor de la Seda, realizó con autentica maestria
muchos de estos tejidos, aunque estaban destinados al mercado
religioso en la mayoria de las ocasiones.
Al
momento que pensaba por dar por terminado este articulo y publicarlo,
cae en mis manos un suplemento del periodico, en el que aparecen una
serie de articulos, que por supuesto son pagados y que en nada
debemos relacionar con la redacción del periódico y atribuir en
realidad la autoria a los establecimientos que la patrocinan, con
los que no puedo hacer otra cosa que indignarme. Hasta que punto
llega el comercio en este tema que otros nos lo tomamos como una
religión.
Podemos
ver cosas como: Rebajas y plan renove...
Modelo siglo XVIII de alta gama... Un modelo sin duda , diferente y
especial. En un articulo titulado Galería de reinas
ilustres.
Moños
cosidos y perfeccionados desarrollados por Pili y Mili...termina con
un proceso tradicionalmente fatigoso. Para terminar
diciéndonos que ellas son un referente de la peluquería
tradicional.
La
belleza está en el interior. Cancanes,
enaguas y pololos, realizados con materiales exclusivos de la empresa
a base de una nueva fibra antialergica. Tan solo las
enaguas son tradicionales...Pero hay que verlas en la foto. Con mucho
morro proponen que no hay mejor invento que su “delantal
chocolatero”.
En
otro se anuncian manteletas, seguramente ninguno de los supuestos
indumentaristas del momento sabe aun que la manteleta es una prenda
distinta del pañuelo de cuello, ya que este detalle permanece en
todos los artículos de este suplemento. Entre lo escrito, nos dicen
cosas como: Mas
de lo mismo nunca es bueno. Y por eso, el diseño de este año
difiere del anterior. Viva
lo tradicional...De un plumazo
se ha cargado todo el concepto de indumentaria tradicional. Aunque
eso si, en todo momento utiliza el termino de fallera y no el de
indumentaria tradicional.
Y
finalmente y ya entre los doce trajes de la Fallera Mayor, aparece un
Peinador de puntillas antiguas bordadas a mano por la madre de una de
las chicas de su corte. ¿Es que la Fallera no piensa salir a la
calle con este traje y permanecer siempre con el peinador puesto?
Y
finalmente entre los anuncios publicitarios, advierto que en mi mismo
pueblo tenemos una fabrica de tejidos regionales. Tendré que
investigar que son tejidos regionales. Hay que ver las sorpresas que
se encuentra uno.
Como
me encuentro un poco “picao”, en cuanto que pase San José,
escribiré un articulo sobre la manteleta. Intentaremos al menos
aclarar lo que es una manteleta.
Antes
de adentrarnos en el articulo, advertir al lector que si bien en
parte se trata de demostrar una evidencia, lo escrito tiene una gran
carga de opinión propia, con la que el lector puede perfectamente
estar en desacuerdo.
El espolín y su uso en el
traje de fallera.
Vicent Ferrandis Mas.
Hace unos días, al leer el
comentario que hace el periódico Levante de la presentación del
monográfico sobre Indumentaria el el Libro Oficial Fallero de 2012,
aparece como comentario mio lo siguiente: “los de fallera, con
espolín, solo lo llevaban el 1 % de la población”. Leído así,
queda como una frase cortada por delante y ademas a todo lector, creo
que lo deja un poco descolocado de la realidad de la frase. Así
pues, he decidido que debo de completarla, si bien no sé con
exactitud como la dije, si que sé con exactitud lo que quería
decir.
La realidad era que yo entiendo
que hay dos vestidos claramente diferenciados dentro de la
indumentaria festiva valenciana femenina. El uno forma parte de la
festiva fallera y le deberemos de llamar así, es decir “traje de
fallera” y otro totalmente distinto, que es el verdaderamente
“traje de valenciana”.
Como digo, entre estos dos
trajes hay una gran diferencia. El primero de ellos, el denominado de
fallera, nunca se ha utilizado por las valencianas de la ciudad, ni
por las de la Huerta y mucho menos en las poblaciones alejadas de la
ciudad. El segundo en cambio si se ha utilizado de manera
generalizada en toda el área geográfica que acabamos de mencionar y
de forma extensiva es extrapolable a todo el antiguo Reino de
Valencia. En este articulo solo hablaremos del denominado de
“fallera”.
El traje de “fallera” fue
creado sobre un estereotipo por pintores costumbristas que no habían
llegado a conocer vigente el traje tradicional, ya que este en la
ciudad y la zona de la Huerta, había dejado de utilizarse desde
aproximadamente por el año 1.830 en la ciudad y en 1840 en la
Huerta.
De todos estos pintores
costumbristas, hay que destacar a Bernardo Ferrandis, que nacido en
1.835 es probable que aun conociese alguna mujer del Canyamelar o de
la Huerta, vestida a la manera tradicional de guardapiés o zagalejo
y con jubón o justillo. Lo que si que me consta que hizo, fue
adquirir, por compra o por regalos bastantes de estas prendas, para
poder vestir a los modelos que pintaba.
Si observamos su pintura,
claramente advertimos una notable diferencia entre su manera de
vestir a las labradoras y la interpretación que hacen los otros
pintores costumbristas posteriores. Para que esto no quede en meras
palabras sin demostración, a continuación pondremos algunas de sus
obras.
Esta por ejemplo no puede ser
mas ilustrante, en ella se advierten todos los complementos del
interior de una casa típica de la Huerta (perdonad la palabra
típica, ya que no me gusta utilizarla). Vemos la mesa de comer, con
un cesto de ropa blanca de las labores, las sillas de morera
encordadas, la pastera de amasar y guardar el pan, el pozo para el
aprovisionamiento del agua y aunque aparece el medio empedrado de
cantos rodados para pasar el caballo, las losas de rodeno para pasar
las ruedas del carro se han simulado con baldosas...no obstante, se
advierten ciertas incongruencias que indican que en el fondo todo es
un montaje para aparentar lo que no es.
Lógicamente el cuadro está
pintado con la intención de que aparezcan esta serie de cosas y esos
vestidos que en la época que se pinto el cuadro ya no eran así. Si
vemos con la lógica, el pozo siempre se encontraba a la salida de la
casa al patio, pero a la parte exterior y en caso de estarlo en el
interior, nunca estaría degollando el paso del carro hacia el patio;
la posición de la pastera, tampoco estaría situada encima de las
piedras de rodeno para pasar el carro…En fin, que se advierte un
apelotonamiento que no es lógico
Pasemos ahora a la indumentaria.
Las mujeres llevan guardapiés de colores, pero lisos y con
guarnición; la madre y el padre dan la imagen del matrimonio de
labradores de la Huerta; la de los padrinos, de los terratenientes o
gente acomodada o al menos con una buena posición. Era muy frecuente
que el labrador buscase como padrino al propietario de las tierras
que el cuidaba y en las que dejaba su sudor. La niña mayor se
acurruca sobre el faldar de la abuela y viste unas sayas pintadas; la
abuela, aunque ya se ha desprendido de la mantilla, continua
cubriendo su cabeza con un pañuelo.
La parte central de su cuadro
mas celebrado entre los valencianos, “El tribunal de las aguas”,
es una adaptación de un grabado de Tomás Rocafort, realizado 25
años antes, en el que Ferrandis cambia la indumentaria de los
personajes que van vestidos a la moda de 1.840, por otros vestidos
mas a la manera tradicional. En el pinta claramente a la labradora
vestida con guardapiés y justillo; lo mismo podemos apreciar en los
detalles de delantal, pañuelo, peineta, cruz de cuello…Esta claro
que su intención no es otra que plasmar el traje que el identificaba
aun como el propio de las labradoras de generaciones anteriores.
Estampa de la Colección
Francisco Zanón.
En esta otra obra, “la
cosechera de seda de Puçol”, Ferrandis pinta a la labradora con
justillo y zagalejo de indiana sobre campo blanco. Tal vez intenta
pintar una labradora de mediados de siglo, pero que perfectamente
podría pasar por una veintena de años antes.
Veamos ahora algo de obra de los
pintores que le siguieron cronológicamente. El mas próximo es
Joaquin Agrasot que permaneció en Italia hasta 1.875, en que volvió
a Valencia, donde realizó una serie de pinturas costumbristas, en
las que ya se advierte el cambio, pasando de representar a sus
personajes con guardapiés de brocado y en algunos casos espolines;
el peinado es al gusto de la época, apareciendo en sus pinturas los
rodetes o “caragols”.
Como he comentado, en el de la
boda la novia aparece con un guardapiés de brocatel, detalle que se
aprecia claramente por la disposición de los elementos decorativos y
colores; el jubón de manga larga y de distinto tejido que el
guardapiés. En la otra pintura, se advierte un guardapiés de
espolín y el otro podría ser también de espolín, aunque por su
aspecto parece mas bien de brocatel; el jubón también es de
distinto tejido y color que el del guardapiés.
Los pintores posteriores a
estos, en algunas de sus composiciones, ya hacen uso de los jubones
de mangas afaroladas con el mismo tejido que el del guardapiés.
Realmente son estos últimos los que crean el traje de fallera,
prácticamente en el siglo XX. Por esta época, las roperías
valencianas comienzan a tener un publico que incluso aunque teniendo
posibilidades, estiman que el hecho de vestirse una vez en la vida no
compensa el costoso gasto que supone el hacerse el traje y acuden al
alquiler. Solo una minoría que irá creciendo con el tiempo, se
dirige a estas roperías con animo de adquirirlo.
Las roperías de la ciudad como
Insa, Castellote, Pinazo y alguna otra, son prácticamente las únicas
que cosen trajes de fallera, pero llamándoles entonces de
“labradora”. En principio solo las reinas falleras se vestían y
no es hasta después de la Guerra Civil, cuando comienza a
generalizarse y formar cada vez mas nutridos grupos de falleras.
No haremos en este articulo mas
historia del traje de fallera y comenzaremos a estudiar el espolín
como tejido empleado dentro del contexto del vestido de la
valenciana.
Para su estudio hemos cogido la
muestra de 1.093 guardapiés, todos ellos corresponden a la ciudad de
Valencia y pueblos de la Huerta y en ellos hemos encontrado lo
siguiente:
Solo aparecen seis auténticos
espolines, tal y como los reconocemos actualmente, lo que supone un
5/1.000.
921. 1.736. Valencia.
Inventario. Francisco Botella. 5096. Maestro platero. “Un
guardapiés de espolín de campo verde”.
1084. 1.771. Valencia.
Inventario. Francisco Botella. 5112. Antonio Barber. Medico. “Un
guardapiés de espolín campo de matablanco y flores encarnadas”.
34. 1.796. Manises. Dote. “Un
guardapiés de espolín de matablanco”.
240.
1.798. Aldaya. Dote. “Miguel Fernando Fluixa. 5752. Antonia Asensi
y Miguel Guasp. Labrador. “Un guardapiés de espolín de color
leche”.
243. 1.798. Manises. Dote.
Miguel Fernando Fluixa. 5752. Vicenta Campra y Miguel Gallego. “Un
guardapiés de espolín de color de matablanco”.
280. 1.801. Aldaya. Dote.
Miguel Fernando Fluixa. 5753. Paula Alcacer y Mariano Galindo.
Labrador. “Un guardapiés de espolín de seda”.
Curiosamente, de los seis
ejemplares que aparecen, cuatro de ellos tienen el campo blanco, uno
verde y el otro no se indica. Podríamos a añadir a estos, los que
aparecen como espolines de la China y que son otros cinco ejemplares.
En los espolines de la China no se suele especificar el color,
probablemente este detalle es debido a que tenían unas
características propias, que era el ser rayados sobre campo blanco.
1015. 1.758. Manises. Dote.
Juan Bautista Martinez. 6675. Josefa Royo y Antonio Mas. Labrador.
“Un guardapiés de espolín de la China”.
1061. 1.762. Valencia.
Dote. Francisco Botella.. 5108. Francisca Bueso y Baltasar Teixidor.
Soguero. “Un guardapiés de espolín de la china”
1062. 1.763. Manises. Dote.
Juan Bautista Martinez. 6677. Francisca Garcia y Miquel Royo. “Un
guardapiés de espolín de la china”.
1073. 1.767. Picaña. Dote.
Jose Sanz. 157. Mariana Almenar y Isidro Valero. Labrador. “Un
guardapiés de espolín de la china”.
1079. 1.770. Valencia. Dote.
Francisco Botella. 5112. Vicenta Puzol y Vicente Vento. . Oficial
platero. “Un guardapiés de espolín de la china”.
Finalmente, podríamos añadir
otros tejidos, que aunque no se llamaban espolines, estaban hechos
con la técnica del espolinado, estos eran las persianas, princesas y
tapicería (este ultimo no siempre era espolinado). Con esto
añadiríamos cuatro ejemplares mas.
725. 1.747. Quart. Inventario.
Juan Bautista Martinez. Josep Fita. Labrador. “Un guardapiés de
perciana de color encarnado y blanco”.
1079. 1.770. Valencia. Dote.
Francisco Botella. 5112. Vicenta Puzol y Vicente Vento. Oficial
platero. “Un guardapiés de princesa azul y blanco”.
735. 1.781. Aldaya. Dote.
Miguel Fluixa Gil. Manuela Garcia y Melchor Asensi. Labrador. “Un
guardapiés de princesa de azul y blanco”.
1076. 1.768. Valencia.
Inventario. Francisco Botella. 5111. Jose Cosme. Labrador. “Un
guardapiés de tapicería espolinada de color matablanco”.
En total tendríamos 15
ejemplares de guardapiés realizados en tejidos espolinados, entre
los 1093. Esto representa un 1’37 %. Es decir, nada representativo
en el contexto de la indumentaria de la valenciana de la ciudad y su
huerta. Pero aun tendríamos que profundizar sobre el asunto, ya que
el concepto de traje de fallera incluye que el cuerpo esté realizado
con el mismo tejido que el guardapiés
Si en los documentos que
contienen algún guardapiés de espolín o espolinados, entramos a
ver que cuerpos aparecen, nos encontramos que tan solo en uno de
ellos aparece un jubón de espolín. Es un dote de Aldaya, en el que
aparece un jubón de espolín, pero que resulta ser de distinto color
que el guardapiés. El jubón es morado y el guardapiés sobre campo
blanco.
240. 1.798. Aldaya. Dote.
Miguel Fernando Fluixa. 5752. Antonia Asensi y Miguel Guasp.
Labrador. “Un jubón de espolín morado guarnecido con felpilla”.
Con todo lo visto en esta
documentación, queda demostrado que ninguna valenciana de la ciudad
o la Huerta, con una posición económica que podríamos decir que
hasta acomodada, entre los años 1710 y 1840, (y estamos hablando de
130 años) tuvo un vestido completo de tejido de espolín o
espolinado; y mucho menos con las características del vestido de
fallera, es decir, con mangas afaroladas que corresponderían a modas
del siglo XIX, época en que ya no se utilizaba el espolín como
tejido para vestidos de señoras y solo se utilizaba para ornamentos
litúrgicos
En la presentación del Libro
Oficial Fallero, tal vez manejé los porcentajes indebidamente y esta
seria la ocasión de corregirlos. Cuando dije del 1%, estaba pensando
exclusivamente en el guardapiés y no en el conjunto como traje de
fallera. Es pues manifiesto que si entre mas de 1.000 guardapiés
estudiados no aparece ni un único caso de vestido completo, el
porcentaje lo mismo podría ser del 1 por cada mil, que de 1 por cada
1.000 millones. No quiero tampoco decir con esto que no haya existido
en Valencia nunca un vestido completo de espolín; de hecho Ruth de
la Puerta, tan aficionada a la indumentaria cortesana, documenta dos
casos entre las propiedades del barón de Terrateig y señor de
Carcer.
“una bata y guardapiés de
tela de plata y oro con diferentes flores en 130 libras, otra bata y
guardapiés de tafetán espolinado, campo de leche y varias flores de
seda en 18 libras”.
Habría que aclarar que el
montante del valor de ambos conjuntos, supone aproximadamente el
total del valor que aportaba una labradora media de la época a su
dote. Y para ilustrarlo la imagen de un conjunto que podría ser
igual que el de la señora del barón y que insertamos a
continuación. Desde luego muy apropiado para estar dándoles de
comer a las gallinas o al cuidado de los gusanos de seda.
Bata
y guardapiés conservado en el Museo del Traje de Madrid.
El lector de este articulo es
probable que a estas alturas de la lectura esté pensando que
pretendo “cargarme” el traje de fallera, pero en realidad no es
así, sino tal vez todo lo contrario. El traje de fallera ya tiene su
historia de 70 o 80 años y detrás de el hay todo un mundo cultural
que ya no tiene vuelta atrás. El traje de fallera es simplemente el
que es, solo que es totalmente incorrecto identificarlo como traje de
valenciana. Con esto, lo que pretendo es que para el lector lo que
quede claro es que hay dos trajes distintos: el de fallera y el de
valenciana.
No logro entender como a estas
alturas, las autoridades políticas de la ciudad, se atreven a tomar
una iniciativa como la de montar una exposición en el Museo de la
Ciudad, a la que titulan: El traje de
Valenciana. Evolució. En lugar de denominarla de fallera,
titulo que hubiese sido muy digno e identificativo. Y además en el
prologo decir que se trata de “reivindicar la indumentaria
tradicional pura, fidel als documents i la historia”.¡Por
favor...¿Donde están los documentos?
Como dijo Jesucristo: “Dad a
Cesar lo que es de Cesar y a Dios lo que es de Dios”. Así pues,
reivindiquemos el traje de fallera con sus 70 o 80 años de historia
y dejemos para los investigadores determinar cual es el traje
tradicional e histórico de los valencianos.
Como comentario de calle de esta
exposición, se escucha que se podria haber montado de una manera
distinta y mucho mas didactica de lo que se ha hecho. Tambien alguien
en plan de disculpa ha dicho: “Todos sabemos que no es lo que toca,
pero a estas alturas quien le pone el cascabel al gato”. Entiendo
que cuando uno se siente ratón, difícilmente se atreva a a ponerle
el cascabel al gato, pero cuando uno tiene la documentación
adecuada y suficiente, no debe sentirse ratón, sino león y entonces
le pone el cascabel, o incluso el cencerro si hace falta.
Lo que de ninguna manera podemos
actuar es como indica el evangelio de Mateo: “Aquél,
pues, que escucha estas palabras mías y las pone por obra, se
asemejará a un varón prudente que edificó su casa sobre la roca; y
bajó la lluvia y vinieron los ríos, y soplaron los vientos, y se
echaron sobre aquella casa, pero no se derrumbó, porque estaba
cimentada sobre la roca.
Pero
todo aquél que escucha estas palabras mías pero no las pone por
obra, Se asemejará a un hombre necio que edificó su casa sobre la
arena; y bajó la lluvia y vinieron los ríos, y soplaron los
vientos, y se estrellaron contra aquella casa, y se derrumbó y su
ruina fue grande”. (Mateo 7, 24-27).
Hoy
no podemos estar construyendo ídolos con los pies de barro.
El traje de fallera, debe tener
sus propias características, y supuestamente adaptadas a la moda
dieciochesca que intenta imitar y que en esencia serian:
El tejido para todo el conjunto,
seria el espolín. Hoy es imposible que una fallera pueda vestir un
autentico espolín manual, ya que el precio seria elevadisimo. Hoy
casi todas las falleras, visten de tejidos brocados cuyo precio es
muy inferior y su efecto visual se aproxima bastante al espolín. De
ambas técnicas de tejido y de otras, hablaremos mas adelante.
La muestra o dibujo debería de
ser de pequeño tamaño y con efecto de salpicado sobre un fondo, que
podría ser de tafetán simple, de grodetur, de gro de Napoles, de
raso o de damasco unicolor o de dos colores.
El color del campo, si buscamos
una cierta autenticidad, debería ser sobre campo blanco, como lo
apreciamos en los documentos estudiados. Podrían ser correctos otros
colores con tonalidades claras, sobre los que resalte con naturalidad
los temas espolinados o realizados como sustitución con la técnica
de brocado. En el supuesto de utilizarse tonos medios u oscuros
debería de evitarse que fueran chillones.
Los colores de los temas también
deben ser discretos, evitando tonalidades chillonas y en lo posible
que estén matizados. Está siendo muy frecuente que los tejidos
actuales realizados por la técnica de brocado, se cree como fondo un
damasco de dos colores, en el que una de las tramas del damasco sea
de hilo de oro, plata o seda que destaque demasiado sobre la otra
trama.
Los tejidos son hoy por hoy el
principal problema que tienen los trajes de fallera. Las urdimbres
son gruesas y de mucho peso; las tramas que forman los tafetanes o
los rasos de los fondos también lo son, con lo que finalmente se
llega a un tejido grueso y pesado, que resulta difícil de coser y
que ademas y como principal problema, termina aplastando las enaguas
y haciendo que estas no cumplan con su misión estética de ahuecar
suficientemente el guardapiés y obligando a llevar otros elementos
ahuecadores que no corresponden.
El vuelo o amplitud del
guardapiés también es importante, las mujeres de mediana posición
en la época clásica de su utilización, solían llevar 6 o 7 caídas
de a tercia de vara castellana, lo que supone 334 o 389 cm en medida
actual. Ciertamente que si estas medidas las trasladamos a los
tejidos actuales con anchos que andan rondando la vara y media
castellana, necesitaríamos tres caídas de las actuales. Ademas
habría que tener en cuenta que el grueso de tejido impide la natural
caída, confiriéndole al guardapiés un aspecto duro y áspero,
totalmente distinto al que aparece como ejemplo en el cuadro que
anteriormente hemos reproducido de Agrasot.
También es importante el largo
en el guardapiés Este siempre debe ir proporcionado por supuesto a
la altura de la persona y por lo tanto la guía debe ser la distancia
del suelo. Dicha distancia, la deberíamos establecer entre una sexma
y dos ochavas de la vara valenciana; estaríamos estableciéndola
entre 15 y 20 de las actuales medidas en cm. Es totalmente incorrecto
llevar largos que van barriendo el suelo.
Con referencia a los cuerpos,
debo de hacer algunas matizaciónes sobre aspectos que deberían
tenerse en cuenta.
El cuerpo deberia de ser armado;
por supuesto de una forma correcta, con los materiales tradicionales,
que serian barbas de ballena, esparto, ramas de olivo o palmito, ya
que en la actualidad los comerciantes actuales, lo hacen colocando el
armado en una posición que no corresponde y con materiales
inadecuados. Y no es que sean materiales modernos sustitutivos, cosa
que podria ser entendible, sino que no cumplen la misión que deben.
En primer lugar, tengo
entendido o mas bien confirmado, que en el traje de fallera, las
mangas afaroladas nacieron como alternativa al justillo que dejaba
ver las mangas de la camisa. Este tipo de manga ya comenzó a
utilizarse en el siglo XIX dentro de la moda internacional, llegando
a popularizarse de una manera relativa, ya que toda la gente de
nuestros pueblos, especialmente los de interior nunca llegar a
aceptarla, siendo mas bien propia de las sirvientas de la ciudad que
de las labradoras de la Huerta. De cualquier manera este tipo de
manga forma hoy parte del traje de fallera y debe aceptarse como tal.
Panel
de azulejos del Palau de la Marquesa construido entre los años
1780-1790, actual sede del Ayuntamiento de Carcaixent.
En cuanto a que modelo de manga
debería usarse en un traje de fallera confeccionado de tejido
espolinado o brocado, he de apuntar que las valencianas dieciochescas
hicieron mucho uso de las llamadas popularmente mangas de hacha. Este
tipo de manga procedía de la casaca de mujer, pero terminó siendo
la preferida por las valencianas de cualquier condición.
Retablo
azulejos de la Casa Gran de Benicarló.
Podría llevarse también la
manga a la sangradura, es decir que llega a la sangradura del brazo;
o de zueco que la sobrepasa ligeramente, como podemos apreciar en
las figuras siguientes.
Jubón
de terciopelo de fondo en negro, guarnecido con doble encaje blanco y
negro. Tiene las mangas a la sangradura y la delantera hecha de
tafetán de color carmesí, imitando la forma un petillo. Colección
Ferrandis-Bermejo.
Detalle
de la manga de un jubón de seda, pintada a la manera de las
indianas. La manga es de zueco, es decir que sobrepasa ligeramente la
sangradura. Colección
Ferrandis-Bermejo.
Y todo esto por supuesto, sin
dejar de lado la manga larga.
Panel
de azulejos conservado en Museo Nacional de Cerámica y Artes
Suntuarias Manuel Gonzalez Martí. Valencia.
Con referencia a los
complementos indispensables de fallera, no haremos referencia en este
articulo y remito al lector al articulo publicado en el Libro Oficial
Fallero de este año. Precisamente la presentación de este, como ya
he indicado al principio, es la que me hace escribir el presente
articulo.
Tampoco quiero abandonar mi
interpretación de lo que debería ser el traje de fallera que imita
la moda dieciochesca, sin hacer referencia a una prenda importante y
que últimamente ha adquirido cierta importancia en el traje de
fallera. Se trata del petillo. Es esta una prenda, que si bien es
frecuente, si que la hemos podido detectar en algunos documentos.
Además he de decir que no necesariamente en dotes excesivamente
valorados, lo que indica que no era exclusiva de la gente acomodada.
Incluso tengo que confirmar que incluso aparece como vestido de una
esclava negra en el retablo de azulejos que se conserva en el Museo
Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias de Valencia, y que
reproducimos a continuación.
Entre los documentos estudiados
en esta muestra se encontraron 25 petillos, de los que solo
mencionaré uno como ejemplo, ya que dejo como pendiente un estudio
mucho mas detallado de esta pieza. Así pues, como muestra : 1064.
1.764. Camino de Torrent. Dote. Francisco Botella. 5109. Mariana Sese
y Baltasar Orti. Labrador. “Un petillo de hiladillo azul”.
El petillo, consistía en una
pieza que en la mayoría de las ocasiones era totalmente de forma
triangular y que se colocaba al pecho cubriendo la zona de
aproximación de las guías del jubón o casaca. Muchos jubones
llevaban en su parte delantera unas piezas de otro color, que hacían
el mismo efecto del petillo. Esto podemos verlo en el jubón negro de
la fotografía anteriormente mostrada.
Por otro lado, me consta la
producción en Granada de petillos que salían directamente del
telar, como se indica en un privilegio para poder establecer
producciones en cualquier lugar, en el se citan otros tejidos y nos
habla de “Petillos, que salgan de una pieza del telar”. No me
extenderé mas sobre esta pieza, ya que tengo la intención de
dedicarle un estudio especifico al conjunto formado por petillo,
paletina y delantal.
Petillo
de tafetán bordado. Colección Ferrandis-Bermejo.
Pasaremos ahora dar algunos
detalles del tejido que precisamente es el que da titulo al articulo.
El espolín. ¡ Cuanto se ha hablado de él en el mundillo
fallero!...¡Cuanto se les llena la boca a los mercaderes que de él
hablan!...Pero en el fondo continua siendo el gran desconocido.
La usuaria, es decir la fallera,
en muchos de los casos ni le preocupa, su atención se centra
principalmente en lo “mona” que estará con su nuevo traje, la
cantidad de dorado y ostentación que podrá manifestar cuando
desfile, especialmente en su presentación o en las de las demás
fallas amigas y como no el día de la Ofrenda a la Virgen.
El mercader, aprovechará la
ocasión para colocarle una tela lo mas relumbrante posible, al
tiempo que le ofrecerá la novedad mas “novedosa”, el diseño y
colores de moda de la temporada. Pero tanto una como el otro, lo mas
probable, es que desconozcan las características del tejido con el
que trafican.
En Valencia, se conocía como
verdadero espolín, el realizado sobre un fondo de gro de Tours,
conocido entre los maestros sederos y ordenanzas como grodetur y el
realizado también como el de Napoles, otros gros como el de París,
de Londres, de Africa, de China, de la India…ya no eran usuales y
no se consideraban por el el Colegio del Arte Mayor de la Seda como
auténticos espolines. Todas estas eran variantes del tejido básico
llamado gro por su efecto de grano y consistían en un tafetán con
un efecto acanalado, que se obtenía mediante diferentes gruesos de
trama o urdimbre.
No me detendré ahora a hablar
de las diferencias y pormenores de las variantes del gro, cosa que no
llevaría a una gran extensión de este articulo. Por otro lado,
estimo que esto debe quedar para otra obra que estoy preparando de
tipo diccionario.
Con el gro de tejido base, se
podían dejar bastas por trama que le conferían un delicado y casi
imperceptible efecto adamascado. A continuación se expondrán una
serie de fotografiás comentadas, con distintas variantes variantes
de tejidos espolinados.
Colección Ferrandis-Bermejo. Formó parte de un ornamento litúrgico
Ambas fotografías corresponden al mismo tejido, que está realizado sobre un fondo en raso por urdimbre, combinado en algunos momentos con un ligado tafetán para conseguir efecto adamascado en el fondo. El espolinado, está realizado con sedas y con entorchado de oro, aunque en las fotografías pueda parecer plata. Se trata de un dibujo de regulares dimensiones que hace pensar que debía de estar especialmente diseñado para ornamentos religiosos o cortinajes.
En el representado anteriormente
y los que vienen a continuación, se advierten dibujos mas acomodados
a guardapiés, aunque todos ellos podían utilizarse en ornamentos
litúrgicos En todos ellos se advierte el efecto adamascado del
fondo, que unas veces se consigue por combinación de ligados de raso
y tafetán; en otras ocasiones dejando bastas por trama y en otras
con una trama de distinto color.
En el representado anteriormente y los que vienen a continuación, se advierten dibujos mas acomodados a guardapiés, aunque todos ellos podían utilizarse en ornamentos litúrgicos En todos ellos se advierte el efecto adamascado del fondo, que unas veces se consigue por combinación de ligados de raso y tafetán; en otras ocasiones dejando bastas por trama y en otras con una trama de distinto color.
Colección
Ferrandeis-Bermejo.
Colección
Ferrandis-Bermejo.
En la muestra que viene a continuación y que podemos ver claramente el efecto acanalado del gro por la parte delantera, también tenemos un dibujo que podría tener mucha aceptación en ámbito fallero, por su colorido y por su aspecto brillante.
Veamos lo a continuación con mayor detalle por la parte trasera, en donde podemos apreciar claramente el ligado de la trama con la urdimbre y la imposibilidad con este tipo de ligado para formar damasco. Se trata del tejido llamado indebidamente “terciopelo otomano” o simplemente otoman. Básicamente es un tafetán con dos urdimbres, la primera tiene mucha torsión y con la trama teje el ligamento tafetán; la segunda teje el efecto acanalado y al tener poca torsión produce un efecto brillante, mullido y suave al tacto que resulta aterciopelado, lo que le ha valido impropiamente el nombre de terciopelo, sin tener nada que ver con esta técnica.
Se completa este tejido con un espolinado de sedas de varios colores que forman un atractivo dibujo de guirnaldas, ramos y cordones con borlas.
De gran complejidad, resulta el tejido de a continuación. Se trata de un fondo de ligado tafetán, en el que urdimbre es de color blanco y la trama verde; el gro se consigue por urdimbre y ser la trama de mayor grosor. La trama verde forma bastas largas que confieren al tejido un adamascado de dos colores. Presenta dos variantes de cintas, la una ancha y la otra estrecha; formadas a espolín y con hilo metálico dorado; a lo ancho del tejido se espolinan sin verdadera conexión entre ellos, pero distribuidos entre las cintas doradas motivos espolinados con bastas bastante largas de sedas en dos tonos de azul, dos tonos dorados, blanco e hilos metálicos dorados. Sobre las cintas espolinadas de hilo metálico, se espolinan también unos ramos alternados de cadenilla verde o marrón. Con todo finalmente resulta un tejido de gran vistosidad, pero de mucho peso, que aunque pudiese ser vistosamente para vestidos, tal vez se utilizase mas en ornamentos litúrgicos o lujosas tapicerías para muebles.
El Colegio del Arte Mayor de la
Seda de Valencia, durante el siglo XVIII era el mas importante de
toda España y sus maestros producían mas de doscientos tejidos
diferentes. Tejidos todos ellos que están sin estudiar y de los que
el Colegio parece no conservar en la actualidad ninguna muestra
física Es probable que la documentación en el conservada, pueda
permitir a los investigadores llegar a conocer algunos de ellos, pero
para esto seria necesaria una verdadera investigación de sus fondos.
Hace a hora 30 años pretendí
hacer la investigación de la documentación existente, pero la poca
predisposición del Colegio en aquellos momentos me hizo desistir y
olvidarme del asunto hasta ahora. La realidad del momento parece ser
distinta. Quiero agradecer a la actual Junta, su ofrecimiento
reciente para que re emprenda la investigación, cosa que llevo
intención de hacer en cuanto que mi disponibilidad de tiempo me lo
permita.
Además de los llamados
propiamente espolines, el colegio del Arte Mayor de Valencia,
producía:
Rasos espolinados de sedas en
todos géneros y colores.
Gorgueranes espolinados de seda.
Tafetanes espolinados en todos
los colores.
Tafetanes embutidos o
espolinados con una faja de tafetán y otra de ormesi, en todos los
colores.
Tafetanes dobles labrados que se
llamaban catalufas o bordadillos, en todos colores.
Rasos espolinados en seda, en
oro, y en plata.
Rasos o Medias telas en campo de
plata y flores de seda que llamaban primavera con flores de plata,
oro y seda.
Telapasada:
-Que se llamaban forja de plata
o verguilla.
-otra que se llama relampagos o
lampazos.
A continuación podemos ver la
fotografía de un delantal realizado con tafetán espolinado.
Colección
Ferrandis-Bermejo.
Este tipo de tejido fue
utilizado para guardapiés y aunque no aparece en los documentos
estudiados de la Huerta, si lo hace en otros lugares.
623.
1.786. Bocayrent. Dote. Salvador Tudela. Teresa Belda y Josep Molina
Calabuig. Comerciante. “Un tapapies de tafetán espolinado”.
Así mismo, aparecen
documentados en Castellón: “Un guardapiés de seda de mué a
flores azul a aguas” y en
Alicante, estudiado por José Luis Navarro, Jorge L. Cobos y
Guadalupe Samper: “Un
guardapiés de tafetán de campo blanco con flores”
Veamos también algunas
fotografiás de las lanzaderas, es decir de las tramas lanzadas con
un artilugio, que cuando en el telar se abría la calada, se lanzaba
de una parte a la otra tejiendo o se pasaba manualmente. Con ellas se
ligaba la urdimbre con la trama y formaba el dibujo en algunos casos
de tejidos y en otros el dibujo era formado por una segunda trama.
Lanzaderas.
Colección Ferrandis-Bermejo.
Continuamos con fotografiás de
unos espolines, pequeña lanzadera que recuerda a las lanzaderas
empleadas en el encaje de frivolité, y que en realidad se
diferencian de estas, en que están destinadas a ligadura para formar
el tejido, y que los espolines, solo a hacer pasadas de basta, sin
fortalecer el ligado de trama con urdimbre.
Espolines.
Colección Ferrandis-Bermejo.
Como podemos observar por las
fotografiás que hemos visto con anterioridad, hoy nadie fabrica
auténticos espolines, y los pocos que podemos conseguir, solo pueden
considerarse los parientes pobres de los producidos durante el siglo
XVIII. En la actualidad, se fabrican como sustitución de los
espolines otros tejidos realizados a la técnica de brocado, que de
alguna manera agruparía los brocados, brocateles y lampases. Estos
tejidos podriamos agruparlos llamándoles “telas pasadas”.
En primer lugar, tendríamos el
brocado, de este tejido hablaremos muy poco y lo dejaremos para un
estudio en profundidad que realizaremos en otra ocasión. No obstante
lo describiremos someramente y especialmente su técnica Se trata de
un tejido muy antiguo en España, de donde se se supone originario.
Ibn al-Khatib ya nos habla de que en Almeria funcionaban mas de mil
telares produciendo dicho tejido. Hasta el siglo XVI, fue un tejido
de importante producción en Toledo y Granada principalmente.
Técnicamente se trata de un
tejido tintado en madeja y a trama lanzada, en la que dicha trama
está constituida por hilos de oro o plata, que pueden ser tirados,
entorchados o briscados. Técnicamente todos los autenicos brocados
deben tener trama de hilos metálicos, pero no todos los que la
tienen son brocados, como son los damascos, brocateles o brochados.
Un dibujo clásico de brocado y que se utilizaba también para
guadamecíes, los cuales recibían también el nombre de brocados,
aparece en la fotografía de a continuación.
San
Cosme, en el Retablo de san Felix de la Colegiata de Xativa.
En la actualidad el tejido mas
utilizado para trajes de fallera, es el brocatel brochado. Es este
tejido, de tinte en madeja, parecido técnicamente al brocado, pero
cuyas tramas en lugar de ser de seda e hilos de metal, son de lino o
cáñamo y seda (actualmente artificial). A diferencia del brocado
que siempre tenia una sola urdimbre y varias tramas, el brocatel
puede buscar efectos de urdimbre, con lo que en la mayoría de los
casos tiene dos urdimbres. De este tejido, también pienso preparar
un trabajo especifico, por lo que haré una simple descripción
dentro de este trabajo.
El brocatel clásico lleva dos
urdimbres y por lo menos dos tramas, y los dibujos obtenidos por un
raso que generalmente es de ocho, que se levanta en masa, produciendo
un relieve sobre el fondo de efecto trama.
El brocatel brochado es similar
al brocatel normal, pero que tiene en el centro medallones y
mezclados con el dibujo, ramos de flores y antiguamente también
escudos de armas o emblemas. Se utilizaba para confeccionar ricas y
preciosas cortinas con guarniciones y centros.
Este tejido en Valencia, se
fabricó por la Real Fabrica de los Cinco Gremios con mas 60 portadas
de tela y mas de 10 de pelillo y por el Arte Mayor solo tenia que
fabricarse con mas de 52 portadas y media y mas de 10 y media de
pelillo. Tanto unos como otros debían tramarlos en el cuerpo de la
estofa, de lino y no de cáñamo; este debía ser blanqueado antes de
teñirlo. Las tramas que servían para hacer las flores debían ser
de pura y fina seda subida a dos cabos al torcer.
A continuación podemos ver una
muestra de brocatel por su parte delantera:
Y el mismo por la parte trasera:
Colección
Ferrandis-Bermejo.
Finalmente hablaremos del
lampazo. Según algunos, tomo el nombre de la hierva de este nombre
y que en origen era el tema principal de sus dibujos, que casi
siempre solían ser verdes. Para otros el llamarles lampazo viene de
llamp o relámpago El Arte Mayor, producía como ya habíamos dicho
“telas pasadas”, que se llamaban forja de plata o verguilla y
otra que se llamaban relampagos o lampazos.
Es un articulo que se conoce
desde muy antiguo, y en la Edad Medía, se conocían ya los lampazos
de las Indias como unos ricos tejidos, que en España se denominaban
paños de lampazo, y sus dibujos eran temas exclusivamente motivos
florales. Tampoco debemos confundir el lampazo de seda con otro
tejido también llamado lampazo que era de algodón pintado y que
venia de Oriente.
Por su técnica, el lampazo se
parece mucho a los tejidos brocatel y como ellos necesita una
montura mixta, Está compuesto de dos urdimbres, una de fondo, para
los efectos de raso, y otra llamada de ligadura que teje con dos o
tres tramas de colores, Las tramas son una de fondo, para ligar los
efectos de raso y las dos o tres de colores. que ligan con la
urdimbre para formar el dibujo.
Antiguamente era una tela casi
exclusivamente destinada para tapizar muebles, habitaciones y también
para colgaduras , que tiene fondo de raso y dibujos de dos tramas o
mas tramas. Los efectos de trama, que forman un tejido de punto
asargado muy sólido, y el raso del fondo, hecho con cinco lizos,
hacen de él uno de los mas fuertes de su clase. Sus dibujos son de
mucho efecto, y regularmente representan flores, arabescos,
medallones y listas, de regular tamaño y están combinados de manera
que pueden utilizarse presentando muy buen efecto para cortinajes,
asientos y respaldos de sillas.
Para concluir, quiero recordar
que la intención de este articulo era doble, por una parte, hacer
ver al lector que se debe diferenciar entre vestirse de fallera o de
valenciana y lo inadecuadas que resultan esas titulaciones en los
comercios de “Indumentaria Valenciana”. Yo recuerdo que hace unos
años se llamaban “la casa del fallero” y vendían artículos y
ropa para fallas. Ahora todos son indumentarias y saben “la leche”
de este tema.
Recuerdo
que cuando constituimos la Asociación Valenciana de Indumentaristas,
se planteo como que indumentarista, era el que se dedicaba al estudio
e investigación de la indumentaria. La realidad actual es que el
titulo se lo aplican todos los que tienen una tienda de ropa y que el
adjetivo de valenciana, todos los que hacen ropa de fallera y que
incluso en ocasiones comparten con disfraces, trajes de ceremonia o
de Moros y Cristianos. Un poco lo que hacían las antiguas roperías
de alquiler.
En segundo
lugar, recordar la gran estima de los tejidos y tejedores
valencianos, que destacaron en su época haciendo esplendidos tejidos
espolinados y que son los que deben de utilizarse en la confección
del traje de fallera, pero que no tienen porque hacerlo en el de
valenciana.
Otro tema
distinto es el vestirse de valenciana o de valenciano para los actos
falleros, pero de este no hablaremos en esta ocasión, ya que es mas
bien una cuestión política de la organización de la fiesta
fallera.
Para
terminar quiero recordar el hecho de que los grupos de música y
baile tradicional, deben de utilizar para sus actuaciones la
indumentaria histórica y nunca el anteriormente descrito como traje
de fallera. No obstante, he de advertir que últimamente se ha
montado alguna actuación precisamente recordando las escuelas de
baile de la ciudad y de otras ciudades importantes, en la que se ha
utilizado ese traje propuesto por los pintores de finales del siglo
XIX y primeros del XX. En casos como este, estoy totalmente de
acuerdo, ya que se trata de la recreación de una época determinada.
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