viernes, 15 de junio de 2012





El espolín y su uso en el traje de fallera.
Vicent Ferrandis Mas.
Marzo del 2012.





Notas a esta publicación.

De nuevo me esfuerzo en una nueva publicación, que ya de entrada, veo que por mucho que diga y me esfuerce intentando demostrar la verdad sobre el traje tradicional valenciano, sé que ninguna o muy poca repercusión va a tener sobre el estado general de la cuestión.

En el, como el lector podrá apreciar al leerlo, solo intento informarle de tres asuntos, que podriamos decir están intimamente ligados a la indumentaria tradicional e historica de los valencianos. En esta ocasión y aunque no sé exactamente porque, comence a escribirlo en castellano y finalmente he decidido a dejarlo así.

Lo primero, es establecer que el traje tradicional, nada tiene que ver con el traje de fallera.

El segundo, es dejar claro que el traje de fallera, ya tiene una trayectoria que merece que se le tenga en cuenta como un traje festivo, aunque no sea ni tradicional ni historico. Todos podemos tener claro el concepto de que un traje festivo, no tiene la necesidad de ser una perfecta adaptación de un traje historico. Valga como ejemplo el traje de los moros y cristianos, tan corriente en nuestras tierras.

Es indudable que los moros (propiamente dichos musulmanes) españoles o andalusies, de los que aunque no queramos creerlo, probablmente descendemos una buena parte de los españoles, no vestian como los vemos en nuestras representaciones festivas. Y bien podemos decirlo de los cristianos; que comparsa de cristianos viste como en la epoca de la Reconquista. En cualquier lugar podemos encontrar comparsas de Granaderos, Española antigua, Contrabandistas, Estudiantes, Labradores, Mosqueteros, de Zuavos que eran argelinos mercenarios a las ordenes de Napoleón y que terminaron siendo la guardia personal del Papa o sirviendo en España en las guerras carlistas.

Definitivamente podemos decir que se trata de simplemente trajes festivos, expuestos a transformaciones impuestas por la dirección que tome la cupula directiva de dicha fiesta. Por lo tanto, es la politica de la fiesta la que a la larga impondrá como debe ser dicho traje.

En el caso de nuestra fallera, será finalmente la Junta Central Fallera la que impondrá una normativa. Lo cierto es que actualmente, dicha J.C.F, no tiene un criterio demasiado claro con el asunto y deja identificar el traje festivo fallero con el tradicional valenciano, con lo que cae en un tremendo error y crea confusión. Por otro lado, los comerciantes, siguiendo esta misma linea, han pasado a titular sus comercios como de indumentaria valenciana y hacer indumentaria fallera. Por tanto están potenciando la misma confusión.

No contentos con esto, los comerciantes, avidos de establecer diferencias en su competencia entre ellos, inventan cada vez mas diferencias y novedades para que el posible cliente vaya a ellos y asi engrosar todo lo posible sus ganancias, sin preocuparles para nada el mal que puedan hacer culturalmente. Por otro lado, la decadencia tecnica y encarecimiento de los tejidos, tambien juega en contra del asunto.

Para paliar un poco lo anteriormente dicho, intentaré indicar una serie de caracteristicas de lo que debia de ser un traje de fallera, con visos historicos de la epoca y clase social que intenta imitar.

Finalmente intentaré dar una serie de descripciones de los tejidos que se deben de utilizar para ellos y a la vez recordar al lector que el Colegio del Arte Mayor de la Seda, realizó con autentica maestria muchos de estos tejidos, aunque estaban destinados al mercado religioso en la mayoria de las ocasiones.

Al momento que pensaba por dar por terminado este articulo y publicarlo, cae en mis manos un suplemento del periodico, en el que aparecen una serie de articulos, que por supuesto son pagados y que en nada debemos relacionar con la redacción del periódico y atribuir en realidad la autoria a los establecimientos que la patrocinan, con los que no puedo hacer otra cosa que indignarme. Hasta que punto llega el comercio en este tema que otros nos lo tomamos como una religión.

Podemos ver cosas como: Rebajas y plan renove... Modelo siglo XVIII de alta gama... Un modelo sin duda , diferente y especial. En un articulo titulado Galería de reinas ilustres.

Moños cosidos y perfeccionados desarrollados por Pili y Mili...termina con un proceso tradicionalmente fatigoso. Para terminar diciéndonos que ellas son un referente de la peluquería tradicional.

La belleza está en el interior. Cancanes, enaguas y pololos, realizados con materiales exclusivos de la empresa a base de una nueva fibra antialergica. Tan solo las enaguas son tradicionales...Pero hay que verlas en la foto. Con mucho morro proponen que no hay mejor invento que su “delantal chocolatero”.

En otro se anuncian manteletas, seguramente ninguno de los supuestos indumentaristas del momento sabe aun que la manteleta es una prenda distinta del pañuelo de cuello, ya que este detalle permanece en todos los artículos de este suplemento. Entre lo escrito, nos dicen cosas como: Mas de lo mismo nunca es bueno. Y por eso, el diseño de este año difiere del anterior. Viva lo tradicional...De un plumazo se ha cargado todo el concepto de indumentaria tradicional. Aunque eso si, en todo momento utiliza el termino de fallera y no el de indumentaria tradicional.

Y finalmente y ya entre los doce trajes de la Fallera Mayor, aparece un Peinador de puntillas antiguas bordadas a mano por la madre de una de las chicas de su corte. ¿Es que la Fallera no piensa salir a la calle con este traje y permanecer siempre con el peinador puesto?

Y finalmente entre los anuncios publicitarios, advierto que en mi mismo pueblo tenemos una fabrica de tejidos regionales. Tendré que investigar que son tejidos regionales. Hay que ver las sorpresas que se encuentra uno.

Como me encuentro un poco “picao”, en cuanto que pase San José, escribiré un articulo sobre la manteleta. Intentaremos al menos aclarar lo que es una manteleta.

Antes de adentrarnos en el articulo, advertir al lector que si bien en parte se trata de demostrar una evidencia, lo escrito tiene una gran carga de opinión propia, con la que el lector puede perfectamente estar en desacuerdo.



El espolín y su uso en el traje de fallera.
Vicent Ferrandis Mas.



Hace unos días, al leer el comentario que hace el periódico Levante de la presentación del monográfico sobre Indumentaria el el Libro Oficial Fallero de 2012, aparece como comentario mio lo siguiente: “los de fallera, con espolín, solo lo llevaban el 1 % de la población”. Leído así, queda como una frase cortada por delante y ademas a todo lector, creo que lo deja un poco descolocado de la realidad de la frase. Así pues, he decidido que debo de completarla, si bien no sé con exactitud como la dije, si que sé con exactitud lo que quería decir.

La realidad era que yo entiendo que hay dos vestidos claramente diferenciados dentro de la indumentaria festiva valenciana femenina. El uno forma parte de la festiva fallera y le deberemos de llamar así, es decir “traje de fallera” y otro totalmente distinto, que es el verdaderamente “traje de valenciana”.

Como digo, entre estos dos trajes hay una gran diferencia. El primero de ellos, el denominado de fallera, nunca se ha utilizado por las valencianas de la ciudad, ni por las de la Huerta y mucho menos en las poblaciones alejadas de la ciudad. El segundo en cambio si se ha utilizado de manera generalizada en toda el área geográfica que acabamos de mencionar y de forma extensiva es extrapolable a todo el antiguo Reino de Valencia. En este articulo solo hablaremos del denominado de “fallera”.

El traje de “fallera” fue creado sobre un estereotipo por pintores costumbristas que no habían llegado a conocer vigente el traje tradicional, ya que este en la ciudad y la zona de la Huerta, había dejado de utilizarse desde aproximadamente por el año 1.830 en la ciudad y en 1840 en la Huerta.

De todos estos pintores costumbristas, hay que destacar a Bernardo Ferrandis, que nacido en 1.835 es probable que aun conociese alguna mujer del Canyamelar o de la Huerta, vestida a la manera tradicional de guardapiés o zagalejo y con jubón o justillo. Lo que si que me consta que hizo, fue adquirir, por compra o por regalos bastantes de estas prendas, para poder vestir a los modelos que pintaba.

Si observamos su pintura, claramente advertimos una notable diferencia entre su manera de vestir a las labradoras y la interpretación que hacen los otros pintores costumbristas posteriores. Para que esto no quede en meras palabras sin demostración, a continuación pondremos algunas de sus obras.


Colecciòn particular. De este tema realizo varias versiones.

Esta por ejemplo no puede ser mas ilustrante, en ella se advierten todos los complementos del interior de una casa típica de la Huerta (perdonad la palabra típica, ya que no me gusta utilizarla). Vemos la mesa de comer, con un cesto de ropa blanca de las labores, las sillas de morera encordadas, la pastera de amasar y guardar el pan, el pozo para el aprovisionamiento del agua y aunque aparece el medio empedrado de cantos rodados para pasar el caballo, las losas de rodeno para pasar las ruedas del carro se han simulado con baldosas...no obstante, se advierten ciertas incongruencias que indican que en el fondo todo es un montaje para aparentar lo que no es.

Lógicamente el cuadro está pintado con la intención de que aparezcan esta serie de cosas y esos vestidos que en la época que se pinto el cuadro ya no eran así. Si vemos con la lógica, el pozo siempre se encontraba a la salida de la casa al patio, pero a la parte exterior y en caso de estarlo en el interior, nunca estaría degollando el paso del carro hacia el patio; la posición de la pastera, tampoco estaría situada encima de las piedras de rodeno para pasar el carro…En fin, que se advierte un apelotonamiento que no es lógico

Pasemos ahora a la indumentaria. Las mujeres llevan guardapiés de colores, pero lisos y con guarnición; la madre y el padre dan la imagen del matrimonio de labradores de la Huerta; la de los padrinos, de los terratenientes o gente acomodada o al menos con una buena posición. Era muy frecuente que el labrador buscase como padrino al propietario de las tierras que el cuidaba y en las que dejaba su sudor. La niña mayor se acurruca sobre el faldar de la abuela y viste unas sayas pintadas; la abuela, aunque ya se ha desprendido de la mantilla, continua cubriendo su cabeza con un pañuelo.

La parte central de su cuadro mas celebrado entre los valencianos, “El tribunal de las aguas”, es una adaptación de un grabado de Tomás Rocafort, realizado 25 años antes, en el que Ferrandis cambia la indumentaria de los personajes que van vestidos a la moda de 1.840, por otros vestidos mas a la manera tradicional. En el pinta claramente a la labradora vestida con guardapiés y justillo; lo mismo podemos apreciar en los detalles de delantal, pañuelo, peineta, cruz de cuello…Esta claro que su intención no es otra que plasmar el traje que el identificaba aun como el propio de las labradoras de generaciones anteriores.






Estampa de la Colección Francisco Zanón.

En esta otra obra, “la cosechera de seda de Puçol”, Ferrandis pinta a la labradora con justillo y zagalejo de indiana sobre campo blanco. Tal vez intenta pintar una labradora de mediados de siglo, pero que perfectamente podría pasar por una veintena de años antes.

Veamos ahora algo de obra de los pintores que le siguieron cronológicamente. El mas próximo es Joaquin Agrasot que permaneció en Italia hasta 1.875, en que volvió a Valencia, donde realizó una serie de pinturas costumbristas, en las que ya se advierte el cambio, pasando de representar a sus personajes con guardapiés de brocado y en algunos casos espolines; el peinado es al gusto de la época, apareciendo en sus pinturas los rodetes o “caragols”.



Como he comentado, en el de la boda la novia aparece con un guardapiés de brocatel, detalle que se aprecia claramente por la disposición de los elementos decorativos y colores; el jubón de manga larga y de distinto tejido que el guardapiés. En la otra pintura, se advierte un guardapiés de espolín y el otro podría ser también de espolín, aunque por su aspecto parece mas bien de brocatel; el jubón también es de distinto tejido y color que el del guardapiés.



Los pintores posteriores a estos, en algunas de sus composiciones, ya hacen uso de los jubones de mangas afaroladas con el mismo tejido que el del guardapiés. Realmente son estos últimos los que crean el traje de fallera, prácticamente en el siglo XX. Por esta época, las roperías valencianas comienzan a tener un publico que incluso aunque teniendo posibilidades, estiman que el hecho de vestirse una vez en la vida no compensa el costoso gasto que supone el hacerse el traje y acuden al alquiler. Solo una minoría que irá creciendo con el tiempo, se dirige a estas roperías con animo de adquirirlo.

Las roperías de la ciudad como Insa, Castellote, Pinazo y alguna otra, son prácticamente las únicas que cosen trajes de fallera, pero llamándoles entonces de “labradora”. En principio solo las reinas falleras se vestían y no es hasta después de la Guerra Civil, cuando comienza a generalizarse y formar cada vez mas nutridos grupos de falleras.

No haremos en este articulo mas historia del traje de fallera y comenzaremos a estudiar el espolín como tejido empleado dentro del contexto del vestido de la valenciana.

Para su estudio hemos cogido la muestra de 1.093 guardapiés, todos ellos corresponden a la ciudad de Valencia y pueblos de la Huerta y en ellos hemos encontrado lo siguiente:

Solo aparecen seis auténticos espolines, tal y como los reconocemos actualmente, lo que supone un 5/1.000.

921. 1.736. Valencia. Inventario. Francisco Botella. 5096. Maestro platero. “Un guardapiés de espolín de campo verde”.
1084. 1.771. Valencia. Inventario. Francisco Botella. 5112. Antonio Barber. Medico. “Un guardapiés de espolín campo de matablanco y flores encarnadas”.
34. 1.796. Manises. Dote. “Un guardapiés de espolín de matablanco”.
240. 1.798. Aldaya. Dote. “Miguel Fernando Fluixa. 5752. Antonia Asensi y Miguel Guasp. Labrador. “Un guardapiés de espolín de color leche”.
243. 1.798. Manises. Dote. Miguel Fernando Fluixa. 5752. Vicenta Campra y Miguel Gallego. “Un guardapiés de espolín de color de matablanco”.
280. 1.801. Aldaya. Dote. Miguel Fernando Fluixa. 5753. Paula Alcacer y Mariano Galindo. Labrador. “Un guardapiés de espolín de seda”.

Curiosamente, de los seis ejemplares que aparecen, cuatro de ellos tienen el campo blanco, uno verde y el otro no se indica. Podríamos a añadir a estos, los que aparecen como espolines de la China y que son otros cinco ejemplares. En los espolines de la China no se suele especificar el color, probablemente este detalle es debido a que tenían unas características propias, que era el ser rayados sobre campo blanco.

1015. 1.758. Manises. Dote. Juan Bautista Martinez. 6675. Josefa Royo y Antonio Mas. Labrador. “Un guardapiés de espolín de la China”.
1061. 1.762. Valencia. Dote. Francisco Botella.. 5108. Francisca Bueso y Baltasar Teixidor. Soguero. “Un guardapiés de espolín de la china”
1062. 1.763. Manises. Dote. Juan Bautista Martinez. 6677. Francisca Garcia y Miquel Royo. “Un guardapiés de espolín de la china”.
1073. 1.767. Picaña. Dote. Jose Sanz. 157. Mariana Almenar y Isidro Valero. Labrador. “Un guardapiés de espolín de la china”.
1079. 1.770. Valencia. Dote. Francisco Botella. 5112. Vicenta Puzol y Vicente Vento. . Oficial platero. “Un guardapiés de espolín de la china”.

Finalmente, podríamos añadir otros tejidos, que aunque no se llamaban espolines, estaban hechos con la técnica del espolinado, estos eran las persianas, princesas y tapicería (este ultimo no siempre era espolinado). Con esto añadiríamos cuatro ejemplares mas.

725. 1.747. Quart. Inventario. Juan Bautista Martinez. Josep Fita. Labrador. “Un guardapiés de perciana de color encarnado y blanco”.
1079. 1.770. Valencia. Dote. Francisco Botella. 5112. Vicenta Puzol y Vicente Vento. Oficial platero. “Un guardapiés de princesa azul y blanco”.
735. 1.781. Aldaya. Dote. Miguel Fluixa Gil. Manuela Garcia y Melchor Asensi. Labrador. “Un guardapiés de princesa de azul y blanco”.
1076. 1.768. Valencia. Inventario. Francisco Botella. 5111. Jose Cosme. Labrador. “Un guardapiés de tapicería espolinada de color matablanco”.

En total tendríamos 15 ejemplares de guardapiés realizados en tejidos espolinados, entre los 1093. Esto representa un 1’37 %. Es decir, nada representativo en el contexto de la indumentaria de la valenciana de la ciudad y su huerta. Pero aun tendríamos que profundizar sobre el asunto, ya que el concepto de traje de fallera incluye que el cuerpo esté realizado con el mismo tejido que el guardapiés

Si en los documentos que contienen algún guardapiés de espolín o espolinados, entramos a ver que cuerpos aparecen, nos encontramos que tan solo en uno de ellos aparece un jubón de espolín. Es un dote de Aldaya, en el que aparece un jubón de espolín, pero que resulta ser de distinto color que el guardapiés. El jubón es morado y el guardapiés sobre campo blanco.

240. 1.798. Aldaya. Dote. Miguel Fernando Fluixa. 5752. Antonia Asensi y Miguel Guasp. Labrador. “Un jubón de espolín morado guarnecido con felpilla”.

Con todo lo visto en esta documentación, queda demostrado que ninguna valenciana de la ciudad o la Huerta, con una posición económica que podríamos decir que hasta acomodada, entre los años 1710 y 1840, (y estamos hablando de 130 años) tuvo un vestido completo de tejido de espolín o espolinado; y mucho menos con las características del vestido de fallera, es decir, con mangas afaroladas que corresponderían a modas del siglo XIX, época en que ya no se utilizaba el espolín como tejido para vestidos de señoras y solo se utilizaba para ornamentos litúrgicos

En la presentación del Libro Oficial Fallero, tal vez manejé los porcentajes indebidamente y esta seria la ocasión de corregirlos. Cuando dije del 1%, estaba pensando exclusivamente en el guardapiés y no en el conjunto como traje de fallera. Es pues manifiesto que si entre mas de 1.000 guardapiés estudiados no aparece ni un único caso de vestido completo, el porcentaje lo mismo podría ser del 1 por cada mil, que de 1 por cada 1.000 millones. No quiero tampoco decir con esto que no haya existido en Valencia nunca un vestido completo de espolín; de hecho Ruth de la Puerta, tan aficionada a la indumentaria cortesana, documenta dos casos entre las propiedades del barón de Terrateig y señor de Carcer.

una bata y guardapiés de tela de plata y oro con diferentes flores en 130 libras, otra bata y guardapiés de tafetán espolinado, campo de leche y varias flores de seda en 18 libras”.

Habría que aclarar que el montante del valor de ambos conjuntos, supone aproximadamente el total del valor que aportaba una labradora media de la época a su dote. Y para ilustrarlo la imagen de un conjunto que podría ser igual que el de la señora del barón y que insertamos a continuación. Desde luego muy apropiado para estar dándoles de comer a las gallinas o al cuidado de los gusanos de seda.



Bata y guardapiés conservado en el Museo del Traje de Madrid.

El lector de este articulo es probable que a estas alturas de la lectura esté pensando que pretendo “cargarme” el traje de fallera, pero en realidad no es así, sino tal vez todo lo contrario. El traje de fallera ya tiene su historia de 70 o 80 años y detrás de el hay todo un mundo cultural que ya no tiene vuelta atrás. El traje de fallera es simplemente el que es, solo que es totalmente incorrecto identificarlo como traje de valenciana. Con esto, lo que pretendo es que para el lector lo que quede claro es que hay dos trajes distintos: el de fallera y el de valenciana.

No logro entender como a estas alturas, las autoridades políticas de la ciudad, se atreven a tomar una iniciativa como la de montar una exposición en el Museo de la Ciudad, a la que titulan: El traje de Valenciana. Evolució. En lugar de denominarla de fallera, titulo que hubiese sido muy digno e identificativo. Y además en el prologo decir que se trata de “reivindicar la indumentaria tradicional pura, fidel als documents i la historia”.¡Por favor...¿Donde están los documentos?

Como dijo Jesucristo: “Dad a Cesar lo que es de Cesar y a Dios lo que es de Dios”. Así pues, reivindiquemos el traje de fallera con sus 70 o 80 años de historia y dejemos para los investigadores determinar cual es el traje tradicional e histórico de los valencianos.

Como comentario de calle de esta exposición, se escucha que se podria haber montado de una manera distinta y mucho mas didactica de lo que se ha hecho. Tambien alguien en plan de disculpa ha dicho: “Todos sabemos que no es lo que toca, pero a estas alturas quien le pone el cascabel al gato”. Entiendo que cuando uno se siente ratón, difícilmente se atreva a a ponerle el cascabel al gato, pero cuando uno tiene la documentación adecuada y suficiente, no debe sentirse ratón, sino león y entonces le pone el cascabel, o incluso el cencerro si hace falta.


Lo que de ninguna manera podemos actuar es como indica el evangelio de Mateo: Aquél, pues, que escucha estas palabras mías y las pone por obra, se asemejará a un varón prudente que edificó su casa sobre la roca; y bajó la lluvia y vinieron los ríos, y soplaron los vientos, y se echaron sobre aquella casa, pero no se derrumbó, porque estaba cimentada sobre la roca.
Pero todo aquél que escucha estas palabras mías pero no las pone por obra, Se asemejará a un hombre necio que edificó su casa sobre la arena; y bajó la lluvia y vinieron los ríos, y soplaron los vientos, y se estrellaron contra aquella casa, y se derrumbó y su ruina fue grande”. (Mateo 7, 24-27). Hoy no podemos estar construyendo ídolos con los pies de barro.

El traje de fallera, debe tener sus propias características, y supuestamente adaptadas a la moda dieciochesca que intenta imitar y que en esencia serian:

El tejido para todo el conjunto, seria el espolín. Hoy es imposible que una fallera pueda vestir un autentico espolín manual, ya que el precio seria elevadisimo. Hoy casi todas las falleras, visten de tejidos brocados cuyo precio es muy inferior y su efecto visual se aproxima bastante al espolín. De ambas técnicas de tejido y de otras, hablaremos mas adelante.

La muestra o dibujo debería de ser de pequeño tamaño y con efecto de salpicado sobre un fondo, que podría ser de tafetán simple, de grodetur, de gro de Napoles, de raso o de damasco unicolor o de dos colores.

El color del campo, si buscamos una cierta autenticidad, debería ser sobre campo blanco, como lo apreciamos en los documentos estudiados. Podrían ser correctos otros colores con tonalidades claras, sobre los que resalte con naturalidad los temas espolinados o realizados como sustitución con la técnica de brocado. En el supuesto de utilizarse tonos medios u oscuros debería de evitarse que fueran chillones.

Los colores de los temas también deben ser discretos, evitando tonalidades chillonas y en lo posible que estén matizados. Está siendo muy frecuente que los tejidos actuales realizados por la técnica de brocado, se cree como fondo un damasco de dos colores, en el que una de las tramas del damasco sea de hilo de oro, plata o seda que destaque demasiado sobre la otra trama.

Los tejidos son hoy por hoy el principal problema que tienen los trajes de fallera. Las urdimbres son gruesas y de mucho peso; las tramas que forman los tafetanes o los rasos de los fondos también lo son, con lo que finalmente se llega a un tejido grueso y pesado, que resulta difícil de coser y que ademas y como principal problema, termina aplastando las enaguas y haciendo que estas no cumplan con su misión estética de ahuecar suficientemente el guardapiés y obligando a llevar otros elementos ahuecadores que no corresponden.

El vuelo o amplitud del guardapiés también es importante, las mujeres de mediana posición en la época clásica de su utilización, solían llevar 6 o 7 caídas de a tercia de vara castellana, lo que supone 334 o 389 cm en medida actual. Ciertamente que si estas medidas las trasladamos a los tejidos actuales con anchos que andan rondando la vara y media castellana, necesitaríamos tres caídas de las actuales. Ademas habría que tener en cuenta que el grueso de tejido impide la natural caída, confiriéndole al guardapiés un aspecto duro y áspero, totalmente distinto al que aparece como ejemplo en el cuadro que anteriormente hemos reproducido de Agrasot.

También es importante el largo en el guardapiés Este siempre debe ir proporcionado por supuesto a la altura de la persona y por lo tanto la guía debe ser la distancia del suelo. Dicha distancia, la deberíamos establecer entre una sexma y dos ochavas de la vara valenciana; estaríamos estableciéndola entre 15 y 20 de las actuales medidas en cm. Es totalmente incorrecto llevar largos que van barriendo el suelo.

Con referencia a los cuerpos, debo de hacer algunas matizaciónes sobre aspectos que deberían tenerse en cuenta.

El cuerpo deberia de ser armado; por supuesto de una forma correcta, con los materiales tradicionales, que serian barbas de ballena, esparto, ramas de olivo o palmito, ya que en la actualidad los comerciantes actuales, lo hacen colocando el armado en una posición que no corresponde y con materiales inadecuados. Y no es que sean materiales modernos sustitutivos, cosa que podria ser entendible, sino que no cumplen la misión que deben.

En primer lugar, tengo entendido o mas bien confirmado, que en el traje de fallera, las mangas afaroladas nacieron como alternativa al justillo que dejaba ver las mangas de la camisa. Este tipo de manga ya comenzó a utilizarse en el siglo XIX dentro de la moda internacional, llegando a popularizarse de una manera relativa, ya que toda la gente de nuestros pueblos, especialmente los de interior nunca llegar a aceptarla, siendo mas bien propia de las sirvientas de la ciudad que de las labradoras de la Huerta. De cualquier manera este tipo de manga forma hoy parte del traje de fallera y debe aceptarse como tal.





Panel de azulejos del Palau de la Marquesa construido entre los años 1780-1790, actual sede del Ayuntamiento de Carcaixent.

En cuanto a que modelo de manga debería usarse en un traje de fallera confeccionado de tejido espolinado o brocado, he de apuntar que las valencianas dieciochescas hicieron mucho uso de las llamadas popularmente mangas de hacha. Este tipo de manga procedía de la casaca de mujer, pero terminó siendo la preferida por las valencianas de cualquier condición.



Retablo azulejos de la Casa Gran de Benicarló.

Podría llevarse también la manga a la sangradura, es decir que llega a la sangradura del brazo; o de zueco que la sobrepasa ligeramente, como podemos apreciar en las figuras siguientes.


Jubón de terciopelo de fondo en negro, guarnecido con doble encaje blanco y negro. Tiene las mangas a la sangradura y la delantera hecha de tafetán de color carmesí, imitando la forma un petillo. Colección Ferrandis-Bermejo.



Detalle de la manga de un jubón de seda, pintada a la manera de las indianas. La manga es de zueco, es decir que sobrepasa ligeramente la sangradura. Colección Ferrandis-Bermejo.



Y todo esto por supuesto, sin dejar de lado la manga larga.



Panel de azulejos conservado en Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias Manuel Gonzalez Martí. Valencia.



Con referencia a los complementos indispensables de fallera, no haremos referencia en este articulo y remito al lector al articulo publicado en el Libro Oficial Fallero de este año. Precisamente la presentación de este, como ya he indicado al principio, es la que me hace escribir el presente articulo.

Tampoco quiero abandonar mi interpretación de lo que debería ser el traje de fallera que imita la moda dieciochesca, sin hacer referencia a una prenda importante y que últimamente ha adquirido cierta importancia en el traje de fallera. Se trata del petillo. Es esta una prenda, que si bien es frecuente, si que la hemos podido detectar en algunos documentos. Además he de decir que no necesariamente en dotes excesivamente valorados, lo que indica que no era exclusiva de la gente acomodada. Incluso tengo que confirmar que incluso aparece como vestido de una esclava negra en el retablo de azulejos que se conserva en el Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias de Valencia, y que reproducimos a continuación.



Entre los documentos estudiados en esta muestra se encontraron 25 petillos, de los que solo mencionaré uno como ejemplo, ya que dejo como pendiente un estudio mucho mas detallado de esta pieza. Así pues, como muestra : 1064. 1.764. Camino de Torrent. Dote. Francisco Botella. 5109. Mariana Sese y Baltasar Orti. Labrador. “Un petillo de hiladillo azul”.

El petillo, consistía en una pieza que en la mayoría de las ocasiones era totalmente de forma triangular y que se colocaba al pecho cubriendo la zona de aproximación de las guías del jubón o casaca. Muchos jubones llevaban en su parte delantera unas piezas de otro color, que hacían el mismo efecto del petillo. Esto podemos verlo en el jubón negro de la fotografía anteriormente mostrada.
Por otro lado, me consta la producción en Granada de petillos que salían directamente del telar, como se indica en un privilegio para poder establecer producciones en cualquier lugar, en el se citan otros tejidos y nos habla de “Petillos, que salgan de una pieza del telar”. No me extenderé mas sobre esta pieza, ya que tengo la intención de dedicarle un estudio especifico al conjunto formado por petillo, paletina y delantal.




Petillo de tafetán bordado. Colección Ferrandis-Bermejo.

Pasaremos ahora dar algunos detalles del tejido que precisamente es el que da titulo al articulo. El espolín. ¡ Cuanto se ha hablado de él en el mundillo fallero!...¡Cuanto se les llena la boca a los mercaderes que de él hablan!...Pero en el fondo continua siendo el gran desconocido.

La usuaria, es decir la fallera, en muchos de los casos ni le preocupa, su atención se centra principalmente en lo “mona” que estará con su nuevo traje, la cantidad de dorado y ostentación que podrá manifestar cuando desfile, especialmente en su presentación o en las de las demás fallas amigas y como no el día de la Ofrenda a la Virgen.

El mercader, aprovechará la ocasión para colocarle una tela lo mas relumbrante posible, al tiempo que le ofrecerá la novedad mas “novedosa”, el diseño y colores de moda de la temporada. Pero tanto una como el otro, lo mas probable, es que desconozcan las características del tejido con el que trafican.

En Valencia, se conocía como verdadero espolín, el realizado sobre un fondo de gro de Tours, conocido entre los maestros sederos y ordenanzas como grodetur y el realizado también como el de Napoles, otros gros como el de París, de Londres, de Africa, de China, de la India…ya no eran usuales y no se consideraban por el el Colegio del Arte Mayor de la Seda como auténticos espolines. Todas estas eran variantes del tejido básico llamado gro por su efecto de grano y consistían en un tafetán con un efecto acanalado, que se obtenía mediante diferentes gruesos de trama o urdimbre.

No me detendré ahora a hablar de las diferencias y pormenores de las variantes del gro, cosa que no llevaría a una gran extensión de este articulo. Por otro lado, estimo que esto debe quedar para otra obra que estoy preparando de tipo diccionario.

Con el gro de tejido base, se podían dejar bastas por trama que le conferían un delicado y casi imperceptible efecto adamascado. A continuación se expondrán una serie de fotografiás comentadas, con distintas variantes variantes de tejidos espolinados.






Colección Ferrandis-Bermejo. Formó parte de un ornamento litúrgico

Ambas fotografías corresponden al mismo tejido, que está realizado sobre un fondo en raso por urdimbre, combinado en algunos momentos con un ligado tafetán para conseguir efecto adamascado en el fondo. El espolinado, está realizado con sedas y con entorchado de oro, aunque en las fotografías pueda parecer plata. Se trata de un dibujo de regulares dimensiones que hace pensar que debía de estar especialmente diseñado para ornamentos religiosos o cortinajes.


En el representado anteriormente y los que vienen a continuación, se advierten dibujos mas acomodados a guardapiés, aunque todos ellos podían utilizarse en ornamentos litúrgicos En todos ellos se advierte el efecto adamascado del fondo, que unas veces se consigue por combinación de ligados de raso y tafetán; en otras ocasiones dejando bastas por trama y en otras con una trama de distinto color.





En el representado anteriormente y los que vienen a continuación, se advierten dibujos mas acomodados a guardapiés, aunque todos ellos podían utilizarse en ornamentos litúrgicos En todos ellos se advierte el efecto adamascado del fondo, que unas veces se consigue por combinación de ligados de raso y tafetán; en otras ocasiones dejando bastas por trama y en otras con una trama de distinto color.







Colección Ferrandeis-Bermejo.






Colección Ferrandis-Bermejo.




En la muestra que viene a continuación y que podemos ver claramente el efecto acanalado del gro por la parte delantera, también tenemos un dibujo que podría tener mucha aceptación en ámbito fallero, por su colorido y por su aspecto brillante.


Veamos lo a continuación con mayor detalle por la parte trasera, en donde podemos apreciar claramente el ligado de la trama con la urdimbre y la imposibilidad con este tipo de ligado para formar damasco. Se trata del tejido llamado indebidamente “terciopelo otomano” o simplemente otoman. Básicamente es un tafetán con dos urdimbres, la primera tiene mucha torsión y con la trama teje el ligamento tafetán; la segunda teje el efecto acanalado y al tener poca torsión produce un efecto brillante, mullido y suave al tacto que resulta aterciopelado, lo que le ha valido impropiamente el nombre de terciopelo, sin tener nada que ver con esta técnica.

Se completa este tejido con un espolinado de sedas de varios colores que forman un atractivo dibujo de guirnaldas, ramos y cordones con borlas.



De gran complejidad, resulta el tejido de a continuación. Se trata de un fondo de ligado tafetán, en el que urdimbre es de color blanco y la trama verde; el gro se consigue por urdimbre y ser la trama de mayor grosor. La trama verde forma bastas largas que confieren al tejido un adamascado de dos colores. Presenta dos variantes de cintas, la una ancha y la otra estrecha; formadas a espolín y con hilo metálico dorado; a lo ancho del tejido se espolinan sin verdadera conexión entre ellos, pero distribuidos entre las cintas doradas motivos espolinados con bastas bastante largas de sedas en dos tonos de azul, dos tonos dorados, blanco e hilos metálicos dorados. Sobre las cintas espolinadas de hilo metálico, se espolinan también unos ramos alternados de cadenilla verde o marrón. Con todo finalmente resulta un tejido de gran vistosidad, pero de mucho peso, que aunque pudiese ser vistosamente para vestidos, tal vez se utilizase mas en ornamentos litúrgicos o lujosas tapicerías para muebles.

La complejidad de este tejido la podemos observar al ver la parte trasera, lo que viene a demostrarnos una gran pericia de los artesanos tejedores.







El Colegio del Arte Mayor de la Seda de Valencia, durante el siglo XVIII era el mas importante de toda España y sus maestros producían mas de doscientos tejidos diferentes. Tejidos todos ellos que están sin estudiar y de los que el Colegio parece no conservar en la actualidad ninguna muestra física Es probable que la documentación en el conservada, pueda permitir a los investigadores llegar a conocer algunos de ellos, pero para esto seria necesaria una verdadera investigación de sus fondos.

Hace a hora 30 años pretendí hacer la investigación de la documentación existente, pero la poca predisposición del Colegio en aquellos momentos me hizo desistir y olvidarme del asunto hasta ahora. La realidad del momento parece ser distinta. Quiero agradecer a la actual Junta, su ofrecimiento reciente para que re emprenda la investigación, cosa que llevo intención de hacer en cuanto que mi disponibilidad de tiempo me lo permita.

Además de los llamados propiamente espolines, el colegio del Arte Mayor de Valencia, producía:

Rasos espolinados de sedas en todos géneros y colores.
Gorgueranes espolinados de seda.
Tafetanes espolinados en todos los colores.
Tafetanes embutidos o espolinados con una faja de tafetán y otra de ormesi, en todos los colores.
Tafetanes dobles labrados que se llamaban catalufas o bordadillos, en todos colores.
Rasos espolinados en seda, en oro, y en plata.
Rasos o Medias telas en campo de plata y flores de seda que llamaban primavera con flores de plata, oro y seda.
Telapasada:
-Que se llamaban forja de plata o verguilla.
-otra que se llama relampagos o lampazos.

A continuación podemos ver la fotografía de un delantal realizado con tafetán espolinado.




Colección Ferrandis-Bermejo.

Este tipo de tejido fue utilizado para guardapiés y aunque no aparece en los documentos estudiados de la Huerta, si lo hace en otros lugares.

623. 1.786. Bocayrent. Dote. Salvador Tudela. Teresa Belda y Josep Molina Calabuig. Comerciante. “Un tapapies de tafetán espolinado”.

Así mismo, aparecen documentados en Castellón: “Un guardapiés de seda de mué a flores azul a aguas” y en Alicante, estudiado por José Luis Navarro, Jorge L. Cobos y Guadalupe Samper: “Un guardapiés de tafetán de campo blanco con flores”
Veamos también algunas fotografiás de las lanzaderas, es decir de las tramas lanzadas con un artilugio, que cuando en el telar se abría la calada, se lanzaba de una parte a la otra tejiendo o se pasaba manualmente. Con ellas se ligaba la urdimbre con la trama y formaba el dibujo en algunos casos de tejidos y en otros el dibujo era formado por una segunda trama.




Lanzaderas. Colección Ferrandis-Bermejo.

Continuamos con fotografiás de unos espolines, pequeña lanzadera que recuerda a las lanzaderas empleadas en el encaje de frivolité, y que en realidad se diferencian de estas, en que están destinadas a ligadura para formar el tejido, y que los espolines, solo a hacer pasadas de basta, sin fortalecer el ligado de trama con urdimbre.



Espolines. Colección Ferrandis-Bermejo.

Como podemos observar por las fotografiás que hemos visto con anterioridad, hoy nadie fabrica auténticos espolines, y los pocos que podemos conseguir, solo pueden considerarse los parientes pobres de los producidos durante el siglo XVIII. En la actualidad, se fabrican como sustitución de los espolines otros tejidos realizados a la técnica de brocado, que de alguna manera agruparía los brocados, brocateles y lampases. Estos tejidos podriamos agruparlos llamándoles “telas pasadas”.

En primer lugar, tendríamos el brocado, de este tejido hablaremos muy poco y lo dejaremos para un estudio en profundidad que realizaremos en otra ocasión. No obstante lo describiremos someramente y especialmente su técnica Se trata de un tejido muy antiguo en España, de donde se se supone originario. Ibn al-Khatib ya nos habla de que en Almeria funcionaban mas de mil telares produciendo dicho tejido. Hasta el siglo XVI, fue un tejido de importante producción en Toledo y Granada principalmente.

Técnicamente se trata de un tejido tintado en madeja y a trama lanzada, en la que dicha trama está constituida por hilos de oro o plata, que pueden ser tirados, entorchados o briscados. Técnicamente todos los autenicos brocados deben tener trama de hilos metálicos, pero no todos los que la tienen son brocados, como son los damascos, brocateles o brochados. Un dibujo clásico de brocado y que se utilizaba también para guadamecíes, los cuales recibían también el nombre de brocados, aparece en la fotografía de a continuación.



San Cosme, en el Retablo de san Felix de la Colegiata de Xativa.



En la actualidad el tejido mas utilizado para trajes de fallera, es el brocatel brochado. Es este tejido, de tinte en madeja, parecido técnicamente al brocado, pero cuyas tramas en lugar de ser de seda e hilos de metal, son de lino o cáñamo y seda (actualmente artificial). A diferencia del brocado que siempre tenia una sola urdimbre y varias tramas, el brocatel puede buscar efectos de urdimbre, con lo que en la mayoría de los casos tiene dos urdimbres. De este tejido, también pienso preparar un trabajo especifico, por lo que haré una simple descripción dentro de este trabajo.

El brocatel clásico lleva dos urdimbres y por lo menos dos tramas, y los dibujos obtenidos por un raso que generalmente es de ocho, que se levanta en masa, produciendo un relieve sobre el fondo de efecto trama.

El brocatel brochado es similar al brocatel normal, pero que tiene en el centro medallones y mezclados con el dibujo, ramos de flores y antiguamente también escudos de armas o emblemas. Se utilizaba para confeccionar ricas y preciosas cortinas con guarniciones y centros.

Este tejido en Valencia, se fabricó por la Real Fabrica de los Cinco Gremios con mas 60 portadas de tela y mas de 10 de pelillo y por el Arte Mayor solo tenia que fabricarse con mas de 52 portadas y media y mas de 10 y media de pelillo. Tanto unos como otros debían tramarlos en el cuerpo de la estofa, de lino y no de cáñamo; este debía ser blanqueado antes de teñirlo. Las tramas que servían para hacer las flores debían ser de pura y fina seda subida a dos cabos al torcer.

A continuación podemos ver una muestra de brocatel por su parte delantera:



Y el mismo por la parte trasera:


Colección Ferrandis-Bermejo.

Finalmente hablaremos del lampazo. Según algunos, tomo el nombre de la hierva de este nombre y que en origen era el tema principal de sus dibujos, que casi siempre solían ser verdes. Para otros el llamarles lampazo viene de llamp o relámpago El Arte Mayor, producía como ya habíamos dicho “telas pasadas”, que se llamaban forja de plata o verguilla y otra que se llamaban relampagos o lampazos.

Es un articulo que se conoce desde muy antiguo, y en la Edad Medía, se conocían ya los lampazos de las Indias como unos ricos tejidos, que en España se denominaban paños de lampazo, y sus dibujos eran temas exclusivamente motivos florales. Tampoco debemos confundir el lampazo de seda con otro tejido también llamado lampazo que era de algodón pintado y que venia de Oriente.

Por su técnica, el lampazo se parece mucho a los tejidos brocatel y como ellos necesita una montura mixta, Está compuesto de dos urdimbres, una de fondo, para los efectos de raso, y otra llamada de ligadura que teje con dos o tres tramas de colores, Las tramas son una de fondo, para ligar los efectos de raso y las dos o tres de colores. que ligan con la urdimbre para formar el dibujo.

Antiguamente era una tela casi exclusivamente destinada para tapizar muebles, habitaciones y también para colgaduras , que tiene fondo de raso y dibujos de dos tramas o mas tramas. Los efectos de trama, que forman un tejido de punto asargado muy sólido, y el raso del fondo, hecho con cinco lizos, hacen de él uno de los mas fuertes de su clase. Sus dibujos son de mucho efecto, y regularmente representan flores, arabescos, medallones y listas, de regular tamaño y están combinados de manera que pueden utilizarse presentando muy buen efecto para cortinajes, asientos y respaldos de sillas.



Para concluir, quiero recordar que la intención de este articulo era doble, por una parte, hacer ver al lector que se debe diferenciar entre vestirse de fallera o de valenciana y lo inadecuadas que resultan esas titulaciones en los comercios de “Indumentaria Valenciana”. Yo recuerdo que hace unos años se llamaban “la casa del fallero” y vendían artículos y ropa para fallas. Ahora todos son indumentarias y saben “la leche” de este tema.

Recuerdo que cuando constituimos la Asociación Valenciana de Indumentaristas, se planteo como que indumentarista, era el que se dedicaba al estudio e investigación de la indumentaria. La realidad actual es que el titulo se lo aplican todos los que tienen una tienda de ropa y que el adjetivo de valenciana, todos los que hacen ropa de fallera y que incluso en ocasiones comparten con disfraces, trajes de ceremonia o de Moros y Cristianos. Un poco lo que hacían las antiguas roperías de alquiler.

En segundo lugar, recordar la gran estima de los tejidos y tejedores valencianos, que destacaron en su época haciendo esplendidos tejidos espolinados y que son los que deben de utilizarse en la confección del traje de fallera, pero que no tienen porque hacerlo en el de valenciana.
Otro tema distinto es el vestirse de valenciana o de valenciano para los actos falleros, pero de este no hablaremos en esta ocasión, ya que es mas bien una cuestión política de la organización de la fiesta fallera.

Para terminar quiero recordar el hecho de que los grupos de música y baile tradicional, deben de utilizar para sus actuaciones la indumentaria histórica y nunca el anteriormente descrito como traje de fallera. No obstante, he de advertir que últimamente se ha montado alguna actuación precisamente recordando las escuelas de baile de la ciudad y de otras ciudades importantes, en la que se ha utilizado ese traje propuesto por los pintores de finales del siglo XIX y primeros del XX. En casos como este, estoy totalmente de acuerdo, ya que se trata de la recreación de una época determinada.



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