Con la intención de retomar las publicaciones en este blog, he decidido ir incorporando algunos artículos que en realidad son borradores de lo que con posterioridad irá apareciendo en el blog del Diccionario de Indumentaria.
El motivo de haber seleccionado esta entrada, es porque he advertido que en el ambiente fallero, se le llama chapín al zapato en general que llevan las falleras. Con la lectura de este articulo, se podrá advertir que es totalmente incorrecto.
También quiero advertir al lector que al tratarse de un borrador, se encontrará que en algunos momentos lo escrito parece incompleto y que falta algo. La verdad es que este articulo cuando esté terminado y listo para colocar en el diccionario, será mucho mas extenso.
El chapín.
Valenciano : tapíns, japíns,
xapíns.
Aunque aparece en documentos del siglo XIV, el primer
diccionario que lo registra es el Dictionarium hispano-latinum de Antonio de
Nebrija. Salamanca.1495. Que indica : el Chapin de muger.LAT. Solea, solae,. Sandalium:
Chapinero que los haze. Chapineria donde se venden. sandaliarium. Solea/ae. por
alcorque o chapin . Soles/ ae. por la herradura para herrar. Como vemos
lo iguala a alcorque.
Pedro de Alcalá en su Arte para ligeramente saber la lengua araviga, en 1515, transcribe
el termino de chapín como chipin. Lo que corrobora Mármol, en sus Guerras civiles de Granada,
llamandolos chapinitos. En el Vocabulario de Germania de Juan Hidalgo,
publicado en 1609, les llama adornos.
Sebastián de Covarrubias nos lo describe en 1674, como:
Calçado
de las mugeres, con tres o quatro corchos, y algunas ay que llevan treze por
docena, y mas la ventaja que levanta el carcañal. En muchas partes no ponen
chapines a una muger hasta el día que se casa, y todas las doncellas andan en
çapatillas.
El diccionario de la RAE, lo registra en 1729, como: Calzado
propio de mugeres sobrepuesto al zapato, para levantar el cuerpo del suelo; y
por esto el asiento es de corcho, de quatro dedos o mas de alto, en que se
asegura el pie con unas coregüelas o cordones. La suela es redonda, en que se
distingue de las chinelas. Oy solo tiene uso en los inviernos, para que
levantados los pies del suelo, asseguren los vestidos de la inmundicia de los
lodos.
Esteban Terreros en 1785, hace eco de los anteriores y
dice: Especie de calzado. En España los hai de varias especies. Se dice poner
en chapines, a casarla, porque solo podían traer chapines las casadas. Chapin
de ataujia, era el bordado en seda y oro con variedad de colores. Chapin-zanco,
era el chapin mui alto.
Juan Corominas en su Diccionario crítico etimológico
de la lengua castellana. Madrid.1954. v.2, p.23, dice que chapín se deriva del sonido
chap, chap, que hace el zapato al andar arrastrando los pies. Pero yo
veo otra posibilidad, que hasta el momento nadie ha mencionado. Creo que seria
posible que su etimologia pudiese venir del valenciano tap, que es el tapón de
corcho, precisamente el material utilizado para la construcción de los tapines.
Términos relacionados con chapín son: Alcorque, zueco, coturno, chanclo, chinela, servillas, patínes, soleta, pantuflo, abarquetas, polaina,
zapato, borceguí, botín, botina, calzado, corchos, galocha, mulillas, chapel…
Otros
términos relacionados con su producción: Ataujia, bedellín, branca, brindel,
capellada, chapinero, chapineria, manigordo, obra prima, alcorza, virilla, plantilla,
oropel,
Probablemente el origen del chapín, habría que
buscarlo en el coturno griego. El coturno, fue un zapato utilizado por los
actores principales, para diferenciarse de los secundarios, denotando así su
mayor mayor nivel.
El coturno, continuó utilizándose durante todas las
épocas, como indumento especifico de las representaciones teatrales ambientadas
en la epo clásica, y especialmente en el Barroco. Pedro Calderón de la Barca,
en el Veneno y la triaca, parece darnos a entender que incluso son una misma
cosa:
El coral, árbol del mar,
de su seno azul turquí
sacaré, y pegada a él,
haciéndosela escupir,
la espuma de la ballena,
convertida en ámbar gris;
por que la tierra, y el mar,
obedientes a este fin,
te tributen sus tesoros,
para adornar y lucir
las cintas de tu coturno,
los lazos de tu chapín.
Los chapines eran
calzado más propio del traje de las damas de la Corte, incluso existían
diversas pragmáticas de los siglos XVI y XVII, que obligaban a las señoras a
llevar chapines con los fundamentos de ruedo. Sus características principales y
distintivas eran no tener talón y su gran altura de suela.
Carmen Bernis, los
considera como una prenda genuinamente de la mujer y española que dio características
especiales al traje femenino español del siglo XVI e influyó también en las
modas europeas de entonces. Los comerciantes genoveses y venecianos, se
encargaron de difundir la moda entre las clases altas de todos los lugares en
los que practicaban el comercio, lo que supone que era una buena parte de Europa.
Lo
cierto es que en un texto anónimo, que parece ser una autobiografía del propio
Esteban Gonzalez, y que se titula La vida y hechos de Estebanillo González,
hombre de buen humor, dicho texto se publicó en Amberes en 1646 y en Madrid en
1652. Al parecer se trata de un acompañante del duque de Amalfi, y en el, se
indica que los chapines, al menos en aquella época, no se utilizaban en
Alemania: Llegamos a Viena, adonde sin limpiarse las botas de las salpicaduras
del camino fui a besar la mano a la Cesárea Majestad de la Emperatriz María, la
cual, con ser yo pequeño y no usarse en Alemania chapines, me hizo grande del Sacro Imperio; mandome cubrir como a
potentado.
Otro texto anónimo, aunque atribuido a Cristóbal de
Villalón o Andrés de Laguna, titulado el Viaje de Turquía o la odisea de Pedro
de Urdemalas. (1557), en la que se relata un supuesto viaje, pero que habría
que pensar que fue un viaje real del autor, aunque nos propone como nombre el
de Pedro de Urdemalas, conocido personaje folclórico que forma parte del
folclore popular español de la mayor parte de la península y que habría que
hacer un profundo estudio de este personaje, probablemente aragonés, nos viene
a documentar que el chapin no era conocido en ciertas partes del mundo: Pedro.- Muchas maneras de chamelotes y de diversos
colores, y otras telillas, y muy buen paño finíssimo y bien guarneçido, aunque
tampoco pueden echar toda la guarniçión que quieren. Mata. -¿Traen por
allá chapines? Pedro. -Ni mantos, si no es en Siçilia. Juan.
-¿Con qué van a la iglesia? Pedro. -En
cuerpo, y darán por llebar aquel día una clabellina, jazmín o rosa, si es por
este tiempo, uno y dos ducados.…
Pedro.
- En toda Levante, digo, en cuanto manda el turco, no hay mujer de condición ni
estado ninguno que no traiga zaragüelles y se acueste con ellos, y no se les da
nada que las veáis en camisa. Juan. -Ése es buen uso. ¿Traen chapines?
Pedro. -No saben qué cosa es. Mata. -¿Qué hábito traen? ¿cómo
bisten? Pedro. -Yo os tengo dicho que si
no es en el tocado, todo lo demás …
El chapín era un
calzado que podía ser extremadamente lujoso, ya que por sus características
permitían la decoración con materiales ricos, a pesar del gran deterioro que se
producía de arrastrarlos continuamente por el suelo y especialmente, si tenemos
en cuenta el estado de las calles, que cuando llovía se convertían en verdaderos
lodazales y charcos, que en muchas ocasiones serian infranqueables por las
mujeres.
María de Zayas y Sotomayor, en El castigo de la
miseria, los cita como un objeto de mucho valor: con menos razón, quiso tomar un
faldellín para salir a buscar su fugitiva criada; mas ni él, ni el vestido
rico, con que se había casado, ni los
chapines con viras, ni otras joyas que estaban en una salva, porque
esto y el vestido de don Marcos, con una cadena de doscientos escudos…
Por una descripción de José de Acosta,en su Historia
natural y moral de las Indias, publicada en 1570, conocemos que en ocasiones
los chapines podían ir cuajados de perlas: Fueron locuras de aquellos tiempos éstas, y
las de los nuestros no son muy menores, pues hemos visto no sólo los sombreros
y trenas, más los botines y chapines de
mujeres de por ahí cuajados todos de labores de perlas…
Podríamos pensar por esta razón que los
chapines serian exclusivos de las importantes clases sociales, de damas de alto
linaje y de reinas, pero no era así, ciertas clases intermedias los poseían o
incluso se utilizaban en tareas agrícolas por las labradoras. Es el caso de las
capitulaciones matrimoniales de Isabel del Barco, labradora de Zaragoza que
aporta: unos chapines de paño nuebos.
AHPNZ, 1607, Protocolo de Mateo Villanueva, estudiado por Israel Lasmarias Ponz.
Cierto es que los materiales y decoraciones de las mujeres con alto poder
adquisitivo, serian totalmente distintas de las labradoras y menestralas que no
podían hacer grandes esfuerzos económicos.
Las clases intermedias debian considerar el
chapin como prenda importante, ya que se hace constar en testamentos junto a
ropas caras y joyas, veamos el testamento de Gaspar de la Plaza, platero de oro
de Madrid, en el año 1.617. AHPM, Diego Ruiz de Tapia, Prot. 2283, fols.
942-947vº: - Ítem, yo, el dicho Gaspar de Plaza, mando a la dicha Leonor Romano,
mi mujer, el oro, plata y joyas que tiene la susodicha de su servicio y
sortijas de piedras finas de diamantes, rubíes, esmeraldas y zafiros. Y sólo
con que ella diga que las /(fol. 944vº) joyas que señalare son de su servicio
se le den sin otra prueba alguna y más un vestido de los suyos, el que ella escogiere
desde la camisa a los tocados, manto y chapines. Y esto la mando por el mucho
amor que la tengo y lo que la debo de los muchos regalos que en esta vida me ha
hecho para que haga y disponga de ello libremente como quisiere.
Degollación
de San Juan Bautista. Maestro de Miraflores. Procedencia Museo de la Trinidad.
1490-1500. Actualmente en el Museo del Prado.
Pedro Fernandez de Navarrete,
en su Conservación de monarquias y Discursos políticos, recrimina duramente la
utilización del oro y los diamantes para la confección de chapines. Claramente
se evidencia lo excesivo que resultaria el uso de estos materiales para una
prenda que al fin y al cabo estaba destinada a rodar por el suelo y
enbarrizarse en caso de lluvia: Ha llegado el exceso á tanto, que algunas
mujeres han comenzado á poner en los chapines virillas de oro, y no ha faltado
quien las haya claveteado con diamantes, exorbitancia y exceso que no
conocieron las Faustinas y Cleopatras.
Alfonso de santa Maria
de Cartagena, judío converso que fue obispo de Burgos, diplomático, historiador
y escritor, en su Discurso sobre los malos trajes, censura el empleo de paños
de mucho coste y de sedas en el forrado.
Continua después
insistiendo sobre el Asunto, quejandose de la plata empleada en varias cosas,
entre ellas en los chapines: Hay en el día de hoy mucha ocupada en
servicio de mesa, en cántaros, en bacías, en bufetes, en virillas de chapines,
en ramilleteros y en tiestos para yerbas, y otros vanos ministerios…También han
reparado algunos en la mucha cantidad de plata, que ocupada en virillas de
chapines, hace falta para el comercio del reino, cuya riqueza consiste en el
continuo manejo del dinero…
O en otro texto de Pedro Hernández de Villaumbrales y
que se titula Peregrinación de la vida del hombre, nos indica la utilización de
materiales preciosos: Sus chapines eran de terciopelero verde cercados de piedras de
diamantes. Y otro de similares características de Diego de Colmenares
en
Historia
de la insigne ciudad de Segovia y compendio de las historias de Castilla. 1618,
donde dice: “y en las mujeres era el esceso de galas tanto, que algunas despreciando
la plata, por tan común, habían osado echar en los chapines virillas de oro con clavos de diamantes….”
Aunque el termino chapin o tapí en valenciano,
parece designar a toda una pequeña familia de calzado, lo cierto es que no he
encontrado documentos que el zapato masculino se le llame chapín, en cambio
todos los documentos y autoridades que conozco nos indican chapines femeninos. En cambio en el Libre del Mustaçafde Valencia, se
indica este hecho: ..top tapi de hom y de dona. Tambien
las ordenanzas de Barcelona nos hablan de tapines para hombre y que además
deberían ser muy similares a los valencianos: Si donchs no eren sclops o tapins
o qualseuol altra cossa que servesca per a home, 1475 (Ordenanses de la
confraria del ofici dels tapiners, picadors e pintors de tapins de la ciutat de
Barcelona -5475.1633- vof 5. The Hispanic Society of America, New York.
En el Archivo de Protocolos
de Zaragoza, año 1519. se conserva entre los protocolos del notario, Luis
Navarro, el inventario de los bienes muebles que fueron del matrimonio formado
por Johan de Aynsa, Infanzón y mercader, y de Thomasa Crexencan, vecinos de
Zaragoza, en el que se citan: Ytem un par de chapinetas de hombre.
Es este el único documento que conozco, en que al chapín masculino, se le llama
chapineta.
Los chapines eran
calzado de mujeres adultas, como ya nos lo indica Covarrubias en su diccionario
y que alude Luis de Góngora cuando, en el Romance de Píramo y Tisbe dice,
refiriéndose a la edad de Tisbe: entre mozuela y rapaza, pocos años en chapines, con reverendas de
dama.
Cierta costumbre castellana era que en el día
de la boda comenzaran las mujeres á usar el chapín, por lo que vulgarizó la
frase que decía que la que se casaba se la ponía en chapines. Un texto de Fernán González de Eslava de 1569,
titulado Coloquios espirituales y sacramentales, lo corrobora: Merecimiento.
- A las bodas, y en entrando al Esposo le demando que merezca yo besar la
tierra que va hollando. Nueva España. - Yo querría los chapines llevar a la desposada.
A esto mismo, hace
referencia el propio titulo de una rima de Bartolomé Juán Leonardo de Argensola,
y que lleva por titulo: A la duquesa de Villahermosa, doña María de Aragón,
cuando, saliendo de Menina, se calzó chapines. Dejando claro que era
precisamente el paso de mozuela, a lo que en aquellos momentos se considerba
mayor de edad. En la misma linea nos habla Gabriel Bocángel y Unzueta, en su
obra La lira de las musas:
A una señora muy bella, el primer día que se calzó chapines Décimas Ya no sin trono reside el ídolo de la Corte; ya más elevado el norte riesgos mayores nos mide.
A una señora muy bella, el primer día que se calzó chapines Décimas Ya no sin trono reside el ídolo de la Corte; ya más elevado el norte riesgos mayores nos mide.
Caso similar era el
entrar en profesión de alguna orden religiosa, y así lo describe Francisco de
Herrera Maldonado, en una de sus epístolas, en la que nos habla de la profesión
de su hija, y que fue publicada en el año 1624: No vi
en mi vida tan hermosa dama, tal cara, tal cabello y gallardía : mayor pareció
a todos que su fama.
Ayuda
a la hermosura la alegría, al talle el brío, al cuerpo que estrenaba
los
primeros chapines aquel día... Pero mejor el Ángel de la Guarda, que la llevaba
a su divino Esposo, para quien años deciséis le guarda.
El
chapín, parece formar parte obligatoria del dote de cualquier mujer de cierto
poder adquisitivo, como nos lo indica Antonio Liñán y Verdugo, en su Guía y
avisos de forasteros que vienen a la Corte: son grandes los desórdenes á que
han llegado los gastos de las mujeres, y que gastan más ahora en aceites, en
cintas de colores y en virillas para los chapines, que antiguamente se daba en dote á una mujer de
mediano estado. -¿Quién tiene la culpa de eso -dijo el Maestro- sino ellos?...
En Galicia, había una
costumbre de que terminada la boda, la novia pasaba el zapato entre los
asistentes a la ceremonia para recaudar fondos para el matrimonio. Probablemente
esta costumbre era un recuerdo del antiguo tributo llamado “chapín de la reina”,
recaudado para subvencionar las bodas reales.
De esto
nos habla Prudencio de Sandoval en su obra Historia de la vida y hechos del
Emperador Carlos V: En Castilla
ninguno puede haber mayor, porque como lo sabemos los que tenemos vasallos,
todos están tan necesitados con haber crecido tanto el servicio, y ser tan
contino, que no acabamos de cobrar nuestras rentas; pues, ¿qué, habiendo sobre
esto sisa? Así que todo lo que tenemos, con mucha parte de ello se nos iría en
lo que pagaban nuestros vasallos a Su Majestad, y aunque viviendo Su Majestad,
como placerá a Dios que viva más que nosotros, se haya de creer que nos
guardará lo que nos ofrece, que sea por tiempo limitado la sisa, ¿qué seguridad
puede haber de que los reyes que después hubiere lo cumplan así con nuestros
sucesores? Que todos los más creo que sabemos que el servicio que agora hay,
vino de las Hermandades que los Reyes Católicos pusieron al tiempo que
comenzaron a reinar, y tras ellas vinieron las que se repartió para los
chapines de las infantas, y cuando esto cesó, entró en su lugar el servicio, y
al comienzo era muy poca cosa, y de tiempo a tiempo agora viene a ser contino,
y pagarse en cada un año cien cuentos.
Dice Luis Cabrera
de Córdoba en Historia del rey Felipe II, precisamente sobre este asunto que: los
procuradores de Cortes (1599) han concedido a S. M. el servicio ordinario, que
son 150 cuentos y otros 150 cuentos para los chapines de la Reina.
Pienso
que el chapín pudo llevarse directamente sobre el pie, pero lo normal y de lo
que tenemos constancia es de llevarse sobre otro calzado blando como era la
servilla o gervilla. Parece dejar constancia de ello la cita de Jorge Manrique,
en Elvira de Castañeda, donde da a entender que chapines, escarpines y
chinelas, eram para utilizarlas conjuntamente:
Y en el un pie dos chapines
y en el otro una chinela;
en las manos escarpines,
y tañendo una
vihuela;
un tocino,
por tocado;
por sartales, un raposo;
un brazo descoyuntado
y el otro
todo velloso.
En el Arancel de
zapateros de Navarra, 1552, fol LIX, se indica claramente que había: zapatillas
para con chapines y las de para sin chapines de bedellin y de lanigordo. De ello hace eco Miguel de Cervantes Saavedra, en El
ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, dando a entender que el largo de
las faldas, unido a la altura del chapín, ya no dejaban ver las zapatillas: en
zapatillas, algo feas, porque las basquiñas y ropas de sedas y brocados, que
están cortadas a la medida de la disposición que tienen sobre los chapines, les vienen largas de tal
modo que arrastran dos palmos por el suelo; y así no dejará esto de ser alguna
pequeña imperfección en la dama.
También
debieron de utilizarse con escarpín que se colocaba debajo de la calza y esta
directamente con el chapín. Y así nos lo indica Mosén Jaume Roig, en Lo libre
de les dones, dentro de una extensisima relación de prendas de indumentaria,
joyas y perfumes: …prou atzebeja, claver, correja, bossa, aguller, pinta, crencher,
stoigs, gavinets, guants, ventallets, calçes, tapins, ab escarpins de
vellut blau, mig cofre e clau…O sobre las chinelas como nos dá a
entender Juán Luis Vives, en uno de sus dialogos, en el que Belio le dice a
Gomecillo: Pues sujétala con un alfiler para que no cuelgue. Dame los cenojiles o
ligas. A lo que contesta Gomecillo: Ahí los tienes. Ya te preparé los
chapines con las chinelas cubiertas bien limpias de polvo.
En Las lágrimas de Angélica. 1572. Luis Barahona de
Soto, la dama en cuestión. Parece no haberse aun puesto los chapines y andar
solamente con mulillas. De toda manera por el momento aun no tengo claramente
cual era el calzado denominado mulillas. Y dice así: después colguéme un medio
verdugado, que como quiera han de pasar cochura las damas, y cual vez traigo
esterillas, y cuál voy sin chapines
en mulillas. Con esto voy no menos elegante que fui, cuando más moza
antiguamente…
Finalmente una cita de Francisco Eximenes, en el Carro
de les dones, nos indica que tambien podían llevarse con polainas: que
todas van de fiesta todo el día, cantando en francés todas almizcladas y con
olor de Timem (?), y solamente de punta tocan en tierra cuando van en chapines
y polaynas.
Sobre las características esenciales que ya hemos
comentado con anterioridad, una era la altura. Esta fue criticada y reida
continuamente por la mayoria de los escritores de la época. El confesor de
Isabel la Catolica, fray Hernando de Talavera, en su Tratado de los pecados que
se cometen en el vestir y en el calzar, nos dice hablando de los chapines: Son
de diversa manera obrados y labrados, castellanos y valencianos; y tan altos y
tan gran cuantidad, que apenas hay corchos que los puedan bastar.
Posteriormente Bartolomé Jiménez Patón, en sus Comentarios á dicho tratado, añade: Se veían chapines casi tan altos
como las mismas mujeres, pues los
había de 24 corchos y chapines y xervillas que tenían de coste 700 reales.
Covarrubias coincide
con Talavera en admitir que los chapines podían aumentar en un codo la altura
de una mujer, cosa que podría parecer imposible si no existiesen en el Museo de
Cluny ejemplares venecianos del siglo XVI catalogados como midiendo 49 cm . de altura.
Chapin veneciano del siglo XVI.
Juan Cortés de Tolosa, en su Lazarillo de Manzanares
en 1620, nos hace una descripción exagerada de lo que elevaban la estatura: Considero
yo por tara los chapines, ya
queda una mujer media, sin ropa, basquiña y faldellín, ya no queda nada, y más
si se pone un capillo de lienzo en la cabeza. O Francisco de Quevedo en
Los sueños, que la reduce a la mitad: Si la besas te embarras los labios; si la
abrazas, aprietas tablillas y abollas cartones; si la acuestas contigo, la
mitad dejas debajo la cama en los
chapines.
Un texto de Francisco López de Gómara, su Historia
General de las Indias de 1538, en que nos hace la siguiente reflexión: no
son menores las indias que las mujeres de acá, sino que como no traen chapines de a palmo ni de palmo y
medio, como ellas, ni aun zapatos, parecen chicas… Son muchas las
referencias que aparecen a la utilización de chapines en los territorios de las
colonias. En el Inventario de los bienes de María Ruiz de Monjaraz en 1.566,
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España, publicados por José Miguel
Romero de Solís, aparecen: Un par de zapatos de vaqueta, 6
tomines; dos pares de chapines de cuero, 4 pesos; unos alcorques, 2 pesos; unos zapatos de cordobán, 1
peso y 2 tomines…En este documento podemos ademas apreciar que la
propietaria tenia varios tipos diferenciados de calzado y que los alcorques son
distintos de los chapines.
De la ciudad de Arequipa en el año 1.551, de donde conocemos los precios de
las operaciones realizadas en los chapines: De armar unos
chapines trayendo el terciopelo o paño dos pesos…De unos chapines de cuero
poniendo los corchos dos pesos. Fray
Toribio de Motolinía en una carta de al Emperador Carlos V. 1555, nos comenta
sobre la producción de chapines en las colonias americanas: Han deprendido a curtir corambres, a hacer fuelles de
herreros, y son buenos zapateros, que hacen zapatos y servillas, borceguíes, y
pantuflos, chapines de mujeres, y todo lo demás que se hace en España: este
oficio comenzó en Michuacán, porque allí se curten los buenos cueros de venados.
El colmo de la exageración en altura llega con la
descripción de Jerónimo Alcalá, que en su Donado hablador, escribe: «Salió,
pues, mi deseo de dama, vestida á lo grave, alta de cuerpo, muy derecha, sobre
media vara de chapines con sus virillas de plata de un gran xeme.».
Media vara castellana equivaldria a casi 42 cm , lo que resulta casi increible. Pero el
ancho de la virilla es tambien sorprendente, ya que si tenemos en cuenta que el
xeme, o eixem en valenciano, es la medida que depende mas que ninguna de la
mano con que se mida, tendriamos que un gran xeme, como se indica en el
documento, nos situaria con un ancho superior a 14 cm .
Chapin de finales del siglo XV,
realizado en madera y piel, que mide 50 cm de altura. Museo Correr de Venecia
Y esto no solo entre los autores españoles, es el caso
de William Shakespeare, que pone en labios de su Hamlet: Vuestra merced está más cerca del
cielo que la última vez que la vi desde la altura de un chapín.
Lope de Vega, en El perro del hortelano. 1598, los
equipara a balcones: No la imagines vestida con tan linda
proporción de cintura, en el balcón de unos chapines subida. Con todo esto queda claro que los autores
del momento, tienen la opinión generalizada de que una mujer vestida con saya o
con saboyana y basquiña o guardapies, resultaba un total engaño. Asi lo
manifiesta Francisco de Quevedo en un Romance titulado Instrucción y documento
para el Noviciado de la corte, en que denuncia: Altas mujeres verás, pero son
como colmenas: la mitad huecas y corcho, y lo demás miel y cera. Entre mentiras
de corcho y embeleços de vestidos la mujer casi se queda a las orillas en lío.
Tomás de Trujillo en un libro llamado Reprobación de
trajes, y abuso de juramentos. Estella, 1563, critica duramente los chapines,
llamándolos deshonestos y profanos: Las mugeres que quiere enmendar la cantidad
de sus cuerpos, y la proporción de sus estaturas, con chapines profanos de como
el omnipotente Dios las hizo se quexá del, y de la hechura de sus manos
acrescentando la estatura con chapines muy altos, y deshonestos: querido
reprehender a Dios por te haver hecho tan baxa, y a tus ojos desproporcionada.
No tienes temor que por verte assi tan disfrazada, y trováda, de como el te
hizo. Tu no eres obra de mi mano ni hechura a mi semejanza . No es mi intento
por lo que tengo dicho generalmente prohibir a las mugerés el uso de los
chapines: porque les son provechosos para dos cosas. La una, que se sirven
dellos como de coxines y assientos, convenientes para ser calidos. La otra, que
por ser de tanto embarazo, hazen tener mas quietud a muchas de la que tuvieran:
si zapatos tan solamente calçarán, Assi
que bien vsados, son tan prouechosos para la salud del cuerpo y para la
modestia exterior de las costumbres.
Pedro
Berruguete. Santa Elena, reina de Constantinopla buscando la Cruz. Museo de la
parroquia de Santa Eulalia. Paredes de Nava. Palencia
De la misma opinión es El tratado sobre el vestir,
calzar y comer del arzobispo Hernando de Talavera. Escrito en Valladolid en
1477, en el que el arzobispo critica duramente el despilfarro que suponian los
chapines, al tener que hacer los vestidos mucho mas largos de lo que se
deberia: Y cresce tanbien en esto la demasia y el peccado quando sin prouecho
alguno anda todo ello por el suelo arrastrando, especialmente quando trayan
faldas que auian menester poco menos cherrion para leuarlas. Y avn no es sin
peccado traer chapines muy altos que hazen crescer la costa e quantidad del
paño, demas de ser pecado de soberuia y de mentira, ca se fingen con ellas y se
muestran luengas las que de suyo son pequeñas, e quieren emendar a Dios que
hizo a las mugeres de menores cuerpos que a los onbres.
Las
Cortes constitutivas de la Generalitat Valenciana, celebradas en el convento de
Predicadores en 1418, en su rubrica XXII, establecen las disposiciones sobre la
forma de vestir y sus limites. Solo haremos referencia a los articulos que
afectan a este tema:
- Alcuna dona
de qualsevol ley, estament o condició que sia en lo dit regne no gos portar ne
rocegar dins lo dit regne faldes de tres palms de largaria avant los quals tres
palms sien comptats de terra estant la dona ab tapins’ (VII).
- Alcun sastre
no gos tallar alcuna roba de dona que haja pus de tres palms avant de faldes’
(VIII).
- Alcuna
persona habitadora del dit regne… no gos ne presumesca metre ne fer metre ne
portar alcuns vestirs, robes, ligars, calçars o altres arreaments dor, argent,
perles, pedres fines, brodadura, orfaberia, argentaria, fullateria, bollateria
o altre semblant obratge….’ (IX).
- Alcuna dona
no gos portar tapins cuberts sino de cuyr o oripell sens flocadura alcuna’
(XI).
Como
vemos estos artículos, establecen para el reino valenciano que en esta epoca,
que las delanteras de las faldas no puedan tener mas de tres palmos valencianos
(aproximadamente unos 68 cm ) incluyendo
en ellos los chapines; que no se puedan llevar en ellos guarniciones de oro,
plata, perlas, piedras finas, bordados, flocaduras y otras obras similares.
Precisamente todos los excesos que parecen producirse mas tarde durante la
época barroca.
Precisamente sobre este tema de que se llevase el
largo de las faldas, de forma que no se viesen los pies nos hace detallada
descripción Mme. D'Aulnoy, en su Relation du voyage d'Espagne: Estas faldas son
tan largas por delante y por los lados, que arrastran siempre mucho, y jamás
arrastran por detrás. Las llevan a flor de tierra; pero prefieren tropezar al
andar, afin de que no se pueda ver sus pies, que es la parte del cuerpo que
ocultan más cuidadosamente.
Pietro Bertelli realizó al menos tres versiones de su grabado de la cortesana. En esta versión se levantaba una solapa que dejaba ver la ropa interior y los chapines.
Así mismo, se critica tambien el largo excesivo de las
faldas con la intencion de no dejar ver los pies, lo que probablemente hizo que
la falda adquiriese entonces el nombre de guardapies y lo conservase aun muchos
años después, aunque su largo ya se hubiese acortado. A esto hace referencia el
dominico Juán Bautista Labát, en su Viaje a España e Italia, a principio del
siglo XVIII, nos habla de esa costumbre: Las mujeres que van a pie por las calles
jamás se recogen sus faldas ni sus guardapiés por mucho barro que haya; es más
decente recoger un pie de barro y de porquerías que dejar ver la punta del pie,
porque una mujer que deja ver su pie a un hombre le declara por eso que está
dispuesta a concederle los últimos favores.
En realidad, durante toda la época del barroco, los
pies de las mujeres eran ocultados por el largo de las faldas, considerandose
el mostrar los pies algo indecente y de alto contenido erotico. El texto
anterior del dominico Lavat y el de a continuación de Pierre de Villars,
marqués de Villars y embajador francés en España, nos dan una clara idea de
hasta donde llegaba la importancia de mostrar el pie. Villars describió en sus
Memorias de la corte de España desde 1679 hasta 1681, de un percance de la
reina, en el que queda manifiesto lo indiscreto que era el tocar los pies de
una dama: Nadie osaba socorrer á la reina, porque
no se permite á ningún hombre tocarla y principalmente en el pie, á menos
que no sea su primer menino, que le pone sus chapines: estos son una especie de
sandalias donde las damas meten sus zapatos y esto las levanta mucho.
Independientemente de elevar la altura de las mujeres,
el chapín, tenía otra misión que era el impedir el contacto de las zapatillas,
pantuflas, servillas, polainas u otro calzado femenino mas delicado con el
suelo, evitando así que se enlodase con el barro. Debemos de tener en cuenta
que las calles del momento, no estaban ni siquiera empedradas y en cambio lo
estaban llenas de excrementos de caballerias y trasiego constante de ganados. Francisco
de Quevedo, en su soneto titulado: A las sillas de mano, cuando acompañadas de
muchos gentilhombres. Nos lo indica: Una silla es pobreza de una boda pues
acompañada en oro y en vidrieras, antes la honra que el chapín enloda.
Vittore Carpaccio. Dos damas venecianas. 1.490. Museo Correr.
Se aprecian los chapines en el suelo junto al niño y lo sobrado que
les quedan las faldas al no llevarlos puestos.
Aunque no todos los
chapines fueron tan altos, es el caso de los que en las ordenanzas sevillanas
de 1517, donde se usa el termino chapel bajo para designar un zapato con sólo
dos capas de corcho.
Sepulcro
de doña Elvira de Acebedo en monasterio de Santa Clara de Tordesillas
(Valladolid). Capilla del contador Lope de Saldaña.
y
Sepulcro de María de Perea, originalmente en la iglesia de San Pedro de Ocaña (Toledo). Actualmente en Londres. Victoria and Albert Museum.
Tirso de.Molina, en su obra
titulada Por el sotano y el torno, nos habla precisamente de los chapines
bajos:
Salieron las
dos hermanas;
que a ser
tres como eran dos,
las tres
gracias en mentira
fueran
verdaderas hoy.
Iban en
chapines bajos
hacia la
Puerta del Sol
También los reseñan Juan Cortés de Tolosa, en su
Lazarillo de Manzanares, en 1620: ¡Libre Dios de la procesión de lechuzas las
bolsas de todo fiel cristiano el día que mi señora y otras cuatro amigas salían
determinadas a chuparlas en chapines
bajos, y la mayor de la mano con la madre de otra de las amigas…Y
Jacinto Polo de Medina, en su Fábula de Apolo y Dafne, en 1640: ¿Quién
es esta señora?, y él mismo se dirá: Será la Aurora; ¿quién había de ser cosa
tan bella? O es en chapines bajos
una estrella? ¡Qué de cosas te pierdes…
Chapel o chapin bajo de la Colección
Rocamora.
Debido a la altura y construcción el chapín estaba
obligado a producir un gran sonido al andar, provocando ademas una gran
inseguridad entre las usuarias, a lo que aluden en los textos. Asi lo hace la
anonima Biblia romanceada judío-cristiana. Real Academia Española codice 87: Dixo
Adonay por quanto se enaltesçieron las fijas de Sion y andovieron tendidas de
garganta y los ojos alcofoladas y andan los chapines ssonando y con los sus pies rressuenan. y llagara
el señor la mollera de las fijas de Sion y Adonay las sus verguenças
descobrira. O a Lope de Vega en La
Dorotea. 1598: en un dialogo entre don Fernando y Julio: Don Fernando. -Paréceme que
siento chapines. Julio.
-Ese ruido y el de las cantimploras dicen que es el mejor…
Fray Luis de Granada en su Historia de Sor María de la
Visitación. 1546, describe a una señora con chapines que para andar necesitaba
apoyarse en un bordón y una criada: Después tornó la misma enferma a la priora y
volvió con mayor mejoría, de modo que puede andar y con chapines, arrimada en el bordón y en una criada.
Constantes eran la caidas y tropiezo de las damas que calzaban
chapines, lo que viene reflejado en multitud de citas. Veamos lo que nos
dice Tirso de Molina, en La villana de
Vallecas. 1616 Agudo: - Serafín bien puede ser;
mas no creo en serafines, que por andar en chapines son fáciles de
caer. O en Desde Toledo a Madrid: (Salen doña Mayor, en zapatillas, y don Baltasar,
trayéndole los chapines). Baltasar:
-¡Linda traza! Mayor: Como la vuestra, aunque con algún peligro. Mil veces
pensé caer.
También hace referencia a ello nuestro Guillén de
Castro, en Don Quijote de la Mancha. 1600: soy mujer que cayera tropezando en mis chapines, que es caída muy ligera, que
aunque ellos ligeros son, es tan pesado mi seso, que tropiezo en la ocasión de
cosas de mucho peso.
Cleopatra pintada por Paris Bordone, pintor italiano que se estableció en Venecia, durante el siglo XVI.
El P. Joseph Borreta,
en su obra La gracia de la gracia, cuenta un hecho anecdotico de San Vicente
Ferrer, cuando una mujer le pregunto si era
pecado llevar chapines, y el Santo le respondió graciosamente: Ten
cuidado en no caer.
De cualquier manera el uso de los chapines, debia de
ser siempre una incomodidad a la hora de andar con rapidez como indica el
sevillano de Alcalá de Guadaira, Cristóbal de Monroy y Silva en El ofensor de
sí mismo: Chapines tiene también y moños en los chapines. Grande bobería es poner
sobre la cabeza lo que tienen á los piés. Dió los chapines el uso porque no
puedan correr para alcanzarlas de pronto.
O Alonso del
Castillo Solorzano, en La Garduña de Sevilla: viéndome en esta confusión,
afligida con la muerte de mi amante sólo tomé por remedio dejar los chapines, y con las basquiñas en la
mano, a todo correr, irme a casa de un conocido de mi padre, muy pobre y
anciano,…
Ni que decir tiene la incomodidad que resultaria a la
hora de bailar, como da a entender el grabado George Hoefnagel que ofrecemos a
continuación, que representa a unas granadinas bailando, en el que aparecen
unos chapines abiertos, dejados en el suelo para poder bailar con comodidad.
Grabado representando a Granada en la
obra de Georg Hoefnagel, Teatre des cites du monde, conservado en The Hispanic
Society of America.
Imaginable seria tambien el suplicio de las mujeres
sentadas en el suelo de las iglesias, como era costumbre en aquella época, en
la que no había bancos. Asi lo cuenta Cristóbal de Castillejo, en su Diálogo de
mujeres. 1500: confessadas pueden yr, pero nunca
arrepentidas, perdonando, ni al tiempo que están rezando O cantando sus
maytines, que allí suelen los chapines
alguna vez yr bolando por el coro, alguna lo veras tu mismo. non
digas por la mi derechura me aduxo dios a esta tierra y me la dio por heredad….
Chapín veneciano, hacia 1600.
Antonio de Guevara en la Epistola LI, escrita en
Granada en 1534, elogia la comodidad de la mujer que no quiere aparentar y se
dedica a las labores propias del hogar, evitando los chapines: qué
placer es ver una mujer levantada de mañana, andar rebuelta, la toca
desprendida, las faldas prendidas, las mangas alzadas y sin chapines los piés,
riñendo a las mozas, despertando a los mozos y vistiendo a sus hijos…
No obstante que los chapines los pudieron llevar todas
las clases sociales, eso si, sin lujos, siempre fueron distintivos de las damas
de clase alta, uno de los ejemplos más relevantes a este respecto lo
constituyen los comentarios de Teresa Panza, ante la propuesta de Sancho de
casar altamente a Mari Sanchica. La labradora, que ha representado el principio
de inmovilidad propia de la sociedad rural del barroco, responderá con palabras
que recurren sobre el motivo del vestido, el cual a modo de metonimia y
metáfora define a la persona y así nos lo hace ver Miguel de Cervantes Saavedra
en El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha: Eso no, Sancho -respondió Teresa-
casadla con su igual, que es lo más acertado; que si de los zuecos la sacáis
a chapines, y de saya
parda de catorceno a verdugado y saboyanas de seda, y de una Marica y un tú a
una doña tal y señoría, no se ha de hallar la muchacha, y a cada
paso ha de caer en mil faltas, descubriendo la hilaza de su tela basta y
grosera.
Chapines del Museum of Fine Arts de Boston. Siglo XVII.
Chapines del Museum of Fine Arts de Boston. Siglo XVII.
Chapines del Museum of Fine Arts de Boston. Siglo XVII.
Las mujeres moriscas, tambien fueron muy dadas a la
utilización del chapín, incluso no seria de extrañar que fuesen el origen de
este tipo de calzado. Luis del Mármol Carvajal, en su
Historia de la rebelión y castigo de los moriscos del Reino de Granada, nos
comenta lo que supondria para la población morisca vestirse al estilo de los cristianos:
Veamos
a la pobre mujer que no tiene con que comprar sayo, manto, sombrero y chapines,
y se pasa con unos zaragüelles y una alcandora de angeo teñido, y con una
sábana blanca, ¿qué hará? ¿De qué se vestirá? ¿De dónde sacarán el dinero para
ello?
Juan Martínez Ruiz,en
La indumentaria de los moriscos. Cuadernos de la Alhambra, 1967 y Carmen A.
Martinez Albarracin . Las moriscas del reino de Granada. Siglo XVI. A.P.A.N.G. II Congreso virtual sobre historia
de las mujeres, han publicado protocolos pertenecientes a moriscos, y nos
aportan las siguientes citas:
-Dos pares de chapines, los unos leonados e
los otros berdes 1590, fol. 1275v 6-7.
-Unos chapines valencianos, 1275, fol 8v.
-unos chapines e xervillas de muger de
terçiopelo verde. Granada. 1562
- unos chapines, Órgiva 1563.
- Un par de chapines de damasco turquesado. Fuentes.26-12-1562.
- Un par de chapines de terciopelo carmesí y
un par de chapines de terciopelo encarnado. Fuentes. 16-I-1563.
-Un par de chapines e xervillas de terciopelo
morado. 1569. Granada, L-64-222-9, fol 64.
- Ciertas xervillas y chapines de terciopelo y
de cordobán. 1562. Granada, L-64-23, fol 27v.
- Unos chapines y servillas de muger de
terciopelo, 1562, Granada, L-64-23, fol 19.
- Unos chapines verdes de terciopelo con
borlas coloradas, 1565, Bubión de Poqueira, L-9-30, fol 12v.
- Unos chapines de terciopelo verde con un
compas de terciopelo carmesí, con borlas de seda verde, 1565, Bubión de
Poqueira, L-9-30, fol 12v.
- dos pares de chapines, el un par de
terciopelo colorado, y el otro de cuero colorado, 1568, Albacete de Orgiva,
L-94-15, fol 8v.
- Unos chapines dorados con sus cintas en quatro
reales. 1608, Granada, L-103-86 fol 2v.
- unos
chapines e xervillas de terciopelo verde, 1562, Granada, L-64-22, fol 6v.
Chapín
veneciano del siglo XVI. Realizado en terciopelo rojo.
Durante los trabajos de rehabilitación que se han
practicado en algunas casas del barrio del Albaycin de la ciudad de Granada,
han ido apareciendo dibujos en las paredes, del tipo que actualmente y como
anglicismo, llamamos graffiti. Concretamente en la casa 16 de la calle de san
Martín, apareció la representación de una mujer morisca al decapar un enlucido
antiguo, dicho dibujo realizado en dibujo inciso, lo producimos a
continuación. En el, se representa a una morisca calzada sobre unas plataformas
que claramente podemos considerar como chapines.
Para las moriscas, el chapín siempre constituía un
segundo calzado, que colocaban sobre otro mas flexible que cubría la totalidad
del pie, al que llamaban servillas o xervillas. En la actualidad los
descendientes de moriscos que viven en la zona de Tetuán, aun utilizan los
llamados qabqab, que son una especie de chapines, aunque con suela de madera.
En los grabados del siglo XVI de J. Hoefnagel,
insertos en la obra Civitates Orbis Terrarum, vemos vistas de Granada y de
otras ciudades del reino donde aparecen tanto mujeres cristianas con chapines como
hemos visto anteriormente, como mujeres y niñas moriscas que calzan chapines similares
a los descritos hasta el momento.
En España el chapín, solía quedar visible por debajo
del ruedo de las las faldas, cosa que no solía ocurrir con tanta frecuencia en
Italia y Francia, donde el largo de estas los ocultaba en la mayoria de las
ocasiones. No obstante tambien en España durante el siglo XVII las mujeres
alargaron notablemente sus faldas cubriéndolos. Precisamente este hecho parece
que fue el origen de que a las faldas se les llamase guardapies, cubrepies o
tapapies, y no como en opinión de algunos investigadores que dicen que
guardapies viene de rodapiés, que se aplicaba por lo general a los paños de
cubierta de los balcones y camas. No obstante, dichas palabras están
vinculadas, ya que finalmente el rodapiés de cama tenia la misión de ocultar
los pies de la cama.
Esencialmente el chapin constaba de dos partes, la
suela que era de corcho y compuesta de varias capas clavadas y pegadas entre sí
y la capellada para sujetarla al pie. Consiste esta capellada en una o dos
tiras pasadas de lado a lado del chapin, para introducir el pie, o tambien en
dos orejas situadas una en cada lado y que se unían mediante cordones o cintas.
La labradora de Villanueva de Gállego,
Mariana Juste aportó a su matrimonio entre otras cosas: “unos chapines con betas de colonia naranjados”
AHPNZ, 1600, Martín Español, protocolo estudiado por Israel Lasmarias Ponz.
Chapin veneciano de cuero. Siglo XVI.
-Deme V., si
trae, un par de cintas, dice el
bachiller Luis Quiñones de Benavente, en su entremés D. Gayferos; y en verdad
que debía ser trance de entremés romperse la cinta del chapín en la calle, y
encontrarse la dama sin poder volver á casa. Por supuesto hay que tener en
cuenta lo burlescos que eran los entremeses de Quiñones. O como indica Lope de
Vega en la moza
del cántaro, publicado en 1598: Don
Juan- ¿Cómo lo viste? Martín- Un manteo esta licencia me dio, donde cuanto supo
obró la riqueza y el aseo. Pero pidió los chapines, porque mirarla me
vio, y entre las cintas metió cinco pares de jazmines. Don Juan- De escarpines
presumí, según anda el algodón…
En el Cancionero de la Academia de los Nocturnos de
Valencia que fue extractado de sus actas originales por D. Pedro Salva, hay una
composición que lleva por titulo Cuartetos a una dama en boca de un galán que
le tomó una cinta de los chapines, y dice así:
Y así de contento lloro
mis glorias
adivinando,
y esta
cinta estoy besando
de los
chapines que adoro.
Y bien puedo sin recelo
esperar sabrosos fines,
porque serán
tus chapines
la escalera de tu cielo
Además de las cintas y probablemente sobre ellas,
solían llevar a manera de efecto decorativo una moña o borla, como se indica de la moña en un
texto de Cristobal de Monroy y Silva, ya citado con anterioridad cuando
hablabamos de la incomodidad de andar con chapines. Tirso de Molina en el Amor
médico, cita la borla de los chapines: Gaspar- Largo plazo, pero vaya. Don Gaspar Tello-
Dotor para con chapines, que
con la amarilla borla puede llamarse Amarilis, en mí los tales diviesos son de
linaje de chismes, que unos van naciendo de otros…
El elemento decorativo que con mas frecuencia
encontramos en los chapines, es la vira o virilla. La vira o virilla era un
elemento independiente de generalmente de plata y en ocasiones incluso de oro
que se clavaba al corcho y que se quitaba cuando lo requería para limpiarla,
por lo que es muy normal encontrar en inventarios de bienes solo las virillas,
que supuestamente se pasarían a otros chapines.
Don Diego Andrés
Rocha, en su Tratado único y singular del origen de los indios occidentales,
publicado en 1645, nos incluye ademas de sus conclusiones las José de Moret: y esta palabra Vira es de lo muy primitivo
de España, con que en ésta se significaba lo blanco y argentado, y a las
virillas de plata que usaban las mujeres en chapines, chinelas y otras vinchas
llamaban viras en plural y vira en singular, como explicando la palabra vira,
lo advierte el P. José Moret en su Historia de Navarra, lib. 1, cap. 5, núm.
35. Por mi parte he intentado constatar esta cita sin conseguirlo, ya
que el libro I, solo tiene 4 capítulos.
Citaremos a modo de ejemplo el Inventario de los
bienes de don Fernando de Valenzuela. (Archivo del Palacio Real de Madrid, D. Carlos
II, Caja, L, 60.). 28-1-1677, en el se citan: cuatro virillas de chapines; ocho
clavos …
La forma y situación de la virilla no esta por el
momento muy clara, pero por una descripción de Cristobal Pérez de Herrera, nos
aclara que eran unas laminas finas de plata u oro y clavadas por los extremos
con clavos: Compónese el chapín valenciano y
otros contrahechos, de diferentes matices dorados y plateados y con plata fina
en planchas y clavos en las virillas y aun cintas de seda en las capelladas.
En la carta dotal de Catalina Arias Montiel en Santa Fe la Vieja (Argentina), se citan: “Unos
chapines con sus planchas de plata algo usados, 15 pesos.” Y el Inventario
de los bienes de Gil de Alvarado de
Cartago (MCC) nº 421: "dos pares de chapines los unos con
platinas de plata", lo corroboran.
Estas virillas al menos en algunas ocasiones, se
colocaban en la parte delantera, lo que se desprende de una providencia del
Mustaçaf de 9 de Diciembre de 1650, en la que se manda entregar: dos
chapines de lama nacarada con dos virillas de plata y clavos delante, y dos
rosas de cinta nacarada con trenza de plata.
En lo referente al ancho de estas virillas, debia ser
muy variable, y dependeria de la moda del momento y del poder adquisitivo de la
usuaria. Las encontramos estrechas de menos 34 mm , como indica Antonio
Mira de Amescua, en La Fenix de Salamanca:
-¿Y mis chapines, Villena?
-Aquí los trae un criado.
-Muestra. ¡Qué angostas virillas!
-No se usan más de dos dedos.
-Echan á perder los ruedos,
ya me cansan.
-Pues undillas.
O como las que cubren
la mitad del chapín, que aunque no nos indica el alto de este no podemos
cuantificar, pero que podemos considerar como anchas. De ello nos indica Tirso
de Molina en La huerta de Juan Fernandez.
Vistiérase el zapatero
como pide el cordobán,
sin romper el gorgorán
quien tiene el caudal de cuero;
no gastara la mulata
manto fino de Sevilla,
ni cubriera la virilla
el medio chapín de plata.
En cuanto a las virillas, sabemos que siempre se
sujetaban con clavos y que en muchas ocasiones eran de gran valor por su
material, incluso guarnecidos de diamantes. Con anterioridad, ya hemos
comentado citas de clavos de este material, pero veamos otra descripción que
nos hace Pedro Calderón de la Barca, en su comedia del Conde Lucanor: Pasquín-
Un chapín es. Lucanor- Pasquín, tente, porque a mi no me es decente, atreverme
a alzarle así. Pasquín- Como no, fia lo que brilla, haciendo dos mil
cambiantes, son los clavos de diamantes, y de oro la virilla.
Tirso
de Molina, pone en boca de Don Juan, en El burlador de Sevilla: ¡Ay
Arminta de mis ojos! Mañana sobre virillas de tersa plata, estrelladas con
clavos de oro de Tíbar, pondrás los hermosos pies, y en prisión de gargantillas
la alabastrina garganta, y, los dedos en sortijas, en cuyo engaste parezcan
estrellas las amatistas, y en cuyas orejas pendan transparentes, perlas
limpias.
Y esta otra de Juan Pérez de Montalbán, en El palmerin
de Oliva: Y al fin los chapines son las gradas
de las mujeres. Quedo y no te desatines, porque yo he visto chapines en bolsas
de terciopelo, y con virillas de oro adornadas de diamantes. Mas quería que
supieses que soy chapín sin enredos, que el más alto es de once dedos.
Pero la mayoria de las virillas eran de plata, y de
ello encontramos multitud de descripciones; como en Tirso de Molina en La
dama del olivar:
Soltero es,
no hay tal esposa
como la virgen María,
que es discreta y es hermosa,
no pasa por ella día
ni es en las galas costosa,
que el sol de vestirla trata
con cintas de resplandores,
de estrellas sus trenzas ata,
chapines trae de valores
con sus virillas de prata,
pues los adorna la luna;
dote suyo son los cielos,
do no hay temer la fortuna,
y, en fin, no le dará celos,
que es lo que más importuna.
En su Certamen poético, nos proporciona frases
parecidas: Vuestra belleza y gala causa a la tierra espanto; los rayos son del sol
puntas del manto que os cubren con luz grata; chapines con virillas son
de plata los de la luna en ellas, y vuestro apretador son doce estrellas. Y
lo mismo en Los cigarrales de Toledo, en 1616: ¡Oh, zapatos del siglo dorado! Ya
puedo entonarme más que dama de Castilla; pues, si la soberbia y vanidad ha
coronado sus chapines de virillas de plata, yo las he
hallado en vosotros de oro…Cosa que tambien hace Miguel de Cervantes en
El vizcaíno fingido: Así que, amiga, no debes congojarte, sino
acomoda tu brío y tu limpieza, y tu manto de soplillo sevillano, y tus
nuevos chapines, en
todo caso, con las virillas de plata, y déjate ir por esas calles; que yo te
aseguro que no falten moscas a tan buena miel,…
También
me constan virillas de hierro de poco espesor o de hojalata, como indica el diccionario de John Stevens, A new Spanish and
English dictionary. London, 1706. En una época en que el chapin ya debia de no
utilizarse. Asi mismo, tambien mne constan la existencia de unas virillas
llamadas vizcainas, que menciona el anonimo autor de La vida y hechos de
Estebanillo González, hombre de buen humor: Y al tiempo que el pobre
barberote le sacó a la tonada culebrina, le dio un cañonazo de feno mascado con
tal violencia y abundancia de tacos en medio el rostro que le turbó la vista y
le engrasó toda la delantera del vestido; y quebrando las ligaduras de los pies
enseñaba las virillas vizcaínas, tirando zapatetas a pares y truenos a docenas.
Aunque dicho autor, no nos aclara si se utilizaban para chapines u otro
tipo de zapato.
Por supuesto que la vira necesitaba de un adecuado
mantenimiento y especialmente un material como la plata, que con la humedad
tenia tendencia a oscurecerse. Era pues necesario el que periódicamente se
tuviesen que limpiar, y de ello nos habla Antonio Liñán y Verdugo, en su Guía y
avisos de forasteros que vienen a la Corte: y á la noche en quitarse
alfileres y cintas de la cabeza, ocupando dos criadas, una en sacudir los
vestidos y otra en lavar las viras de los chapines y darlas lustre, sin que en todo un mes hubiese habido
tiempo desocupado para decir una sola palabra á la almohadilla,…
Un tipo de decoración es la ataujia, que consiste en
hacer adornos árabes, ó moriscos en el hierro con líneas de oro y de plata. Es
considerado como un arte que reune las obras del mosaico y de la escultura. Su
origen debemos buscarlo en la ciudad de Damasco en Siria. En la partición de
los bienes que quedaron por la fin y muerte de Miguel
de Montalto, sastre de Madrid, en 1596. AHPM, Francisco Suárez, Prot. 1193,
1328-1366, aparecen: Ítem unos chapines nuevos de atuaxia, que se
tasaron en 10 reales…En este sentido difiero con Terreros, que en su
diccionario, que ya hemos visto con anterioridad, nos dice que la ataujia era
bordada. Estoy convencido de que Terreros malinterpretaria el termino ya que el
vivió 100 años después de utilizarse el chapín.
Por
el momento, no tengo demasiado claro, si la dicha decoración se realizaba
directamente sobre el propio calzado, o realmente se hacia solo sobre la
virilla, que por otro lado parece lo mas probable y con mayor sentido.
Además de las virillas, se solian decorar con bordados
como lo atestiguan Lope de Vega en La noche de San Juan. 1598: “¿No
habéis visto con naguas las mujeres sin anchos verdugados y abanicos y
los chapines de
bordados finos, que fueron en sus madres de badana?”. De este texto se
desprende tambien que debia ser moda del momento y que con anterioridad no
debia de utilizarse el bordado y que serian simplemente de cuero o de tejido. Otros combinan el bordado con las virillas, como nos
indica José de Valdivielso, en el Romancero espiritual. 1599: De
estrellas se puso un apretador, y un manto de lustre con puntas del sol. Para
los chapines, que bordados son, virillas de plata la luna le
dio.
Además de estar bordado el chapín, podian estar
bordadas las servillas, como nos indica Reginaldo de Lizárraga, en La
descripción de las Indias. 1569: el Señor las volverá calvas y les raerá los
cabellos de sus cabezas, les quitará sus
chapines y jerbillas bordadas, las medias lunas, rodetes, las cadenas y
collares de oro, las ajorcas, los tocados costosos, los punzones de oro.
Como hemos visto en textos anteriores, las virillas se
sujetaban al corcho del chapin con clavos, pero ademas debió de haberlos con
clavos pequeños o tachuelas utilizadas con fines decorativos, como se desprende
de las palabras de Tirso de Molina en ¿Tan largo me lo fiáis ... ?, publicado
en 1616: Éstos salpicando damas, si en su marfil no
se engríen, dejan en gotas de plata tachuelas en sus chapines. En un cuarto a sus Monarcas media naranja le
exprimen, tan rica, que a ser entera fuera de hacerlo imposible.
En algun caso a las
virillas, se les llama barillas, ya no se si por error o porque realmente eran
términos sinonimos. Este es el caso del documento del Ynventario de los bienes
de don Fernando de Villafañé, 1621. Regidor de León y procurador en las cortes
de 1621, donde se indican: Dos pares de chapines con barillas de plata.
Pero en realidad la mayoria de los chapines de las
personas corrientes deberían ser de cuero forrando el corcho, lo que en
principio les daria mayor duración que otros materiales o a todo caso forrados
de telas lo mas duraderas posible.
Chapín que probablemente pertenecio a
Beatriz d'Este, mujer de Ludovico Sforza. Podriamos situarlo entre 1475 y 1497.
y dos chapínes venecianos de terciopelo claveteado. Principios del siglo XVII. Conservados en el Bata Shoe Museum de Toronto
Muchos
son los que aparecen en la documentación como forrados con telas, especialmente
el terciopelo, que por sus características era una tela resistente y que
escupía el agua.
Juan
Alfonso de Baena en su Cancionero, que se conserva en la Biblioteca Nacional de
París, nos habla de unos hechos de frisa: Esta cantiga fizo y ordenó el dicho maestro
fray Diego denostando y todos tus donzeles andan a la guissa chapines de fryssa, capas de
Ryossa, avarcas gritadas, çapatos de grama, jayascas pyntadas, crodrias de
grana…Lope de Vega, en La gatomaquia, publicada en 1598, de otros
hechos con tabí de oro:
Chapines de tabí con sus virillas
entre una y otra descubriendo espacios
de la roja color de los topacios,
de nuestra edad y siglo maravillas,
que lo que ser solía
un medio celemín con ataujía
un pirámide es hoy de tela de oro,
y cuestan sus adornos un tesoro…
En el Inventario de
Pedro Sanchez Muñoz, que se convirtió en heredero del papa Clemente VIII, Gil
Sanchez Muñoz, que no llegó a ejercer como papa porque renuncio al titulo a
favor de Martin V, en 1429. Gil Sanchez había pasado a suceder a Benedicto
XIII, el llamado papa Luna y accedio a la posesión del castillo de Peñiscola.
Al renunciar al titulo papal, no tenia derechos sobre el legado del cardenal
Pedro de Foix. No obstante contraviniendo las clausulas de dicho legado, heredó
a sus familiares, pasando dicha posesión a la familia Sanchez Muñoz de Teruel.
En el inventario de sus bienes, aparecen gran cantidad de citas interesantes
para el estudio de la indumentaria española de principios del siglo XV, que con
posterioridad iremos sacando a luz. Entre todas estas prendas, aparecen: unos
tapines de vellut forrados negros con un guarniment de oro. Dichos
chapines, habría tal vez que considerarlos como de tejido, pero con virillas de
oro. Con referencia a la forma de expresarse en el documento, resulta curiosa
la mezcla de aragones y valenciano, ya que el termino tapí es valenciano, al
igual que vellut y guarniment, en cambio el lenguaje general en que esta
escrito todo el resto del documento es el castellano.
También
existia el picado, esta tecnica decorativa parece ser que era muy corriente, en
especial entre los tapineros valencianos y catalanes, hasta el punto de que el
gremio o cofradia de los tapiceros catalanes se llamaba confraria del
ofici deis tapiners, picadors e pintors de tapins de la ciutat de Barcelona. La
picadura era una cisura que se hacia en el tejido como adorno en el calzado o
en la ropa.
Libro primero de las epístolas familiares de Antonio
de Guevara. 1.513, se cita: En tal edad como la vuestra, no se sufre
traer çapatos picados de seda, media gorra toledana, sayo corto hasta la
rodilla, polainas labradas a la muñeca, gorjal de aljófar a la garganta,
medalla de oro en la cabeça y de las colores de su amiga la librea, como sea
verdad que las mugeres tales y cuales, no sólo quieren que sus enamorados sean
cuerdos en lo que escriben, mas aún muy polidos y galanes en lo que visten.
O en Rinconete y Cortadillo de Miguel de
Cervantes Saavedra. 1.582: Bien es verdad que lo enmendaban los
zapatos, porque los del uno eran alpargates, tan traídos como llevados, y los
del otro picados y sin suelas, de manera que más le servían de cormas que de
zapatos.
En el Inventario realizado
en los castillos de Folgóns y de Granollers, se citan: uns tapins picats de dita
senyora…
En las listas de Garcia
Bravo Bravo de Acuña, Don Diego de Amburzea y Gil Balaguer, aparece que Luis
Bellver picador de chapines de Valencia y su esposa retienen en su casa a una
niña morisca llamada Angela Elena. De cualquier manera esta tecnica la
describiremos de manera mas completa en otros articulos como zapatos y calzas.
Alfonso Martínez de Toledo, en su Corbacho, nos habla
tambien de chapines pintados de brocado. Es decir la tecnica pictorica que
imitaba los tejidos de brocado: commo un espada con Aquel Agua destilada un
texillo de seda con achones de oro el cabo esmerado con la fevilla de luna muy
lindamente obrado, chapines de
un xeme poco menos en alto, pintados de brocado…
En el Inventario de los
castillos de Folgóns y Granollers, se citan: uns tapins obrats de or, de dita
senyora.
Inventario que hizo Alonso Sánchez de Cepeda, de los
bienes que tenía cuando murió su mujer doña Catalina del Peso. 1507. Descendiente
de familia judía conversa. Alonso tuvo dos mujeres. Con la primera, Catalina
del Peso y Henao, tuvo dos hijos: María y Juan de Cepeda. Con su segunda
esposa, Beatriz Dávila y Ahumada (emparentada con muchas familias ilustres de
Castilla), tuvo otros diez: Hernando, Rodrigo, Juan, Lorenzo, Antonio, Pedro,
Jerónimo, Agustín, Juana y a nuestra Santa Teresa de Jesus. En dicho documento
aparecen entre otros zapatos: Unos chapines nuevos, altos…e dos pares de
chapines dorados;
Habian dos tipos de
chapines, unos abiertos y otros cerrados. Con el termino «cerrados», algunos investigadores
quieren entender que las dos orejas de la capellada al ceñirse, dejarian la
parte de los dedos del pie total o casi totalmente cubierta. Mi opinión, dada
la poca documentación que tenemos sobre el tema, es precisamente la contraria,
es decir que los que ellos consideran cerrados, entre ellos Ruth Matilda, yo
diria que son precisamente los abiertos. A mi entender, el sentido de abiertos
o cerrados podria estar en que las orejas se pueden abrir y cerrar con las
cintas y cordones.
De este modelo serian
los chapines aparecidos en la Alhambra, los de la catedral de Solsona y los de
la colección Rocamora.
Este termino se aplicó
tambien a otros zapatos, como lo atestiguan diversos documentos, entre ellos
las Ordenanzas de tasas promulgadas por el Concejo de
Villena en 1525 y que en el apartado de zapateros indica: Item de unos pantuflos de onbre,
cerrados, dos reales, de cordovan. O los Epigramas de Baltasar
Alcázar.
Hurtaron a Madalena
Sus chapines y gervillas,
Brama y hace maravillas
De su cuerpo con la pena.
Mas dará por bien hurtados
las gervillas y chapines
dándoles un par de botines
de los que llaman cerrados.
Los «abiertos» tendrían solamente una capellada, que consistiria
en una o dos bandas a manera de cinta, que cubríria la parte superior del
empeine sirviendo para asegurarlos al pie.
s"y facen chapines abiertos y les
llaman alcorques"
El chapín fue un zapato utilizado en España, durante
cuatro siglos dejando de utilizarse en los primeros años del siglo XVIII. De
los ultimos chapineros de los que tenemos constancia es de los valencianos, que
fue donde mayor y mejor producción se realizó durante todos los años que este
calzado estuvo vigente. Este hecho ocurrido en 1709, lo relata Francisco
Danvila en un interesante trabajo que incorporamos fragmentado, a continuación.
Boletín de la Real
Academia de la Historia.Tomo 12, Año 1888. V. Los chapines en España. Francisco
Danvila: “Tenemos, pues, que en la segunda mitad del siglo XIII los chapines, no
solo se usan en Castilla y Valencia, sino que son considerados como una prenda de distinción que no más calzan las
clases privilegiadas.
Pronto debió
generalizarse su uso en la ciudad del Turia, pues ya en 1300 se había formado en ella un gremio de
chapineros (tapiners), que debía ser numeroso y contar con abundantes fondos
cuando por mano de Jaime Mateu, platero, contribuía con 100 libras valencianas á
la obra de Santa Catalina mártir. El hecho lo testifica una lápida encontrada
en una excavación hecha frente á la puerta de dicha iglesia, que abre á la
calle actual de la Tapinería, según testimonio del Dr. D. Agustín Sales.
Siguiendo y
aumentando la boga de aquel atavío, se les adornó desde luego con tal riqueza,
que vinieron á constituir verdaderas joyas. Así se comprende que en 1352 Ramón
Çanihuela comparezca ante el Consejo de la ciudad reclamando la indemnización
de «III parells de tapins nous» que le
habían robado las gentes de la Unión. (Libre de comparecencies); y que en 1375,
como nos dice Escolano en sus Decadas, los Jurados viendo que «los chapineros,
en aquel vacío y matizado dibujo que hacían en las paredes de los chapines de
imaginería, pintaban con devoción indiscreta imágenes de santos que andaban
debajo de los piés de las mujeres» lo prohibiesen bajo graves penas. A reprimir
sin duda estos excesos, aunque inútilmente, había ya acudido Alonso III de Aragón,
dictando aquel fuero incluso en la rúbrica de Draps e de vestir (XXI), por el
cual prohibía á las mujeres llevar chapines «sino cuberts de oripell, sense
flocadura» bajo la pena de 200 florines. Y digo que esta providencia fué
inútil, porque siguió el lujo en tal objeto y á su esmerada construcción se
sacrificaban hasta los protocolos que para ello vendían los escribanos, como se
deduce de una disposición foral inserta en su rúbrica, título XIX del libro I
de las Instituciones de Pedro Jerónimo Tarazona.
Sabemos,
pues, que en este tiempo los chapines se construyen de piel dorada y común, de color y blanca, en su
parte superior, y se adornan con lazos de cintas, sin duda para unir las orejas
ó capelladas, y de corcho en su inferior, con dibujos y hasta imágenes de
santos. Desde luego se habrá comprendido que estas máquinas no podían ponerse
sobre las calzas de tela que entonces se usaban, las cuales en breve se
hubieran destruído; y con efecto los chapines se colocaban sobre las polaynas ó
gervillas, especie de borceguíes de piel fina y suela delgada.
Al finalizar
dicho siglo XIV, el chapín es ya un objeto de lujo y de necesidad, que forma en Valencia uno de los
primeros ramos de exportación. La fama de este producto valenciano es
universal, y atentos á conservarla los Jurados por medio de uno de sus
principales dignatarios, reglamentan su fabricación para que su bondad no se
menoscabe.
En 10 de
Junio de 1389, En Berenguer de Dalmau, Mustaçaf, en dicho año publica, por
medio de pregón, varias disposiciones que forman parte de la Rúbrica de
tapiners, inclusa en el códice titulado Libre del mustaçaf, recopilado en 1563,
que posee el Ayuntamiento de Valencia. En ellas prescribe la clase de cueros y
pieles con que se han de obrar las diversas partes del chapín, capelladas,
brancas y taconeras, bien sean los chapines llanos, dorados, floreados ó de
color. También se prescribe que estos últimos se barnicen, tal vez para
defender los corchos de las humedades.
Y no solo
entre la grey cristiana, hombres y mujeres, grandes y pequeños gastaban
chapines, sino también venía haciendo uso de ellos la población agarena desde
los primeros tiempos de la invasión con el nombre de alcorques, palabra
derivada, según Dozy, de kork (corcho) y del artículo al. Mármol, en sus
Guerras civiles de Granada, los llama chapinitos, por ser bajos y de una sola
capellada, aunque esto se refiere ya á su época.
La palabra
alcorque, derivada del latín quercus, pasó á Castilla; y por ello, sin duda, algunos escritores
creyeron que los habían introducido los
árabes en España. Los chapines subsistieron entre los musulmanes hasta
la caída del reino granadino. Recuérdese á este propósito la achacadura que á
Isabel de Solís ó Zoraya ocasionaron con sus chapines las esclavas de la
sultana Ayxa, cuando aquella se retiraba de su primera cita con Muley-Hacem,
padre del infortunado Boabdil. Más tarde aún se hallan vestigios de esta moda
entre los mudejares de Castilla, y por algunas disposiciones de Los
devedamientos de la ley y çunna (Ley de moros, capítulo VI), en que se nombran
las xervillas, puede inferirse que no se usarían sin el acompañamiento de los
chapines ó alcorques.
Pero volvamos
á Castilla y á Valencia y entremos en el siglo más brillante y último de la
Edad Media española, en el caballeresco siglo XV. Continúa durante él la
importancia del venturoso calzado, y tanto, que un escritor místico, el Dr.
Agustín Sales, en su Historia del convento de la Trinidad, al referir la vida
de la venerable abadesa de aquel monasterio, Sor Isabel de Villena, que
floreció en el primer tercio del mencionado siglo, cuenta que el Arcángel San
Miguel le presentó seis pares de chapines de varias clases. Los unos de plata
especialmente obrados, los otros ya de brocado verde, azul ó blanco; estos de
terciopelo grana bordados con matas de arrayán, y aquellos de oro tirado
singularmente construídos.
Por supuesto que á la entrega de cada par
acompaña un comentario teológico en extremo edificante y oportuno, sin que se
le ocurriera al buen doctor decirnos si la abadesa podía usar semejante
calzado. No he podido comprobar esta especie, pero la hace sospechar el leer en
las cuentas de la procesión del Corpus de Valencia, año de 1451, que el Consejo
paga algunos sueldos, moneda del reino, por los escarpines dorados con suela de
corcho que calza María Magdalena; y claro es que si á las Santas se las
adornaba con ellos no habría de haber inconveniente en que los usaran las
abadesas, por más que tal uso no se conformase gran cosa con su respetabilidad ni
con la modestia de su estado.
Y no era
fundada ni extraña la consideración que se dispensaba á los chapines valencianos, trabajados con
exquisito primor, y á cuya obra
concurrían dos gremios, el de tapiners y el picatapins, sobre quienes velaban
los jurados de la ciudad, celosos del buen nombre de esta industria local. En
el ya citado Libre del mustaçaf, y rúbrica de chapineros, se hallan unas
disposiciones del Consejo sobre este asunto. Por ellas vemos que los chapines
valencianos no podían construirse con piel de carnero dorada ni lisa, por ser
obra falsa, sino con oropel de cabrito; que las suelas debían ser de ciertas
partes, las mejores del cuero del buey, y de corchos nuevos. Al mismo tiempo se
ordena la clase de orladuras y piezas que en las telas y forros deben ponerse y
cuáles han de ser estos, con otras curiosas particularidades. Este documento
revela el hecho de que también los niños usaban ya chapines en aquella fecha,
pues distingue los chapines, en mayores y menores, y para personas de 12 años,
arriba ó abajo.
Interesante
en el asunto es el citado documento, y no lo es menos una provisión de los Jurados de Valencia, en
1534, resolviendo algunas cuestiones habidas con hijas y mujeres de maestros chapineros y
pica-chapines que se intrusaban en el gremio, picando aquel calzado, es decir,
claveteando los corchos con tachuelas que formaban dibujos, y á las cuales, sin duda en atención á su
habilidad, se les permite, bajo ciertas condiciones, aquella industria. Concesión es esta muy notable para
el tiempo, pues el gremio de
chapineros, al que se hallaba agregado el de pica-chapines, había alcanzado ya
bastante importancia para concurrir al Consejo de la ciudad con los otros, como
lo efectuó en 10 de Julio de 1465 y en 5 de Junio de 1531, tener su sepultura
en la iglesia de Santa Catalina Mártir, su casa gremial, y salir en las
funciones públicas con sus banderas y estandarte de damasco carmesí con fajas
de oro y un zapato y un chapín bordados del mismo metal en ellos, con la imagen
de San Pedro, por remate del asta.
Y luego, al
declarar qué es el chapín, añade: «Compónese el chapín valenciano y otros contrahechos, de
diferentes matices dorados y plateados y
con plata fina en planchas y clavos en las virillas y aun cintas de seda en las
capelladas.» Estas virillas y clavos podían en alguna ocasión sacar de apuros á
sus dueños, como aconteció que, habiendo una mujer ido á visitar el sepulcro
del Siervo de Dios, venerable Simó, se apartó á un lugar secreto de la iglesia,
y quitando unas y otros de los chapines,
los puso en el plato de la obra, según cuenta el obispo Aparici en la vida de
aquel religioso. lo cual robustece algo de lo dicho.
Creo que ya
se habrá comprendido bien la estructura y condiciones del chapín; y como su
descripción se ha hecho sobre uno valenciano, no ha de hallarse exagerado que
Escolano, en sus Décadas, al enumerar las
manufacturas de Valencia que se exportaban en 1611 de esta ciudad, «algunas de ellas con blasón de ser las
más aventajadas de España,» incluya
los pintados chapines entre los tejidos de seda, guardamecies y paños finos.
Pero había ya
sonado la hora de la decadencia. El gusto francés, que venía poco á poco
apoderándose de la sociedad española durante el reinado de Carlos II, minaba su
existencia. En La relación de las fiestas efectuadas por haberse terminado la
capilla la Virgen de los Desamparados en 1667, su autor D. Francisco de la
Torre no nombra ya como asistente á ellas, entre los demás gremios, al de
chapineros.
Existían no
obstante el gremio y los chapines, porque veintinueve años después, en 1696,
aún juraban el cargo de vehedores del oficio Leonardo Hugo y Valero Matheu y se
habla del susodicho calzado.
En 1709 moría
el último maestro chapinero de Valencia, y en el mismo año se vendía la casa
gremial situada en la calle de la
Tapinería para pago de deudas. Al año siguiente se dispuso de su sepultura, y
como al limpiarla y disponerla para nuevos entierros se hallara una tabla de San Pedro, patrón del
gremio, en la víspera de la fiesta de
aquel año, se tuvo el hallazgo como providencial, con cuyo motivo se le hizo
gran función, predicando en ella el canónigo Mosén Pedro Gil Dolz, cuyo sermón
se guarda inédito en el archivo de aquella iglesia.
Verdaderamente
fueron las honras fúnebres del gremio de chapineros de Valencia. Y aquí termina
este esbozo de la monografía del chapín de Castilla y Valencia, que otros
podrán completar con nuevos y mejores atos. Entre tanto, algo sabemos ya de
aquel legendario calzado que han usado tantas generaciones, y que sirviendo de
gala y atractivo en los piés de las
mujeres de baja y alta cuna, Dios sabe la influencia que habrá tenido en
los destinos de nuestra patria. No hay que reirse: siempre pequeñas causas han
producido grandes acontecimientos.
El tapín valenciano,
fue el de mas prestigio durante todo el tiempo en que estuvo en uso, incluso
mas que el Veneciano, al que algunos autores quieren atribuirle la supremacía y
origen de su invención. Juan de la Cerda. Dice que en una mujer se pueden ver
las principales producciones del mundo: En una mujer ataviada se vé un mundo:
mirando los chapines se verá Valencia; en el oro de la faldilla y basquiñas, a
Milan; en el Agnus y las demas reliquias, a Roma; en las buxerias y brinquiñas
de vidrio, se verá a Venecia; en las perlas y corales, a las Indias
occidentales; en los suaves olores a las orientales; en los lienzos a Flandes e
Inglaterra.
Francisco López de Úbeda, en La Pícara Justina y Alonso
Fernández de Avellaneda, en el Segundo tomo del Ingenioso hidalgo don Quijote
de la Mancha, que contiene su tercera salida y es la quinta parte de sus
aventuras, citán los chapines valencianos. Estas citas las podemos ver en la
parte de autoridades de este diccionario.
José Ferrandis Torres en su obra Datos documentales
para la historia del arte español. Inventarios reales, cita que doña Juana la
Loca, poseia 37 pares de chapines valencianos y que la emperatriz Isabel tenia
25, de los que muchos eran plateados. Entre los chapines de la emperatriz Isabel se mencionan tambien zapatos
plateados de Valencia, pero en aquellos que no son específicamente valencianos
el material que se usa es el terciopelo morado, blanco, leonado, carmesí ó
verde y la decoración más común es la de cañutillos de oro ; algunas veces, se
añade la argentería.
En muchos inventarios, como en el de Gómez Manrique, celebre por su cancionero, realizado en Toledo en 1492, se citan: Unos chapines de mí Señora , valencianos.
En muchos inventarios, como en el de Gómez Manrique, celebre por su cancionero, realizado en Toledo en 1492, se citan: Unos chapines de mí Señora , valencianos.
También
los cita Francisco López de Úbeda: Al punto, baje la
mano para desenvainar un chapín valenciano,
mas él comenzó a huir y medir tierra a varas de pescar, y, de trecho en trecho,
tornaba a mirar como ciervo acosado, cuidando si acaso se le aparecía mi chapín
en forma de bala o lágrima de Moisén,…. Y Alonso Fernández de
Avellaneda en su obra titulada Segundo tomo del Ingenioso hidalgo don Quijote
de la Mancha, que contiene su tercera salida y es la quinta parte de sus
aventuras: Paréceme, señor don Álvaro -replicó don
Quijote-, que no deja ésa de ser alguna pequeña falta, porque una de las
condiciones que ponen los curiosos para hacer a una dama hermosa es la buena
disposición del cuerpo; aunque es verdad que esta falta muchas damas la
remedian con un palmo de chapín valenciano; pero,
quitado éste, que no en todas partes ni a todas horas se puede traer, parecen
las damas, quedando en zapatillas, algo feas, porque las basquiñas y ropas de
sedas y brocados, que están cortadas a la medida de la disposición que tienen
sobre los chapines, les vienen largas de tal modo,
que arrastran dos palmos por el suelo. Y así, no dejará esto de ser alguna
pequeña imperfeción en la dama de vuesa merced.
La fama de los chapines valencianos, llegaba a America como nos
indica José Torres Reyello en su articulo: Merchandise brought tu America by
the Spaniards (1534. 1586), publicado en The Hispanic American historical
review. Noviembre, 1943. Registrados como «de Valencia» o como «dorados», los chapines
figuraban en el cargo de los barcos que desde Sevilla iban al Nuevo Mundo. En
inventarios americanos, como el Inventario y almoneda de los bienes de Juan
Domínguez, difunto. Caja A–8, exp. 19,
ff. 1-15. de 1577. Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Figuran: dos
pares de chapines, unos valencianos y otros de terciopelo verde, por 5 pesos.
En los documentos existentes no se menciona ninguna materia textil
en relación con estos zapatos ; si algún material se menciona es oro o plata,
lo que hace suponer que los chapines de Valencia debieron ser en su mayoria de
cuero recubierto con un pan de oro o plata.
En los años de 1300 los zapateros y fabricantes de chapines de
Valencia se separaron en dos gremios que, sin embargo, no solucionó las mayores
divergencias. Los zapateros intentaron limitar a sus colegas artesanos a la
producción de chapines de cuero metalizado (de oripell), mientras que éstos
exigían derecho a trabajar toda clase de materiales, oripell, cuero pintado o
cualquiera otro. Finalmente se llegó al acuerdo de que los tapiners no hicieran
zapatos y que los sabaters pudieran fabricar chapines sólo para sus esposas,
concediéndoseles este privilegio con la condición de que las excepciones
familiares no se expusieran para su venta a la puerta del taller.
En Valencia en 1513, el
oripell (oropel en castellano) era un pan de plata, oro u hojalata de un tamaño
determinado: ocho hojas de éstas cubrían el largo y siete el ancho de una piel
de oveja de las que se usaban para hacer colgaduras pintadas (guadameciles).
Antes de aplicar el oro o la plata tenian que cortar le caben la piel de oveja,
para evitar que se pudiera confundir con la piel de cabra que los zapateros y
fabricantes de chapines estaban obligados a usar. La piel suave, flexible v
duradera que con el nombre de cordobán era conocida en toda Europa.
En el Archivo Municipal
de Valencia, encontramos el Libre del Mustaçaf (libro del inspector de pesos y
medidas) que dedica cinco folios al oficio de tapiner. Se trata de un libro
donde se van copiando regulaciones municipales. En un apartado, copiando de un
documento de 1389 se mencionan diversas partes del chapín: lespicio, «huy es
dita capellada» que corresponderia a las orejas; plantelles que serian las
plantillas de corcho; taloneres o piezas posteriores; y branques, que tienen
que serian los cercos. Podemos pensar en la probabilidad de que brancas, venga
del vasco, donde branka significa la proa de un barco.
Unas anotaciones del
año 1563, nos vienen a describir otras partes de los chapines: soles (suelas) ;
rebatuts (costuras de dobladillo), cohes de capellades (bordes o lengüetas de
las orejas), gires (viras) ; y además, se añaden otras normas.
Si en
algún punto se pretendió imitar la fabricación valenciana, hubo de ser en Madrid, y así lo expresa Gaspar
de la Cintera llamado el ciego de Ubeda, en sus Coplas al encomiar los ricos
chapines de aquella villa. Pero por la documentación estudiada, podemos
asegurar que en general los mas afamados chapines eran los producidos en el
Reino de Aragón.
También
nos constan importaciones o al menos denominaciones de procedencia extranjera,
como en el caso que nos menciona Aguiló en su diccionario, donde aporta un
documento en el que se citan varios pares de tapines, el uno de Marsella y que
podriamos considerar como de unas
características similares a los valencianos y otros dos que se dice que son de
hombre: Un
parell de tapins de Marsella vermells e pintats…Dos parells de tapins d'ome
gornits de blanch e vermell…Un parell de tapins negres ab orles d'orípells.
Inv. Torre d`en Barra, 1430.
Las Ordinaciones
zaragozanas de zapateros y chapineros confirmadas en 1.503, regulan los examenes
de los chapineros y del trabajo a realizar, que consistian en cortar cuatro
pares de distintos calzados y acabarlos totalmente, y eran: unos alcorques
lisos de oripel de alteza de seys dedos, y un par de talonera y un par de
abarquetas y un par de zapato tapin. Los quales chapines, despues
d’esplantellados, los aya de sacar de tavron en casa del maestro chapinero desaminador
y despues los aya de acabar en casa del mayordombre desaminador; y los dichos
quatro pares de japines sean juzgados despues de acabados por el dicho maestro
tapinero esaminador y por los
mayordombres y oficiales de aquel año. En estas ordenanzas, parece entreveerse que los cuatro modelos
forman parte de la misma familia.
Pocos años después, estas mismas
ordenaciones, establecen que los zapateros
no podrán hacer chapines de mujer y los chapineros no podrán hacer zapatos de
hombre ni de níño.(21 de marzo dc 1514. A .M.Zaragoza, Ms. 17. Actos Comunes de
1514)
No abundan las
descripciones detalladas de los chapines, pero por fortuna se dispone de la de D.
Antonio Orellana, que en su época, describe unos que poseia un amigo y que eran
antiguos y fuera de uso: Son dos chapines pequeños, como de señora de
poca edad: las dos plantillas, así la de
encima (esto es, la plantilla sobre que descansa el pie) como la de abajo, que
ha de tocar en el suelo, son de una suela delgada, y en el intermedio, entre suela
y suela referidas, es el alma de corcho, y el todo, computado el grueso de
ambas á dos suelas, compone de elevación el casco y grueso de dos dedos; de
modo, que el todo de las plantillas, asiento del chapín, tendrá tanto de grueso
como la plantilla de un alpargate regular de hilo. La cara del pie, equivalente
á lo que decimos cara en el zapato, es de ropa de tisú, pero no formando punta
si que existe roma, y haciendo la misma figura que en los alpargates, queda sin
ropa la extremidad ó punta del pie: de modo, que si se pusieran los piés
descalzos ó sin medias, se descubrirían los dedos.
La ropa ó tela que por encima cubre el pie
está dividida en dos partes, como el chanclo ó abarca, de forma que subiendo
hacia el medio de la cara del pie une á la de cada lado por unos agujeritos ú
ojales que tiene la ropa; á la extremidad se ceñían ambas alas cordándose con
una cinta cruzada de parte á parte, enebrada por dichos ojales. El talón y carcañal y lados, aunque no con tanta
elevación como los zapatos de cara, si con la que demuestran los alpargates
usuales, tienen lo mismo de la misma tela de tisú, la cual en todo el chapín
está guarnecida de un galoncillo de oro,
que forma un perfil, como la cinta que ahora suele ponerse por el orillo de los
zapatos.
Distinción especial merecen
en este articulo los chapines que se relacionan en la serie de documentos
referentes a doña Juana la loca. Transcritos y prologados por José Ferrandis Torres.
Madrid . 1944. Libro de cuenta de Diego y Alonso de rribera su hijo camareros
que fueron de la Reina Doña Juana nuestra señora de las joyas y ropas y otras
cosas de la recámara de su alteza que fueron a su cargo desde el año MDIX hasta
el año MDXLV que falleció su Alteza. Don Juan Manrique de Lara, contador mayor
de cuentas.
Cargo de
chapines e botines e semillas e otras cosas desta calidad.
vn par de
chapines de terciopelo carmesí bordados de canutillo con vnas chapitas de plata
dorada según paresce por el dicho libro del escriuano de cámara.
…otros
chapines de terciopelo azul bordados de canutillo de oro y plata con arjentería
de plata dorada.
... otros
chapines de terciopelo verde bordados de canutillo de oró.
... otros
chapines de ceti pardo bordados de vnas bordaduras de terciopelo carmesi e de
oro ylado con vnas orlas de canutillos de oro.
...otros
chapines de ceti azul e terciopelo blanco e carmesí rraso bordados de oro de
canutillos e de arjentena de plata dorada.
... otro par
de chapines de terciopelo morado bordados de oro de canutillo.
... otro par
de chapines de terciopelo leonado bordado de oro de canutillos con arjenteria
de plata dorada.
... otro par
de chapines de terciopelo morado bordados de canutillos con arjenteria de plata
dorada.
... otros
chapines de terciopelo leonado bordados de canutillos.
... otro par
de chapines de terciopelo morado bordado de canutillos de oro.
... otro par
de chapines de terciopelo verde bordados de canutillos de oro con arjenteria de
plata dorada.
... otro par
de chapines de terciopelo carmesí bordados de canutillos de oro y heran viejos.
... veynte e
seis pares de chapines valencianos nuevos.
... vn par de
chapines viejos valencianos.
... diez
pares de chapines valencianos e vno sencillo.
... quatro
pares de chapines nuebos y viejos.
..
dos pares de chapines e dos pares de borzeguis.
...
vn par de chapines.
...
dos pares de chapines.
...
siete pares de chapines e quatro pares de borzeguis viejos.
...
ocho pares de borzeguis viejos e quatro pares de chapines.
...
vn enboltorio de calcado viejo y tres pares de chapines.
…quatro
pares de borzeguis e dos pares de botines y vn par de chapines.
Como vemos doña Juana
contabiliza 74 pares de chapines, entre los que podemos ver que la mayoria en
los que se indica el tejido, suele ser terciopelo o cetí. Otro detalle importante
es que se establece una clara diferencia entre los chapines valencianos y el
resto, hasta el punto de poseer 36 de los valencianos, lo que representa la
mitad. Ademas en una de las anotaciones, deja bastante claro diez
pares de chapines valencianos e uno sencillo, evidenciando que los de
mayor calidad eran los valencianos.
Chapín
veneciano de terciopelo verde. Siglo XVI.
También la emperatriz
Isabel de Portugal poseia gran cantidad de chapines como consta en el Inventario
de las ropas y alhajas de la Sra Emperatriz fecho en toledo año 1539. Archivo
de Simancas, Casa Real, legajo 67, v°f 179-vof t8o,- Libro de cuentas de la
recamara de la emperatriz.. desde 1529 a 1538. Archivo de Simancas, Contaduría
Mayor 1ª época, legajo 464, sección CCCLXXI. Pero a esta documentación no he
podido acceder a consultarla de ninguna manera y solo la conozco a traves de
Ruth Matilda.
Los chapines de la Alhambra.
Al vaciar de escombros
el hueco de una escalera de la Alhambra, se encontraron unos ejemplares bastante
deteriorados, Bermúdez Pareja, conservador del Museo Nacional de Arte
Hispano-Musulmán, proporcionó a Ruth Matilda Andersón la descripción de ellos y
de su restauración, la que incorporamos integramente:
Se pudieron
encajar cinco pedazos de corcho en un taco de las siguientes dimensiones: longitud
total de la parte superior, 18,7
cm ; longitud de la parte inferior, 15,3 cm ; anchura máxima de
la parte superior, 9,6 cm .;
altura, 6,2 cm .
En el
fragmento más importante habían sido ajustados cuatro corchos de diverso grosor
y habían sido unidos con trozos de caña puntiagudos. La forma más común del
taco era la que se elevaba en la parte del talón, se estrechaba en la parte
delantera y posterior de la suela, y se ensanchaba por los lados.
Una cubierta
de cuero al que faltaban los corchos y la suela arrojó luz sobre su
fabricación. Constaba de cuatro piezas: plantilla, cerco y dos orejas. Primero,
las orejas irían entreteladas y forradas, el borde superior terminado con una
costura sobrehilada, y agujereadas con ojetes para los cordones. Luego, el
cerco y las orejas se colocarían juntas sobre la plantilla e irían cosidas a
ésta con hilo grueso, lino o cáñamo, con puntadas de medio centímetro de largo,
después de lo cual el cerco podía doblarse hacia abajo y ajustarse al taco de
corcho. Los extremos del cerco no se cosían sino que se juntaban a traslapo,
quedando, a veces, el traslapo en la puntera del zapato como en la efigie de
Juana la Loca, en Granada.
En otro
chapín al que sólo quedaba una oreja, la suela se había cortado lo suficiente
para permitir que el borde, recogido hacia dentro, se pudiera levantar un
centímetro todo alrededor. Este borde que había sido reducido para que encajara
uniformemente, iba cosido al cerco con un cabo de fibra con puntadas invisibles
de 1,5 cm .
de largo.
A la plantilla
de este ejemplar había pegado un pedacito de papel en el que al abrirlo se
pudieron leer las palabras lunes y martes en caracteres góticos ; debió ser
parte de un antiguo almanaque.
Fragmento
de un chapin (parte del corcho), Siglos XV-XVI. Conservado en el Museo Nacional
de Arte Hispano-musulman. Granada.
Un chapín que
conservaba los corchos pero que no tenía suela reveló otros detalles de
construcción. La plantilla mostraba dos capas de cuero.
El cerco y la capa externa de las orejas eran
de piel de cabra y por completo forradas de lona. Además iban entreteladas con
seis capas de papel delgado y una de cuero; las orejas tenían por forro otra
capa de cuero, posiblemente de badana. La piel de cabra se doblaba sobre el
borde superior, de cerca de medio centímetro de grueso, para que pudiera ir
unida al forro al que se sobrehilaba con hilo fuerte de fibra Las dos orejas
iban agujereadas con dos filas de seis ojetes, pero el enlazado hecho con un
cordón de complicado trenzado de lino o cáñamo gris leonada recubierto con
hilos entrelazados de seda carmesí es posible que no matenga su disposición
original, sobre todo porque en éste no se hace uso de la fila exterior de
ojetes , el método original de enlazado queda ilustrado en otro chapín cuyas
orejas están agujereadas por cuatro filas de cuatro ojetes cada una y atadas
por una cinta de seda a cuadros verdes y leonados de 1,1 cm . de ancho y con hirma
sólo en un lado.
La decoración
en estampado del chapín que se muestra en la fotografia, parece ofrecer el
único indicio en cuanto a su fecha. El antiguo diseño guilloquis pasa por medio
del largo de la plantilla y se repite cerca del borde superior del cerco.
Bordeando este guilloquis hay una banda dorada que en la fotografía se ve muy
difícilmente y bajo la banda unas hojas largas se extienden graciosamente a
ambos lados de un animal agazapado.
El motivo que
aparece encima del animal podría ser una estilización del pájaro que revolotea
sobre una liebre agazapada o sobre un perro corriendo, en los azulejos
mudéjares del siglo XV. A ambos extremos las hojas encierran un motivo como de
una redoma taponada y recubierta de hojitas. Estos dibujos aparecen sobre un
fondo de puntos y círculos estampados. Los motivos del cerco, delimitados por
minúsculos puntos, van pintados en negro con los bordes dorados y los
guilloquis van en negro con el centro dorado. Las orejas llevan los filos
bordeados con otros estampados de círculos y puntos dispuestos en triángulos
con el vértice apuntando hacia afuera. Una línea en negro de extremos
redondeados se inserta alternativamente entre cada dos triángulos.
Chapín
de cuero. Siglos XV-XVI. Conservado en el Museo Nacional de Arte
Hispano-musulman. Granada.
Detalle
de la decoración del chapín anterior.
Como se aprecia en el detalle del chapín, el tema
decorativo, es el mismo que el de esta tela conservada en Burgos. Museo de
Ricas Telas.
Los chapines del Museo Diocesano de Solsona.
Para estos chapines,
mantenemos las descripciones de Ruth Matilda Andersón, publicado en Cuadernos
de la Alhambra, nº 5. 1969, que fue quien en realidad pudo tenerlos a su
alcance y que nos parecen muy adecuadas.
En el Museo
Diocesano de Solsona (Lérida) se conservan tres chapines de excelente factura y
en magnífico estado de conservación.
La plantilla
del chapín desparejado (Cuyas medidas son: longitud de la plantilla, 18,5 cm .; suela, 17,5 cm . x 12,0 cm .; altura de la
puntera del zapato, 7,5 am.; altura del talón, 9, 2 cm .) va unida en la puntera
y en el talón a una vira de cuero, y las orejas parecen estar entreteladas con
piel de grueso de vaqueta '. Los extremos del cerco se traslapan en la puntera,
donde se aseguran con una punta. La suela, de ancha forma ovalada, es
completamente plana, sus rebordes ajustan tan bien y tan uniformemente que debieron
ir pegados; no fue posible descubrir cosido alguno al cerco. Los fabricantes de
chapines valencianos usaban un pegamento hecho de almidón, posiblemente a base de
arroz ya que contrasta con la pasta de los encuadernadores que era de harina de
trigo muy finamente cernida.
A ambos lados
del cerco va un diseño de volutas de hojas, flores y un jarrón, rodeado de un
punteado muy fino y realzado en un fondo estampado de puntos y círculos.
Este fondo
está bordeado en las partes superior e inferior con triángulos punteados con el
vértice hacia afuera y sobre cada triángulo aparece un círculo estampado de
mayor tamaño.
En la parte
posterior de las orejas se ven unos triángulos semejantes que luego terminan por
ser el reborde del fondo de puntos y círculos de una voluta que va rodeando una
flor. La parte baja del taco iba recubierta en su tiempo por una banda metálica
y aquí los colores del cerco se conservan muy vivos. Parece que los dibujos
estuvieron recubiertos de un pan de oro y pintados con barniz rojo, que
conserva una calidad como de esmalte. Los bordes están delimitados con un
pigmento blanco y una línea ondulada blanca forma un estrecho reborde en los
bajos del cerco.
El par de
chapines que parecen cortados sobre la misma horma para que se pudieran usar
indistintamente en ambos pies, todavía conservan unas bandas de plomo sujetas
con puntos del mismo metal que no se aherrumbra.
La longitud
de la plantilla de los chapines de Solsona, unos 18,5 cm ., parece demasiado
escasa incluso para el breve pie de una dama española, los dedos de las que los
calzaran sobresaldrían del taco de corcho. Como podemos observar en muchas de las
representaciones de chapines, el pie sobresalia bastante de la superficie del
chapín.
Chapin
de cuero del museo diocesano de Solsona. Lerida.
Vista de
la suela de un chapín del siglo XVI. Museo Diocesano de Solsona. Lerida.
Chapines de cuero, uno de ellos con
virilla de plomo.
Conservados
en el Museo Diocesano de Solsona. Lerida.
Mujeres de
Pamplona: señorita, anciana y dama, en una miniatura de 1570.
A la izquierda mujer de
Pamplona. Xilografía de Hans Weiditz el Joven (1495-1537), A la derecha, en un
dibujo de Cesare Vecellio.
Del
manuscrito titulado dessins français du XVI siécle representant des costumes
des femmee
La duquesa de Alburquerque dejó en 1479: un
par de chapines forrados de raso carmesí con las orejas son de filigrana de
plata dorada y cada una con siete bastones de esmalte la
delantera, también de filigrana lleva ocho esmaltes…Según Rodríguez Villa, Antonio en (Bosquejo
biográfico de Don Beltrán de la Cueva, primer duque de Alburquerque. Madrid, 1881,
p. 239). Los bastones o bastoncillos, eran unas guarniciones por el momento
poco conocidas, pero que al parecer eran especie de galón estrecho.
El chapin Rocamora.
No se aprecia
dorado ni color en un hermoso chapín completo de piel de cabra color marrón
perteneciente a la notable colección de D. Manuel Rocamora. El cerco, la
plantilla y las orejas aparecen decoradas con una labor de estampado de diseño imbricado,
un semicírculo de tres líneas de puntos concéntricas, encerrando una roseta de
siete puntos más gruesos.
Las parte superior
e inferior del cerco van bordeadas por dos rectas paralelas de puntos y, a
continuación una fila de triángulos, todos ellos hechos con punzón para puntos y círculos mayor e n las orejas, los
triángulos y las imbricaciones pasan dos líneas curvas de puntos que en la
parte superior empiezan más bien como una voluta para terminar en unas curvas
entrelazadas que son casi círculos. Tiene cuatro ojetes en cada fila y el cerco
termina con un traslapo en la puntera.
Chapín
de cuero del Museo Rocamora de Barcelona.
A continuación
transcribimos algunos artículos de ordenaciones de distintos lugares y que
tienen relación con los chapines.
Ordenanzas
de la ciudad de Sevilla, dadas por los Reyes Católicos el 30 de mayo de 1492.
Sevilla. Meinardo Ungut y Estanislao Polono. ADMYTE.
Otrosi porque a nos es fecha relaçion que
algunos mercadores toman ensi los cueros vacunos a menos preçio dando dineros
adelantados a los carniçeros o en otras maneras. E estos mercaderes los venden
para fuera desta çibdad: y si los cortidores o çapateros o chapineros o
otros oficiales que tratan oficio de corambres quieren comprar parte de los
dichos cueros para los cortir y labrar no selos quieren vender los carniçeros
diziendo que mas los quieren vender: o quelos tienen vendidos alos dichos
mercaderes de manera que los han de dar alos mercadores o a los carniçeros
mucho mayor preçio por los dichos cueros de lo que valen por tener que cortir
para basteçer la çibdad y su tierra y por esta causa vale mas caro el calçado
de lo que valeria si esta mala forma no se tuviese de que el pueblo los
dichos cortidores y oficiales que labran de las coranbres reçiben agravio y
daño.
Porende
ordenamos y mandamos que si de aqui adelante qual quier cortidor o çapatero o chapinero o otro
oficial que oviere de cortir y labrar coranbres quisieren comprar de quales
quier mercador o carniçero quales quier cueros vacunos que toviere para los
cortir y labrar en la dicha çibdad y su tierra quel dicho mercader o carniçero
selo de tanto por tanto como le avia de dar al mercader a quien el los toviere
vendidos o quisiere vender y si asi no lo fiziere seyendo sobre ello requerido
que qual quier de los alcaldes ordinarios o de los alcaldes mayores o de los
fieles exsecutores selo puedan tomar y lo den al dicho zapatero…
Ordenanzas
con que se rige y gobierna la república de la muy noble y leal ciudad de
Valladolid, en las cuales se declaran todos. Ordenanza XXVI. Para los Zapateros y Chapineros, que contiene
nueve capítulos.
Ordenamos
y mandamos, que ningún Zapatero, ni Chapinero, ni Borceguilero sea osado de
comprar, ni compre él, ni otro por él, ningún cuero grande ni pequeño para
suelas, ni para piezas para obra prima, ni para tosca, sin que esté señalado de
la marca e armas de esta villa por los Veedores de los Zurradores, como arriba
está dicho, so pena que el que otra cosa hiciere, por cada vez pierda lo que se
le hallare haber comprado sin esta marca e señal, y más, pague trecientos
maravedís, la cual dicha pena sea repartida en la manera susodicha.
Otrosí
ordenamos y mandamos, que ningún Zapatero, Chapinero; ni Borceguilero sea osado
de hacer ninguna obra prima ni grosera de cueros que no estén zurrados y bien
raspados por el envés, porque los que llegan a comprar la obra no se engañen
con atentar el cuero grueso, siendo aquel grosor de zumaque y raspas, por no
estar zurrado, o estarlo mal, so pena que por la primera vez que cualquiera de
ellos lo contrario hiciere, pierda toda la obra que de otra manera tuviere en
su casa, e pague quinientos maravedís de pena, y por la segunda pierda la dicha
obra, y pague mil maravedís, y esté treinta días en la cárcel, y por la tercera
pierda la dicha obra, y pague dos mil maravedís, e sea desterrado de esta villa
y su tierra por medio año, la cual dicha pena de maravedises sea repartida en
la manera susodicha.
Otrosí ordenamos y mandamos, que ningún
Zapatero en zapatos que tenga la pieza de cabrón, eche los talones de badana,
ni en ninguna otra obra de su oficio, Zapateros, ni Chapineros, ni
Borceguileros echen mucho ni poco de badana entre cordobán, sino fuere en los
aforros, so pena que el que lo contrario hiciere, e no vendiere la obra de
cordobán por del todo de cordobán, y la badana por la badana, haya perdido todo
lo que lo en su casa se hallare tener mezclado, y se reparta a los pobres, y
más pague quinientos maravedís de pena por cada vez que en ello incurriere,
repartidos en la manera susodicha, la cual, como dicho es, también se entienda
con los Chapineros, para que no puedan en los chapines, ni en ninguna otra cosa
que hicieren de cordobán, mezclar badanas, poco ni mucho, so la misma pena,
repartida en tres partes, la primera para el que lo acusare, y la segunda para
los Jueces que lo sentenciaren, y la otra para los propios de esta villa.
Otrosí
ordenamos y mandamos, que ningún Chapinero ni Zapatero no haga chapín, ni
pantuflo, ni alcorque, ni zuecos, sin echarles las soletas o palmillas dobladas
y enteras, y de muy buen cuero la de encima, porque de hacelle de otra manera,
la república recibirá mucho daño por lo poco que las dichas cosas durarían, lo
cual mandamos que así se haga y cumpla, so pena de perdida toda la obra que de
otra manera se hallare en sus casas, y más, que pague por cada vez quinientos
maravedís de pena, repartidos en la manera susodicha, y la obra entre pobres.
Otrosí ordenamos y mandamos, que ningún
Borceguilero eche en borceguíes que hiciere de cordobán lengüetas de badana,
sino del pescuezo del mismo cordobán, o de otro cuero de cordobán, que sea muy
bueno, y recio, so pena que pierda todos los borceguíes que tuviere hechos; y
más, pague trecientos maravedís; la cual dicha pena sea repartida en la manera
susodicha, y la obra perdida, para los pobres.
Otrosí
ordenamos y mandamos, que ningún Zapatero, ni Chapinero, ni Borceguilero, en
ninguna obra de sus oficios echen suelas ni soletas de otros cueros, salvo de
lo que se deben echar, so pena de perdida obra que se hallare de otra manera, y
más, que pague por cada vez quinientos maravedís el que de ellos hiciere lo
contrario, repartidos como dicho es.
Otrosí ordenamos y mandamos, que ningún
Chapinero, ni Zapatero, haga chapines, ni pantuflos, ni alcorques, ni zuecos
con corchos de chapines o calzado viejo, porque sería muy gran engaño, y
duraría muy poco, sino que siempre lo que hicieren sea de corchos nuevos, so
pena de perdida toda la obra que de otra manera tuviere cualquiera de ellos
hecha, y más, pague quinientos maravedís por cada vez que en ello fuere
hallado, repartidos en la manera susodicha, y la obra entre pobres.
Otrosí
ordenamos y mandamos, que todo el calzado y obra prima que se hallare hecha de
cueros falsos y quemados, después de averiguado, se queme en la plaza pública y
mayor de esta villa de día y de noche, y cabe las gradas de la picota que está
en ella, y que un Pregonero diga en alta voz de los Oficiales que se hobiere
tomado aquella obra falsa que se quema, o se dé a pobres, como al Corregidor le
pareciere.
Otrosí ordenamos y mandamos, que ninguna
persona, vecino de esta villa, ni de los lugares de su tierra, pueda comprar ningún
género de calzado de hombres o mugeres para tornarlo a vender, so pena que
pierda lo que así hobiere comprado, y de trecientos maravedís por cada vez que
lo contrario hiciere, repartidos en la manera susodicha, y la obra entre
pobres.
Ordenanzas
de tasas promulgadas por el Concejo de Villena en 1525.
Ordenanzas
de los zapateros.
Ordenaron
y mandaron los dichos sennores de concejo que, por quanto los çapateros llevan
desordenados prescios por los çapatos, que ayan de llevar e lleven por un par
de çapatos de onbre, llanos, real e medio castellano y de un par de çapatos de
muger, llanos, treynta maravedis, que sean de cordovan.
Item
de un par de çapatones de dos suelas, que lleven dos sueldos, de cordovan.
Item
de unos pantuflos de onbre, cerrados, dos reales, de cordovan.
Item
de unos borzeugis de cordovan, syete sueldos.
Item
de unos borzeugis de badana, tres sueldos.
Item
de unos alcorques de muger, tres sueldos, de cordovan.
Item
de unos chapines de muger, tres sueldos, de cordovan, e que sea buena obra
rescibidera so pena que sea quemada.
Item
que sy llevaren los çapateros mas prescios de los desuso aclarados, que paguen,
por cada vez y por cada cosa, veynte maravedis, los diez para las obras
publicas e los diez para los executores.
Otras
citas de autoridades.
Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza (1581-1639).
En Ganar amigos.
Doña Ana soy de Leon, si por ventura tuvieres, que eres forastero al fin, alguna necessidad, conoceràs mi verdad. Encin. Pon en mi boca el chapin. Yn. Comoque enlla silla pudiese fincar mas ante cayo atierra del cavallo y començo de mal dezir asy mesmo y diziendo estas palabras…
En La cueva de Salamanca.
El cedazillo el rosario, que de esso les sirue ya el chapin, y la tixera, espejo de agua, o cristal? La candelilla, y sierpe de cera, que bueltas dentre el agua, y fuego, y prendas de la dama,…
En Los favores del mundo.
en cueros por las calles despreciado el Dios Machin, y como se vè tan pobre, y ciego, ha dado en pedir. En amaneciendo Dios, ya en chinela, ya en chapin de los nidos salen vandas...
Alfonso Martínez de Toledo. (1398-1470)
En Corbacho.
Fija de puta marica estiende byen esa falda a las vezes fazen commo por yerro que alçan la falda por mostrar el chapin o el pie o algun poco de la pierna miran luego commo que la vieron y non se lo cuydava y suelta la falda…
Ay de mi cuytada Agora so disfamada y
desonrrada y de quien de una puta vellaca suela de mi çapata o de un vellaco vil
suela de mi chapin…
Juan Cortés de Tolosa. (1590- ¿?)
En El Lazarillo de Manzanares.
Iten, que traigan en lugar de chapines, pantuflos o zapatos de cuatro suelas, que no puedan traer cartón, ni decirse don, ni largo el talle, ni jugar con barros, ni estar…
En Un hombre muy miserable llamado Gonzalo.
tenía una ropa ceñida casi como la de su marido: fue muger de gran memoria, pues se acordó por donde se avía de poner la basquiña. No he visto yo chapines como los suyos, pues por su gran antigüedad, tenían dentro del mismo corcho cascabeles, cuyo color era el de unos guadamecíes…
En El licenciado Periquín.
diziendo
a su marido que la tenía acabada, dixo Pedro: -¡Pues, es, mi señor, el tiempo!
¡Nunca tal huviera dicho!, porque, después de tirarle los chapines, dixo
que el criado o ella en casa; a quien, por lo mucho que él devía, rogó no se
fuesse…
Mateo Alemán. (1547-1615).
En Guzmán de Alfarache.
Cuando en su casa entró, como una loca soltó los chapines, dejó caer de la cabeza el manto y, arrastrándolo por detrás, alzando con las manos las faldas por delante, que le impedían el correr…
Son
por lo general avarientas. Empero con todas estas faltas, desdichada de la casa
donde sus faldas faltan. Donde no hay
chapines, no hay cosa bien puesta, comida sazonada ni mesa bien
aseada…
Alonso de Ercilla. (1533-1594).
En La Araucana.
Sin escuchar la plática, del todo llevados de su antojo caminaban; mujeres sin chapines por el lodo a gran priesa las faldas arrastraban; fueron doce jornadas deste modo y a Mapochó al fin dellas arribaban…
Francisco Delicado. (1485-1535).
En La lozana andaluza.
Loçana. -No me lo mande vuestra merçed, que voy a pagar un par de chapines allí, a Batista chapinero. Germán. -Pues entrá, que buen remedio hay. Ven acá, llama tú a aquél chapinero. Surto.-Señor, sí qué defendernos del frío. Sustituto.-Señora Loçana, esso es poca cosa para vuestra merçed. Yo daré una cana de medida d'estameña fina, y çapatos y chapines, y dexáme luego la medida, que mañana, antes que vos, señora, os levantéis, os lo llevarán…
Luis de León. (1527-1591).
En La perfecta casada.
¿Es por ventura alguna de ellas pequeña? Embute los chapines de corcho. ¿Es otra muy luenga? Trae una suela sencilla, y anda la cabeza metida en los hombros, y hurta esto al altor...
Luis Vélez de Guevara. (1579-1644).
En La Serrana de la Vera.
todo prontamente buena que me conozen, y no quiero meterme agora a caballera y hazerme muger de piedra en lo espetado y tiesso, encaramada en dos chapines, padre, y con un verdugado hecha campana, lominaria con una lechuguilla, aprendiendo de nuevo reverenzias, que será para mí darme…
En El diablo está en Cantillana.
Rodrigo. -Estaba por besarte los chapines mil veces, honra de España, a ser casta cortesía. Perafán. Ya, Rodrigo, no nos hablas.
Teresa de Jesús. (1515-1582).
En el Libro de las Fundaciones.
ella rogó a su aya que fuese a uno de los padres a pedir que la dijesen una misa; y en viéndola ida, metió sus chapines en la manga, y alzó la saya, y vase con la mayor priesa que pudo a este monasterio, que era harto lejos…
Antonio de Guevara. (1481-1545).
En el Libro primero de las epístolas familiares.
¡Qué placer es de ver a una muger levantarse de mañana, andar revuelta, la toca desprendida, las faldas prendidas, las mangas alzadas, sin chapines los pies, riñendo a las mozas, despertando a los mozos y vistiendo a sus hijos!...
En Aviso de
privados y doctrina de cortesanos.
No sé en qué cae esto, que
vemos a una mujer que trae sobre sí una madeja de cabellos, una cofia, un
trenzado, un tocado, unos chocallos, una gorguera, una camisa, una basquiña,
una saya, un mongilón, un manto, unas gargantillas, ajorcas, unos anillos, unos
chapines, un sombrero, y puede traer sobre su cuerpo toda esta ropa, y no puede
guardar en su pecho una palabra secreta.
Alonso de Castillo Solórzano. (1584-1648).
En Lisardo enamorado.
orillas del cristalino río las presencias de sus amados dueños, que, con la licencia que permiten las salidas al campo, depuesta la autoridad de los chapines, le secundaban, pisándole con menos embaraçoso calçado, con que se manifestaban mejor los buenos talles…
A
todo esto había estado muy atenta la dama, en cuyo cuarto pasaba lo que oís, y,
habiendo ya cobrado sus chapines, agradeció
a todos su cortesía en el haber compuesto su disgusto en su presencia…
Esta
suficienciale faltó de su boca el abrenuncio; que en el trono de su idea penaba
por estatutos al respecto sin chapines
y al decoro sin pantuflos…
la
apreté una mano, reparó en mí, y conociéndome, se retiró adentro donde se
emboçó como mejor pudo, y, con los chapines
en la mano, se salió comigo…
Estaba
en ella una hermosa dama en su estrado con sus criadas haciendo labor, y como
viese súbitamente entrar aquella gente en su cuarto con espadas en blanco, con
más ánimo que se podía esperar de su flaco sexo, dexando la autoridad de
los chapines, se puso delante
de don Jaime, que vió ser a quien
ofendían los cuatro, y ya le tenían herido en la cabeça…
En Las harpías en Madrid.
su determinación con fuerzas y asimismo el escudero por su parte, mas venciendo esta dificultad la astuta Feliciana se arrojó por el estribo sin chapines y algo descompuesta del manto y comenzó entrarse por la casa del milanés diciendo…
En La Garduña de Sevilla y anzuelo de las bolsas.
Mil veces -dijo don Jaime- beso la tierra que pisan vuestros chapines, pues aun della, con el favor que de vos recibo, no es digna mi boca….
viéndome
en esta confusión, afligida con la muerte de mi amante sólo tomé por remedio
dejar los chapines, y con
las basquiñas en la mano, a todo correr, irme a casa de un conocido de mi
padre, muy pobre y anciano,…
Feliciano de Silva. (1491-1554).
En la Segunda Celestina.
Quincia. Muy bueno. Pandulfo. ¿Bueno, dizes, por mi vida?, pues yo te mando unos chapines. Quincia. Yo te diré qué tal, que esta mañana cuando passóde mi señora a la de esas reinas y princessas que dizes…
Areúsa.
¡Ay, madre!, ¿qué ha sido esto?; que desde la calle del Arcediano vengo
los chapines en las manos
por venir más apriessa. Elicia. ¿Y cómo, prima, y tú no lo sabes?...
tía
señora, que, en fin, yo te prometo que si Marina bailó, que tome lo que halló;
que cosa no le dexaste en la cabeça sana, ni le dexé, con los chapines y la rueca; y
enhoramala, porque no tenía cavellos, que como me dexó las guedejitas que traía
la borracha, a cabo de su vejez…
Luis de la Puente. (1554-1624).
En la Vida del P. Baltasar Álvarez.
Otra
vez entró en la iglesia con chapines
y báculo, y venía, al parecer, autorizada; y como el Padre Baltasar la
vió entrar, llamóla, y díjola si quería hacerse dueña, o señora…
Gabriel Tellez, llamado también Tirso de Molina.
(1583-1648).
Poesías.
Unos buscaban sus capas, mujeres sus mantellinas, otras sus chapines buscan, cayéndose de ir a prisa. Segunda noche, del jueves, por la orden de la Villa, hubo máscara famosa de una tramoya exquisita…
Comedias religiosas.
pues por malas os señalo, y a las que nos dais veneno, decid lo que tenéis bueno, diré lo que tenéis malo. A los chapines. Vengamos al fundamento sobre que el mundo fabrica de libia avia una çibdat que era cabeça que llamavan Tebas...
Fernando
No sé yo que haya en España tan escabrosa montaña. Pascual Mala es para
con chapines. Dad acá la mano.(Van bajando) …
Loca
soberbia de España que el mundo has vuelto al revés, ¿con plata, que es tu
interés, coronas chapines vanos?
¿Lo que afanaron tus manos es bien que pisen los pies?...
En Desde Toledo a Madrid.
Salen doña Mayor, en zapatillas, y don Baltasar, trayéndole los chapines. Baltasar: -¡Linda traza! Mayor: - Como la vuestra, aunque con algún peligro. Mil veces pensé caer…
En El melancólico.
faldas, anillos, y ojalá no con zarcillos, si ya no son orejeras para que queden iguales con la dama más curiosa, no faltaba ya otra cosa que chapines y corales. Quitáoslos, que no debéis dar gusto a quien os los puso…
En los balcones de Madrid.
como grulla ya se extiende, ya se encoge, y celebrando mi industria en el otro se incorpora con invención tan segura que pueden pasar por él los chapines de una viuda. Que yo subí por encaje. Leonor: - Sí, pero Corral, ¿quién duda que en viéndolo los que pasan nuestra opinión no destruyan?
En El amor médico.
¡Oh
anascote, oh caifascote, oh basquiñas de picote; oh ensaladas de tomates de
coloradas mejillas, dulces a un tiempo y picantes; oh chapines no brillantes, mas negros y
con virillas; oh medio ojo que me aojó, oh atisbar de basilisco; oh tapada a lo
morisco…
En El celoso prudente.
Gascón: -Chapines
he visto yo de corcho y altura tanta que a una enana hacen giganta; pero ¿quién
chapines vio que puestos en la cabeza, ensalcen a una mujer tan alta, que ya es
alteza?
Lisena: -También, Gascón, para vos de chapines
servirán; también os levantarán.
En La celosa de sí misma.
La
banda que el pecho atraviesa, vueltas y guantes de achiote, guantes de pita, y
firmeza. Escapulario y basquiña de peñasco, a la frailega, chapín con vira de
plata, crujiendo a ropa de seda, la camándula en la mano.
Juan Rodríguez Freyle. (1566-1640).
En el carnero.
Dios me oiga y el pecado sea sordo, no quisiera que lloviera sobre de mí algún aguacero de chapines que me hiciesen andar a buscar quien me concierte los huesos, pero yo no sé por qué, yo no las he ofendido.
Miguel de Cervantes Saavedra. (1547-1616).
En el curioso impertinente.
Camila: -¡Jesús mío! Lotario: -Anselmo, tente. El defenderme es forzoso. (Sale Camila sin chapines y descompuesto cabello y ropa) Camila: -¡Ay, infelice mujer! ¿Por dónde podré escaparme? …
Venían
las damas en jamugas con bohemios, sombreros con plumas y mascarillas en los
rostros, los chapines, con
plata, colgando de los respaldares de los sillones; y ellos, unos con
portamanteos, las capas dobladas debajo…
le
dijeron que los dejase jugar su excelencia, que estaban picados; que después
harían lo que les mandaba; viniéndose el Duque con el Marqués de los Chapines, que era un pobre que andaba
arrastrando, y de la cintura arriba muy galán, y estaba entreteniendo las
damas…
En la entretenida.
Gozáis del justo botín y de la limpia
chínela, y os reís de la arandela y del dorado chapín.
En la Gitanilla.
Oyendo
esto la turbada señora, soltó los chapines, y
desolada y corriendo salió a la sala adonde había dejado a Preciosa, y hallóla
rodeada de sus doncellas y criadas, todavía llorando.
En Rinconete y Cortadillo.
Oyéronlo los de dentro, y alborotáronse todos de manera que la Cariharta y la Escalanta se calzaron sus chapines al revés, dejó la escoba la Gananciosa, Monipodio sus tejoletas, y quedó en turbado silencio toda la música; enmudeció Chiquiznaque,…
Jacinto Polo de Medina. (1603-1676).
En el buen humor de las musas.
Si cortas alguna ropa, dice el sastre que te viste a ti con sola una vara y a tus chapines con quince fizieron grand fiesta a nuestro señor ihesuxpisto, los angeles y mostroles el especialidad de temor. El segundo dia fizieron
a
luz por vuestra vida, porque nos diga su rostro si se parece a su padre en lo
simple y en lo bobo. XV - A una dama muy pequeña sobre unos chapines muy grandes Apéate, ninfa
enana, de estos gigantes chapines, o me subiré sobre ellos para que puedas
oírme;…
Sin
duda estaba en menguante la luna cuando te hiciste, y en la cola del dragón el
sol padeciendo eclipse. Pero tus chapines creo
que, en su parto y en su origen, el sol doraba del toro los cuernos y las
narices;…
Antonio Mira de Amescua. (1574-1644).
En La adúltera virtuosa.
Otra vez el Pirineo derritió sus blancas
rocas vertiendo sierpes de pala que por su falda se enroscan; que alegres del
casamiento, pienso que hacía de todas virillas, para adornar los chapines de mi
esposa.
Rey:
-(¡Oh, España, perfeta. Aparte región, cielo en serafines, a quien el orbe
respeta, muerto soy!) Para chapines os
doy, duquesa, a Gayeta.
Juana:
-Merced de esas manos es.
Rey:
- Y a Coloneta posean vuestros
pies; que razón es que estos dos ciudades sean chapines de vuestro pies.
En La Fenix de Salamanca.
Alejandra. Toma, guarda esos chapines. Ponen los chapines con el vestido sobre el
bufete. Villena. No prometen buenos fines bodas con tan poco gusto. (Vase.) …
Alejandra. (Aparte.) ¡Ay Dios, qué gentil mancebo!
Tras él se me van los ojos. D.ª Mencia. ¿Hay chapines? Alejandra. Sí. D.ª Mencia. Pues muestra. Alejandra.
¿Caerás con ello?
Entran Villena y Funes, el uno trae un vestido de
mujer y manto, y el otro, unos chapines con virillas de plata. Leonardo. Aquí
están Villena y Funes. Alejandra. Platero y sastre Perez maestre de la orden de
Sanctiago…
En Callar en buena ocasión o Muerto vivo y enterrado.
Llego
el ultimo festin. Dançar el amor me manda; y en vez de lienço una vanda saco la
ynfanta. Y en fin finxio torçerse un
chapin alborotose la jente y ella, amante tan prudente, con la vanda me
dexo y, a su asiento bolvio, como el sol a su poniente…
En La vida y muerte de la monja de Portugal.
Tabaco:
-¿El pedir no se le olvida, siendo santa? Teresa: -Siendo monja, ¿cómo puedo? Tabaco:
-Santa mía, si Dios a¿Toscos y negros
chapines he de romper y sufrir, y a media noche acudir desvelada a los
maitines? Cuando telas y espolines a la vista el siglo enseña…
Pedro Calderón de la Barca. (1600-1681).
En la hija del aire.
¿Pues qué habiendo de asistir al desnudar y vestir? Y más si, tal vez, la vieras, por los hombros un manteo, en chapines ir andando con los pies de águila, cuando es necesario el deseo, llegaras a conocer que tú mirándola estás como una mujer no más…
En La dama duende.
salen Don Juan y doña Ángela con manto y sin chapines. Don juan: -Aquí quedarás en tanto que me informe y me aconseje de la causa que a estas horas te ha sacado de esta suerte de casa; …
Juan Pérez de Montalbán. (1602-1638).
En La monja alférez .
Guzmán: -Pese a mí, ¿qué he de volver? ¿No ves que me viene largo? Machín: -Pues ponerte los chapines. Guzmán: -Chapines, ¿estás borracho? Suenan dentro cuchilladas y alguien desde dentro dice): -Deténganse, caballeros. Otro: -¡Vive Dios, que he de mataros!
Lope de Vega. (1562-1635).
El hidalgo de la Mancha.
para poder saber sinon solo dios el qual la conosçe y inclina donde le plaze por tanto los que de tales cosas fazen juyzios determinados que si en chapines me veo a todos mis insulanos como un gerifalte tengo de gobernar hasta el cabo; …
En Peribáñez y el comendador de Ocaña.
Mas,
mientras los gallardos paladines armados tiran tajos y revesses, presentóle
Medoro unos chapines, y
entre unos verdes olmos y cipreses, gozó de amor los regalados fines, y la tuvo
por suya treze meses.
El laberinto de Creta.
Pasó Riselo y les dió un doblón para alfileres, y Fabio para chapines, que pies celebraba siempre. Pasó Bato y no dió nada, y las pastoras, al verle tan cobarde en el dativo, …
La buena guarda o encomienda bien guardada.
Si ellas salen a las nueve con un manteo bordado de entre el cambray delicado, como unos copos de nieve; y puestos en sus chapines los pies, aun no se persinan, que como grullas caminan al estrado…
En La Dorotea.
Los cultos deste tiempo sabrán mucho de calzas, porque todo es calzar estrellas, calzar flores, nubes, noches, soles, y aun ponelle chapines a la Luna, como si fueran a propósito para andar buscando a Endimión por el monte Lathmo.
aunque
decirlo espanta, por ser como era el salto cinco suelos en alto, hasta el alero
del tejado fines, que no perdió ninguna los chapines; quedando el negro amante, después de tan extraños
desconsuelos, muerto de risa en acto semejante….
con
cuchares de palo por espadas, que de galas quedó todo sembrado: naguas,
jaulillas, guantes, figas, moños, rosetas, gargantillas y arracadas, chapines, orejeras y zarcillos; y
porque defendió llegar Malvillos a robar a la novia, dio dos cabes, como Hércules
a Licas…
Cartas.
por indulgencias, ver mujeres y escuchar donaires tan fríos como el difunto, que ni las mujeres piensan que una calentura las puede bajar de los chapines ni los hombres del engaño el privilegio de teñir las canas…
La niña de plata.
Marcela:
-Creyéralo, como fueras o veinticuatro o jurado. Félix, el ánimo tuyo bien
conocido le tengo. A comprar chapines
vengo, que por momentos destruyo. Félix: -Alabo tu discreción; que
viendo las prendas mías, no dijiste que venías por tela, raso o gurbión, no por
holanda o cambray, no por cortes milaneses, puntas y encajes franceses, que por
estas tiendas hay.
A
chapines te humillaste; concierto haremos los dos, porque parece, por Dios, que mi bolsa consultaste. Por la
discreta humildad, añado a chapines
guantes; que dan cosas semejantes galanes de voluntad.
Marcela:
-Por tu vida, que te engañas; que no te brindo a chapines; voy con diferentes
fines, que verás si me acompañas; que el gastar tantos agora es buscar casa.
En La noche de San Juan.
Celio; - No hay en el mundo caudal para chapines y randas, pero todo lo merecen. Mendoza: -Brava guerra nos ofrecen con las celadas y bandas.
En Las ferias de Madrid.
la gente de Guinea dejarse cautivar de zarandajas, puesto que para galas bueno sea, así se dejan ir por prendas bajas, sortijas, escritorios y chapines, confites, diacitrón, conservas, cajas...
En el Triunfo de la humildad y soberbia vencida.
Si los chapines le ves, mira que no hay
serafín con tanto corcho en los pies. Fue discreción del primero, que en los
pies corcho les puso: símbolo el más verdadero, pues su edificio compuso sobre
cimiento ligero.
En La discordia de las casados.
Si hay lodos, fingen limpieza y el
chapín, no digo el pie como en la tienda se ve, bajos son, pero es bajeza.
Luis de Góngora y Argote. (1561-1627).
Letrillas.
.
Digo que treinteno, ¡oh qué bueno! Pero que a muchos amantes les sepa una dama astuta, encareciendo su fruta, pedir chapines y guantes, haciéndolos San Cervantes no habiendo en Tajo nacido, siendo en efecto fingido todo su amor y regalo, ¡oh qué malo…
Digo que treinteno, ¡oh qué bueno! Pero que a muchos amantes les sepa una dama astuta, encareciendo su fruta, pedir chapines y guantes, haciéndolos San Cervantes no habiendo en Tajo nacido, siendo en efecto fingido todo su amor y regalo, ¡oh qué malo…
O
assi si la quien loca, pisando ayer las nubes de sus chapines, desafió serafines a volar
ala por ala. Este mundo es una escala: unos la suben y otros la bajan.
Romances.
De
Tisbe y Píramo quiero,ya habéis visto el diente, entre mozuela y rapaza, pocos
años en chapines, con
reverendas de dama. Señor padre era un buen viejo, señora madre una paila; el
dulce favor implora, conserva de calabaza….
Agustín Moreto. (1618-1669).
Los jueces de Castilla.
Sancho: - Sí, Señor; labro. Peláez. - ¿Qué labráis? Sancho: -Labro chapines. Peláez: - ¿Chapines? ¿De qué? Sancho: - De barro. Peláez: - ¿Qué fablas? Sancho: - Faréme un jarro, Si non te vas a los fines.
De fuera vendrá.
Doña Francisca: - Ya yo tengo el manto puesto. Margarita: - Y yo el manto y los chapines. Doña Cecilia: - Chichón, ¿no ve que le espero? Venga ya; que él es peor. Chichón: - ¿Dónde? Doña Cecilia. A la calle Mayor…
En La ocasión hace al ladrón.
Beltrán:
- Serafín bien puede ser; Mas no creo en serafines, que por andar en chapines son fáciles de caer. Y
serafines caídos ya tú ves que son demonios…
En Primero es la honra.
Porcia: - Déme tu alteza los pies. Torrezno: - Y los chapines a mí. Reina: - Porcia. ¿qué te ha sucedido? Pues ¿qué novedad es esta? ¿Tú llorosa y descompuesta?...
Francisco de Quevedo. (1580-1645).
En el Entremés de la venta.
Guevara: - ¿Sola? Aquí estamos todos. Grajal: - Cuenta con los chapines y los codos. Aquí cantan y bailan. Músicos: - Todo se sabe, Lampuga; que ha dado en chismoso el diablo, y entre jayanes y marcas nunca ha …
En La Hora de todos y la Fortuna con seso.
Traía por chapines una bola sobre que venía de puntillas, y hecha pepita de una rueda que la cercaba como centro, encordelada de hilos, trenzas y cintas,…
Asistíala,
como asesor de cachivaches, una dueña, calavera confitada en untos. Estaba de
rodillas sobre sus chapines, con
un moñazo imperial en las dos manos, y a su lado una quisiera…
Sentencias: de la mundana falsedad y las vanidades de
los hombres.
En
esto entró una que parecía mujer, muy galana y llena de coronas, cetros, hoces,
abarcas, chapines, tiaras,
caperuzas, mitras, monteras, brocados, pellejos, seda, oro, garrotes,
diamantes, serones, perlas y guijarros…
Y
veo una muchedumbre de mujeres, unas tomándose puntos en las caras, otras
haciéndose de nuevo, porque ni la estatura en los chapines, ni la ceja con el alcohol, ni el cabello en la tinta, ni
el cuerpo en la ropa, instante objetos amorosos,…
En un romance.
Y por ponerse chapines
alzacuello y verdugado,
sin saber lo que se hacía
dió á su marido la mano.
En Los sueños.
Si la besas te embarras los labios; si la abrazas, aprietas tablillas y abollas cartones; si la acuestas contigo, la mitad dejas debajo la cama en los chapines; si la pretendes te cansas; si la alcanzas te embarazas; si la sustentas te empobreces; si la dejas te persigue; si la quieres te deja.
acompañamiento, y no sabía imaginar
quién pudiese venir…
los criados porque nos guardamos; los de
fuera por el coram vobis de responso, y tienen razón, porque ver una de
nosotras encaramada sobre unos chapines, muy
alta y muy derecha, parecemos túmulo vivo. ¡Pues cuando en una visita de
señoras hay conjunción de dueñas!...
Mariana de Carvajal y Saavedra. ( 1600-1664 )
Navidades de Madrid.
La última fuente venía colmada de guantes, chapines, rosarios de alcorza, con otras diferencias de peces, tortugas, encomiendas, pastillas..., con tanto oro y ámbar que dejó admirado a don Vicente…
Baltasar Gracián. (1601-1658).
Oráculo manual y arte de la prudencia.
También
los hinchados hablan con eco, y como su conversación va en chapines de entono, a del Camarero
mayor. Batricio: - Todo es mal agüero para mí, pues le han de dar junto a mi
esposa lugar.
Lope de Rueda. (1505-1565).
En el paso del Rufian cobarde.
Sebastiana: -¡Pues no será! ¡Si en mi vida le he visto traer chapines! Estepa: - Dejémonos de gracias, doña bruta, andrajo de paramento. Y vos, don ladrón, tomá vuestra espada.
Pedro Espinosa. (1578-1650).
Soneto a la Asunción.
Por manto el sol, la luna por chapines, llegó la Virgen a la impírea sala, visita que esperaba el Cielo tanto. Echáronse a sus pies los serafines, cantáronle los ángeles la gala, y sentóla a su lado el Verbo santo.
Francisco de Rojas Zorrilla. (1607-1648).
Progne y Filomena.
(Sale
FILOMENA bañada en sangre, suelto el cabello y sin chapines). Iba a buscar un indicio, Y encontré con un agravio.
Ángel bello, dulce esposa, Ignorado serafín. ¿Quién tu rostro de jazmín tradujo
purpúrea rosa?...
Juan de Luna. (1575-1644).
En la Segunda parte de la vida de Lazarillo de Tormes
: sacada de las crónicas antiguas de Toledo.
Fuime a casa de la sastresa: hallé la casa revuelta, y al sastre, su marido, que la molía a palos, por haber venido sola sin manto ni chapines, corriendo por la calle con más de cien muchachos tras ella.
A
pocas calles andadas encontré con una mujer de verdugado y chapines de más de marca, puesta la
mano en la cabeza de un muchacho, un manto de soplillos, que le cubría hasta
los pechos. Preguntóme si sabía de que huía como del diablo: porque siempre
quise más comer berzas y ajos sin trabajar, que capones y gallinas trabajando.
Diome el manto y los chapines en
llegando a casa, para que los diese a la criada. Vi lo que deseaba; no me
agradó mal la mujercilla: era briosa, morenica y de buen
a
la justicia! Oída esta palabra, huyeron los unos por aquí, los otros por allí;
unos dejaban los herreruelos, los otros las espadas; ésta dejaba los chapines, aquélla el manto, de
manera que todos desaparecieron, escondiéndose cada uno lo mejor que podía…
Gonzalo de Céspedes y Meneses. (1585-1638).
En Varia fortuna del soldado Píndaro.
asomándosse
un hombre, se quería entrar por ella; con lo qual, apresuradamente soltando
los chapines, apechugó a
cerrarla, y como si realmente hablara con alguno, levantando la voz, dixo de
aquesta suerte…
Bartolomé Leonardo de Argensola. (1562-1631).
En una Rima.
Revuélvense
del orbe los confines, y el oro universal, dueño de todo, a los reinos extraños
se remonta. Tiembla la tierra y pónese en chapines, y el nudo universal está de modo, que si no se
desata, tanto monta….
Diego de Torres Villarroel. (1693-1770).
En Visiones y visitas con Don Francisco de Quevedo.
una gorguera de un sayagués por capa, y aún le hacía roscas en la tierra. Era una tortuga en zancos, cucaracha con chinelas y escarabajo con chapines Cierto presumí que fuese figura de las Covachuelas que se había escapado a las Gradas…
Juan Uzeda de Sepúlveda. (Siglo XVI)
La Comedia Grassandora. 1540.
Sin herrar,
abades suelen cenar
esta fruta ya en sus platos,
y les dan vestir y calçar
chapines, tocas y mantos.
Y an d’essas consejas,
derreniego de putas viejas
y aun de canónigos gruessos,
qu’ellos les pelan las cejas
y a nosotros tyran los huessos.
Francisco López de Úbeda. Probablemente un seudónimo.
La unica obra conocida se publicó en Medina del Campo, 1605.
En Libro de entretenimiento
de la Pícara Justina.
Callo
la historia de la perra y aperreada Jezabel y otros cuentos de las historias
sacras, de hombres cuyos verdugos fueron sus mismos gustos, que en chapines de
tan altos cuentos no me atrevo a andar sin caer…
Con
esto, gané la apuesta, que fue unos chapines, con que me engreí; aunque miento,
que con ellos me humilló mi novio. Pero esto no es de aquí, sino del medio…
Ya
era otra cosa; ya los principotes de mi pueblo me miraban con otros ojos; ya me
llamaban de merced y las gorras bajaban tantos puntos que llegaban a dos
corcheas, y aun al corcho de mis chapines…
Sin
duda era mala visión. Toda ella junta parecía rozo de roble. Era gorda y
repolluda. No traía chapines, sino unos zapatos sin corcho, viejos, herrados de
ramplón, con unas duras suelas que en piedras hacen señal…
Anónimo. Atribuido por algunos a Luis Velez de
Guevara.
En El rey don Alfonso, el de la mano horadada.
Atended a vuestro gusto, doña Urraca, por ahora, que se quejará Zamora que non facéis lo que es justo. Y si os cansan los chapines, en el mi trotón rodado podéis saliros al prado a caza de matachines. Si la bayeta os enfada, poneos un verde monjil de Bretaña…
Cancionero de la Academia de los Nocturnos de Valencia
extractado de sus actas originales por D. Pedro Salva
Redondillas á cierta señora que por habérsele roto el
chapín dejó de ir a cierta estación.
Amor con trazas ruines
porque mi dichosa traza
no tuviese alegres fines,
colérico despedaza
el corcho de tus chapines.
Alonso de Villegas Sehago.
Comedia llamada Salvagia. 1554.
Risdeño: -Ya, triste de vos, padre, ¿no consideráis el caso? á quien no pusimos vida va con chapines á misa. Pues dime , i qué ves en el mundo, que te cuentas por enamorado?
Carduel. -¿Qué tengo de ver? ¿-Soy algún enano como vos para no sello?
Diego
Hurtado de Mendoza.
Otra segunda
parte de la vida de Lazarillo de Tormes. Sacada de las crónicas antiguas de
Toledo.
A pocas calles andadas, encontré con una
muger de verdugado y chapines de más de marca, puesta la mano en la cabeza de
un muchacho, un manto de soplillo, que lo cubría hasta los pechos: preguntome
si sabía de un escudero: respondile no sabía de otro sino de mí, y que si le
agradaba podía disponer como de cosa propia.
Col·loqui de dames- Trancscripción de Llúcia Martín, ms 151 B. U. de Barcelona, conocido como Jardinet d'orats. Editado por Ramon Miquel i Planas, Cançoner satirich valencià, Barcelona.
Quant ve a Nadal, jo he strenes
del qui·m ve gana:
tapins e gants, calçes de
grana,
tinch una caxa.
Despuix, en huna cambra baixa
no·m cap lo li:
lansols, tovalles, huna sens
fi!
Y grahiu-ho al loch hon som,
que hom vos darà
tapinades per la cara
més que fulles;
fastig n’an les parafulles
del taginat,
vós hajau axí gosat
manar callar
al qui us pot, sens peccat,
cagar
enmig la barba.
Ay, si vesses quines banques
té de tapins!
ja no valen tres garrofins
ses eynes;
fressa leixan de porrines
ses axelles;
molt té seques las canyellas
de pits e cames;
los seus brassos semblen
rames
de carrascha,
per marit la tingué basta
qual no troba,
y met en veu sa pocha
roba 1050
per què li’n donen;
ja los ayres se’n confonen
de tal porrera!
A continuación 12 dibujos del manuscrito titulado Das
Trachtenbuch des Christoph Weiditz von seinen Reisen nach Spanien (1529) und
den Niederlanden (1531/32)
A continuación tres dibujos del Codice Madrazo-Daza.
Prostituta de las casas publicas. De gli Habiti Antichi e moderni di Diversi Parti di Mondo. Cesare Vecellio.
Joven de la campiña o artesana de Parma. De gli Habiti Antichi e moderni di Diversi Parti di Mondo. Cesare Vecellio.
Vestido a la moda de las mujeres nobles de Génes. De gli Habiti Antichi e moderni di Diversi Parti di Mondo. Cesare Vecellio.
Noble siciliana con vestido para asistir a fiestas
publicas. De gli Habiti Antichi e moderni di Diversi Parti di Mondo. Cesare Vecellio.
Los dibujos atribuidos al Códice Madrazo-Daza no son tales. Pertenecen a un manuscrito que se encuentra en la Biblioteca Nacional desde 2010, con dibujos a plumilla y acuarela de indumentarias del siglo XVI. En algún caso se han atribuido a Weiditz.
ResponderEliminarHola, gracias por las investigaciones presentadas. Respecto al uso de chapines como prenda masculina, estoy trabajando un documento de 1734 de Manila donde dice así: "que por el título le llevaron ciertos ochavos con el título de pitanza eclesiástica, y chapines para los Canónigos." ¿Podría ser esto una referencia a chapines de hombre? ¿Podría ser que el autor esté usando el término aunque se refiera a otra cosa distinta de los chapines altos descritos aquí? Me interesa saber su opinión porque voy anotando este documento y francamente me parece extraña esta frase y no entiendo muy bien la referencia.
ResponderEliminarSaludos Vicent:
ResponderEliminarPor pura casualidad me he encontrado con tu blog. Es extraordinario. Con tiempo, le voy a estudiar tranquilamente para disfrutar de tu trabajo. Gracias por ofrecer tanto entusiasmo
Thank you very much for this post. I have looked everywhere - and just about ransacked the University library, looking for information about the use of cork during the early centuries. You picture showing chapines in Roman times was so helpful.
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